El sector privado como motor del desarrollo
El Plan Fiscal proporciona a Puerto Rico los cimientos para un nuevo modelo de desarrollo que sustituya al gobierno como propulsor principal de la actividad económica, y coloque al sector privado en el centro de la innovación empresarial que cree los empl
Los primeros pasos ya se han dado con la certificación del Plan. De ahí emana el compromiso de tomar las decisiones estructurales que equilibren el presupuesto en los próximos meses, y de facilitar las negociaciones conducentes a la reestructuración de la deuda. Ese es el camino para acceder con confianza a las fuentes de capital que provee el mercado de bonos.
Es esencial destinar capital nuevo al financiamiento de proyectos de infraestructura e inversión a largo plazo, enterrando en el pasado la práctica de gastarlos en la operación gubernamental recurrente y en estériles gestiones sin visión de País que más bien persiguen impacto político partidista.
De la mano del acceso al capital deben ir los proyectos en alianza con el sector privado en áreas con alto potencial de rédito para el País como lo son la energía, la transportación, el turismo, y el comercio.
La reorganización de la estructura gubernamental, en el área de permisos, por ejemplo, facilitará las condiciones de hacer negocio en Puerto Rico, incentivando la inversión.
La reforma energética, con la promoción de distintas opciones de energía renovable que sustituyan al petróleo, puede promover la libre competencia, a la vez que ayuda a resolver los graves problemas que confronta el País en materia de generación y distribución de electricidad.
En ese sentido, los proyectos de importante impacto económico, junto a la diversificación de la actividad laboral, darán sostenibilidad al desarrollo de la Isla.
La pérdida de miles de empleos en el sector privado evidencia el azote que ese renglón ha sufrido en años recientes, como colateral a la crisis de las finanzas públicas y la de la economía en general. Consecuencia clara de la contracción en el crecimiento es la emigración de miles de ciudadanos hacia Estados Unidos, en busca de trabajo y mejores condiciones de vida. De 2014 a 2015 el País perdió 65,000 habitantes, según el Negociado del Censo. Mientras, en el año fiscal 2016 se perdieron 10,700 puestos de trabajo al registrar un total de 894,900 empleos. En ese periodo, la Junta de Planificación informó que el sector privado registró 7,300 empleos menos.
Urge erradicar los factores que han propiciado la vulnerabilidad de un componente económico con capacidad de diversificarse y reinvertir su capital en actividad generadora de empleos.
Fortalecido, el sector empresarial podrá echar adelante el desarrollo económico de Puerto Rico, dejando que pase a la historia el Gobierno como ente acaparador de las principales iniciativas definitorias del País. El Estado debe situarse, más bien, como facilitador de los procesos y de las sociedades con el sector privado que den vida al desarrollo sostenible.
En el desarrollo económico está la clave de la recuperación, más allá de cuadrar las arcas públicas y cumplir con las obligaciones prestatarias. La sostenibilidad de ese desarrollo está atada al apoderamiento del sector de negocios como alta prioridad.
Ambos sectores, público y privado, están llamados a colaborar estrechamente, de manera que las medidas dirigidas al equilibrio gubernamental contribuyan también al empuje del empresarismo privado.
Restablecer la confianza del inversionista en Puerto Rico en los mercados de capital, emprendiendo una reestructuración de deuda y revitalizando la economía enfatizando en la actividad privada, puede encaminar a la ruta del verdadero desarrollo.
Debidamente incentivado, el sector privado podrá crear los empleos que las familias necesitan, lo que es obligación llevarse a cabo en el marco de la mayor trasparencia y fiscalización.