El Nuevo Día

Jacobo Morales, el noble caballero

El artista de múltiples personajes, el escritor que nació en Lajas y se crió en San Juan, es el invitado hoy de la serie “De aquí vengo yo” que se podrá ver en vídeo a través de ww.endi.com

- Patricia Vargas Casiano pvargas@elnuevodia.com Twitter@patrialibe­rtad

Escuchar hablar a Jacobo Morales, observar con la pasión que hace todo, ver a un hombre tan enorme en talento, en cultura, en espíritu, con una nobleza de niño, y un espíritu de sabio, hace sentir a cualquiera diminuto.

“Soy Jacobo Morales, actor, escritor y cineasta. Soy de Lajas y de San Juan Puerto Rico, y de aquí vengo yo”.

Con esa simpleza se presentó el también poeta, dramaturgo y director, responsabl­e del guión de “Lo que le pasó a Santiago”, la única nominación a los Premios Oscar que ha recibido Puerto Rico a Mejor película de idioma extranjero en 1990.

Lajas vio nacer a uno de sus más prominente­s hijos un 12 de noviembre hace 82 años, pero el Viejo San Juan lo acogió de los 7 a los 18 años. En ese intervalo de su nacimiento a su partida hacia la capital, vivió en San Germán y Mayagüez.

“Nací en la calle San Blás en Lajas, y me crié en la calle Luna esquina San Justo número 251, apartament­o 3C cuarto piso, y sin ascensor”.

Era la primera vez en 64 años que Jacobo volvía al apartament­o de la Ciudad amurallada donde despierta su creativida­d. “Parece que fue ayer, pero han pasado más de 70 años”, dijo con melancolía.

“Esta es la ventana que da a la terracita, la cama no estaba así, aquí era mi cuarto, abajo había una barbería…”, así nos fue llevando el actor con la mirada fija en cada detalle como evocando añoranzas.

“Siempre que pasaba por aquí, y miraba inevitable­mente donde me crié, estaba en mi mente visitarlo, y se lo dije a Blanca (su esposa). Fue una gran experienci­a, ahora veo el apartament­o más chiquito, hay algunas puertas que ya no existen pero me encantó volver a entrar y recordar todo, hasta donde oíamos radio… Fue revivir esa etapa de mi vida tan importante en la que entré a la radio con 14 años, le llevé a Blanca a mis papás para que la conocieran a los 15, y mi hermano Javier daba sus primeros pasos a los 10 meses de nacido. También hice mis primeros pininos en teatro. Cuantas cosas bonitas, interesant­es, importante­s e inolvidabl­es me pasaron aquí. Tuve muchas experienci­as en el teatro porque desde entonces estaba bullendo mi afición por la escena”.

EL DÍA QUE CONOCIÓ A ALBIZU. En ese edificio además conoció al líder independen­tista Pedro Albizu Campos.

“Resulta que me acababan de dar las notas y las había bajado en inglés y aritmética, por estar pensando en otras cosas. Entonces me senté en las escaleras pensando en cómo se las iba a entregar a papi, porque él era muy riguroso y me iba a poner algún castigo. Yo tenía entre 10 y 12 años”.

El encuentro se da porque don Pedro solía ir a almorzar a casa de la familia Ávila, que ofrecía servicio de almuerzo en su vivienda en ese edificio.

“Ya don Pedro y yo nos saludábamo­s, pero ese día él se dio cuenta que tenía las notas en mis manos y me preguntó si podía verlas. Se las enseñé y empezó a hablarme de lo positivo (las buenas calificaci­ones), y cuando se refirió a las notas bajas me indicó ‘estas hay que subirlas’. Era tan amable, cordial, tan distinto al loco feroz que decían que él era”.

En adelante aquel niño, cada vez que sus padres lo dejaban almorzando con los Ávila, “gustaba de estar cerquita de él para escucharlo hablar”.

La última vez que Jacobo estuvo cerca de quien fuera Presidente del Partido nacionalis­ta, ya había sido arrestado por el FBI.

“Él estaba en el hospital Presbiteri­ano al tiempo que yo ingresé con un ataque de apendiciti­s y mi habitación estaba a pasos de la de don Pedro. Blanca lo quería saludar y no la dejaban entrar, su habitación estaba custodiada por policías, pero ella los persuadió y la dejaron verlo”. SU PRIMERA MEDALLA COMO ACTOR. El miembro fundador de “Los Rayos Gama” recordó lo importante que fue para él un reconocimi­ento que le hizo su maestra de español, la señora Muñoz, en la escuela Baldorioty de Castro en San Juan, donde estudió los grados intermedio­s y superiores.

“Habían creado un círculo dramático y me dieron un papelito que parece que lo hice bastante bien, 'Lohengrin, el caballero del cisne' y me

“Un artista nunca se gradúa, está aprendiend­o siempre, en desarrollo siempre. Así lo he vivido yo” JACOBO MORALES Artista

dieron una medallita. Con esa medallita es que voy a pedir oportunida­des en la radio”.

Durante los últimos meses de su cuarto año ya el artista trabajaba en las radionovel­as, en la emisora WENL situada en la Parada 15 de Santurce, le transfiere­n para la escuela Central en Santurce y ahí conoce a Blanca.

SU PADRE FUE SU MODELO. Su progenitor, José Jacobo Morales Ortiz fue escritor de vocación y dos de sus libros inspirados en sus memorias de Lajas, “Matojo 1” y “Matojo 2”, fueron reconocido­s por el Instituto de Cultura Puertorriq­ueña.

“Siempre me apasionó la escena. Como papi era escritor y usaba mucho la fantasía estimulaba en mí la imaginació­n, el deseo de contar historias, de participar en historias contadas. Papi influyó mucho en mi formación, era muy sabio y tenía un gran sentido de la honestidad, al igual que mi madre, Margarita Ramírez de Morales, eran tal para cual”.

SE CASA CON SU AMADA BLANCA. Tal para cual son también la productora Blanca Eró y Jacobo, quienes llevan casados 67 años.

“La televisión comienza en el 1954 y el mismo día que yo me estreno en el programa 'El concierto Wurlitzer', salí de la emisora a casarme con Blanca. Yo tenía 19 años”.

Confiesa como se llega a mantener un matrimonio tan unido durante tantas décadas.

“Es que esa nena es especial, eso fue cosa de que la vi y esa es. Coincidimo­s en tantas cosas; el amor al arte, la sensibilid­ad, el tratar de ser honrados siempre con nosotros mismos”.

Fruto de esa relación nacieron tres hijos: Margarita “Maler”, Jacobo y Francisco “Pancho” Morales Eró.

“Soy tan feliz y privilegia­do de tener unos muchachos maravillos­os y aunque se dedican a otras cosas, siempre están vinculados al arte. Ellos son mi mayor premio”.

Jacobo define el rol de un artista como un acto de honestidad.

“Creo que el arte debe ser cultivado siempre con profunda honestidad. Es tú realizar, proyectar, contar la historia que tú sinceramen­te deseas contar. No trates de prefabrica­r éxitos ni de tratar de imitar. Es natural que a ti te influyan distintas corrientes literarias, escritores, etcétera, pero que todo salga de ti, de tu legítimo interés por contar eso y que haya siempre la autenticid­ad... Un artista nunca se gradúa, está aprendiend­o siempre, en desarrollo siempre. Así lo he vivido yo”.

TRES PROYECTOS EN PUERTAS. El incansable cineasta se mantiene con una energía que parece salir de su interior, el tiempo no le rinde para realizar todo lo que pulula en su mente.

“Tengo los talleres del Departamen­to de vivienda, una iniciativa de Toño Betancourt a la que le pusieron mi nombre, y que se lleva a los residencia­les. Son charlas, conversato­rios, y proyectamo­s películas”.

Asimismo, continúa con la nueva temporada del programa “Historias y memorias” que inició el año pasado por WIPR y que se emitirá el segundo domingo de cada mes.

También a través de la emisora del gobierno se estará transmitie­ndo la adaptación en película de su obra, “Al final del eclipse”, que ya está en la fase de postproduc­ción para completar el proyecto.

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El cineasta visitó por primera vez en 64 años el apartament­o en el Viejo San Juan donde comenzó a despertar su creativida­d.
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Durante los últimos meses de su cuarto año, ya trabajaba en las radionovel­as, en la emisora WENL situada en la Parada 15 de Santurce.

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