AUTOESTIMA REFORZADA
La autoestima se puede definir como el concepto que tiene la persona de su valor propio, en otras palabras, cómo la persona se valoriza a sí misma.
Es un aspecto clave e importante en los procesos de adaptación en todas las etapas de la vida del ser humano, y muy en particular en el adulto mayor. Está vinculada a la calidad de la adaptación, al sentido de bienestar, y al grado de satisfacción y calidad de vida de la persona.
La autoestima del adulto mayor puede verse afectada debido a diversas razones relacionadas con esa etapa de la vida conocida como “la tercera edad”. En esta etapa es común que la persona experimente pérdidas asociadas a su vida social, afectiva y en aspectos de salud.
Algunos de los factores importantes en esta etapa de vida son: la pérdida de su pareja, la disminución de sus capacidades físicas y mentales, la disminución de ingresos que viene como consecuencia de la jubilación, el síndrome del nido vacío que ocurre cuando los hijos se independizan y abandonan el hogar, y la pérdida de amistades, ya sea por muerte o enfermedad, entre otros factores.
Es necesario y posible reforzar su autoestima. Algunas de las estrategias están enfocadas a promover en todo momento el que estos puedan mantener su autonomía e independiencia, tomando en cuenta sus necesidades y capacidades, entre ellas:
Verifica que el espacio de vivienda sea uno seguro, que no presente riesgos tanto en los espacios interiores como los exteriores, lo que facilitará conductas independientes con el menor riesgo posible.
Observa para conocer todo lo que puede hacer por sí sola. No hacer por ella o él lo que pueda hacer por sí mismo y ayúdale solo en lo necesario.
Estimula de modo que tu conducta favorezca la independencia y autonomía.
Permite que tome las decisiones que le afectan. Consultar sus preferencias hará que este sienta que tiene más control sobre su propia vida. Su opinión es importante cuando hay que realizar cambios en su casa, cuando es necesario utilizar servicios sociales y ayudas externas a la propia familia.
Consigue que se sienta útil, que pueda salir del hogar y transportarse dentro de su comunidad para llevar a cabo actividades que son parte de su rutina de vida, como ir al banco a pagar sus cuentas, al supermercado, a la iglesia, visitar a sus amistades y actividades similares. La búsqueda de su consejo es la mejor muestra que se le puede dar sobre su valía.
Procura que asuma responsabilidades en la medida de sus capacidades. Se le puede pedir, por ejemplo, que quite y ponga la mesa, haga la cama, se encargue de cuidar las plantas, etc. Si tiene alguna limitación física o mental se le puede involucrar en tareas sencillas del hogar que pueda hacer sin mayor dificultad.
Respeta la privacidad e intimidad durante las tareas del cuidado propio. La costumbre de llamar a la puerta de su habitación o respetar sus deseos de permanecer a solas en ciertos momentos son aconsejables para salvaguardar su privacidad.
La autora es catedrática retirada del Programa de Maestría en Terapia Ocupacional, Recinto de Ciencias Médicas, UPR. Referencias: Pinazo, S. & Sánchez, M. (2005). Gerontología: Actualización, innovación y propuestas. Madrid: Pearson Prentice Hall; http://www.who.int/es/; https://www.ncbi.nlm.nih. gov/pubmed/18786875.