Los “rubios” del tercer sector
Mucho se ha hablado de los famosos rubios que representaron a nuestro País en el Clásico Mundial de Béisbol. Los nuestros, se enfrentaron a 16 países de mayor tamaño y población, y no sólo obtuvieron la mejor marca del torneo (7-1), sino que se alzaron con un honroso segundo lugar. Todos nos sentimos muy orgullosos.
Estos rubios nos demostraron lo que podemos lograr como País, siempre y cuando trabajemos como equipo, por una meta común, con compromiso y dando el máximo esfuerzo.
Todavía hoy quedan muchas personas que, inspiradas por nuestro equipo, lucen sus cabelleras rubias. Como ellos, en Puerto Rico hay muchos “rubios” que trabajan con esmero por nuestro País y muy en especial por aquellas poblaciones más vulnerables.
En el tercer sector, y dentro de ese universo abarcador concentrándonos únicamente en las organizaciones comunitarias de impacto social y económico, que ofrecen servicios de carácter social en áreas como la salud, la educación, la cultura y los servicios humanos; ahí, en el corazón de este sector indispensable en toda sociedad, también hay muchos “rubios”. La mayoría de las veces sus aportaciones pasan desapercibidas, pero les aseguro que sin ellas la enorme crisis que vive nuestro País sería aún más aguda. Por eso es urgente señalar su importancia en esta coyuntura y entender los retos que enfrenta, para poder así potenciar su aportación.
El tercer sector es un elemento de innovación y cambio social y su labor se ha convertido en una sólida red de apoyo para Puerto Rico. Es un auténtico “safety net”. Posee una gran importancia en nuestra economía como generador de empleos y como fuente de significativo aporte a nuestro producto nacional. Finalmente, es un espacio clave para la búsqueda de soluciones y alternativas creativas para atender nuestros principales problemas sociales y económicos.
Ahora bien, para garantizar su estabilidad, hay que fortalecerlo. El tercer sector enfrenta actualmente grandes retos económicos: falta de capital, poco o ningún acceso a financiamiento, baja en ingresos y gastos operacionales en aumento. A esto se añade, el agobio e incertidumbre que representa el pago tardío por parte del Gobierno, especialmente en el caso de los contratos.
Ante este escenario, el tercer sector ha respondido con el compromiso y pasión de los miles de trabajadores que laboran en él, 24/7. Han demostrado resiliencia, habilidad para enfrentar la crisis, credibilidad y capacidad de estímulo al trabajo voluntario. Las entidades del sector están en proceso de reinventarse, de mejorar sus operaciones y se preparan para diversificar sus fuentes de ingreso y no depender tan significativamente del Gobierno. El tercer sector será esencial en la revitalización del País. Sin embargo, el gran peso de esta gestión deberá recaer en el sector privado.
Si el Gobierno entiende que el sector es importante para estos fines, no puede por otro lado, reducir de manera significativa sus donativos y asignaciones legislativas, y no puede pretender que, pagando tardíamente, el tercer sector financie operaciones del Gobierno.
La labor está ahí. Recientemente, la Fundación Ángel Ramos otorgó el Premio Tina Hills al Instituto Nueva Escuela, entidad dedicada a certificar maestros y asistentes en la filosofía Montessori, proveyendo así una alternativa al sistema público de educación, que se fundamenta en la creación de ambientes de paz e integración familiar y comunitaria. Tres entidades fueron finalistas; Caribe Girl Scouts, Centros Sor Isolina Ferré y el Fideicomiso de la Tierra del Caño Martín Peña. Todas ellas, y muchas otras, merecen nuestro reconocimiento, y en ellas confiamos para lograr un mejor país.
El futuro de Puerto Rico no está sólo en manos del Gobierno y la Junta de Supervisión Fiscal. Todos debemos ser parte de esta encomienda histórica. Estoy seguro que el tercer sector hará su parte.