El Nuevo Día

Nosotros también sentimos la “Locura de marzo”

- JORGE FIGUEROA

SAN DIEGO, California. - La llamada “Locura de marzo” del baloncesto colegial de la NCAA es mucho más fuerte que un Clásico Mundial de Béisbol en Estados Unidos.

Durante la segunda ronda del Grupo F en esta ciudad california­na, la mayoría de los ojos no están puestos sobre el terreno del Petco Park. Más bien, la gente está pendiente a llenar los “brackets” del popular torneo universita­rio de baloncesto del que salen muchas de las futuras estrellas de la NBA.

Las ataduras de los fanáticos a las universida­des en las que estudiaron son tan profundas, que la selección de Estados Unidos en el Clásico sencillame­nte no puede competir por atención contra un torneo de mucha más historia y tradición como el de baloncesto de la NCAA.

Hasta el mismo Adam Jones, el pelotero más vocal de la novena del Tío Sam, está consciente de este hecho.

“Como americanos, tenemos la opción. Creo que la mente de todos está en la ‘Locura de marzo (‘March Madness’, en inglés). Todo el mundo está llenando sus ‘brackets’, preocupado­s por qué equipo ganará el torneo”, dijo el jardinero central.

Es lo que se vive en San Diego. Por ejemplo, hace par de noches acudí junto a mis colegas de a cenar a un “sports bar”.

En los más de 20 televisore­s a lo largo y ancho del establecim­iento, solo dos transmitía­n el partido entre Venezuela y República Dominicana que se jugaba a esa hora.

Le pedí a la mesera que nos atendía que si en una de las pantallas más cercanas a nosotros se podía poner el juego de pelota. Ella accedió con amabilidad, pero al preguntarl­e al gerente del local, este dijo que no se podía cambiar debido a que ya unos señores habían pedido ver el desafío entre los Wildcats de la Universida­d de Arizona y los Fighting Hawks de Dakota del Norte.

Lo dejé pasar. No hay motivos para enfadarse o comenzar un debate sobre qué evento deportivo es más importante, menos allí. Allá ellos con su ‘Locura de marzo’. Nosotros, tenemos la nuestra.

Estamos tan ‘locos’ con nuestra selección nacional que agotamos todas las gorras disponible­s a la venta en las tiendas deportivas de la Isla. Estamos alucinando tanto con nuestra novena patria que adoptamos su movimiento de pintarse los cabellos rubios.

Después de todo, lo que ha hecho nuestro equipo en el Clásico nos sirve de medicina para aliviar el malestar de la crisis económica que nos arrebata el sueño, no importa que el resultado de la dosis sea efímero.

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