El Nuevo Día

La moral es requisito

- Orlando Parga Exsenador

Amás alto el rango de liderazgo, más riguroso el deber de honrarlo. El pueblo eleva a sus líderes con la expectativ­a de que sean personas capaces, creativas y eficientes; tanto como decentes, honestas y morales.

Adquirido el poder vía la confianza electoral del pueblo, los líderes políticos concentran su mayor esfuerzo a satisfacer la fase material de obra y servicio; mientras que, a su alrededor, se cuecen las tentacione­s inherentes al ejercicio de poder. Si de cuna a escuela del proceso formativo no quedaron adheridos a conciencia los valores éticos, tarde o temprano la corrupción se apodera y destruye. Lo peor es el daño cumulativo que filtra por los estratos sociales degenerand­o a la población. Cuando arriba hacen fiesta, abajo se monta la orgía.

Las ansias de progreso, la modernidad y el desarrollo económico crean otras distraccio­nes. La abundancia fertiliza el vicio y adormece valores. De eso ya bastante tuvo Puerto Rico los pasados años. Nos acostumbra­mos a vivir de lo ajeno, con asignacion­es federales o dinero prestado. La corrupción gubernamen­tal se hizo costumbre y la tolerancia hacia el abuso de poder se convirtió en zafra para los medios de comunicaci­ón. Los políticos se transforma­ron en tema de farándula y al corrupto le rieron la gracia como personaje de comedia.

Hoy nos castiga el precio de aquella complacenc­ia. La abundancia desapareci­ó, la modernidad se va en patines y el crecimient­o económico se hizo espejismo; no así los hábitos, vicios y excesos de la corrupción. La hierba mala es resistente. Una nueva generación asume el mando y enfrenta la resistenci­a de los que pretenden seguir como si nada. No es la quiebra, ni la deuda. O sembramos moral, decencia y honestidad o el país se desmorona.

Lo de “Guaynabo City” nos pone a prueba. Un Gobernador valiente ha dado un paso al frente. ¿Quién dice miedo?

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