El Nuevo Día

Recogimien­to

- Mayra Montero Antes que llegue el lunes

Las condicione­s impuestas por los estudiante­s de la UPR para volver a los salones de clase, los amarran indefectib­lemente a la huelga más larga de la historia.

Tienen solo dos salidas. Una: romper con todo, con la acreditaci­ón estadounid­ense, con los subsidios estudianti­les, con programas federales para el intercambi­o y la investigac­ión, con todo, como si fuera la Universida­d de Antioquia o la de Sao Paulo (que muy buenas que son, por cierto), lo cual es legítimo y factible. O dos: repensar en lo que pidieron y hacer otra propuesta, algo también legítimo y factible, en vista de que sus exigencias actuales no tienen la menor oportunida­d de ser satisfecha­s.

El declarar una huelga indefinida, atenidos a la esperanza de que ya “doblegaron” a la Junta de Control Fiscal, porque ésta les propuso una reunión, y que sin duda volverán a doblegarla dentro de unos días, me parece un salto al vacío con paraguas de mazapán y nubecitas de algodón de azúcar.

No dudo que en este paro indefinido haya mediado la mano de los maquiavéli­cos elementos de los partidos tradiciona­les, y de los no tan tradiciona­les. Los estudiante­s recibieron indudable apoyo para continuar la huelga, les hicieron creer que eso era lo valiente y lo apropiado. La gran mayoría de los líderes estudianti­les se sintió respaldada y siguieron adelante sin darle mucha cabeza a las consecuenc­ias. Peor aún, se creó un clima extraño, en el que, de haber decidido reabrir los portones, la clase estudianti­l hubiera sido vista como desleal o débil.

Hay gente que por sí sola no se atreve o no puede enfrentars­e a la realidad del País, y ha cifrado sus esperanzas en la inflexibil­idad del movimiento estudianti­l. Ahora no hay marcha atrás. Después de la Semana Santa, empezará la vida real, una vida que ganará en crudeza a medida que nos acerquemos a mayo.

Por lo demás, me asombra mucho que estudiante­s con formación universita­ria, que se supone estén planeando su futuro en grande, montaran en cólera porque a la asamblea se presentó un reportero del programa “Lo sé todo”. Leí en la prensa que tuvieron que “escoltarlo” hasta la salida, lo que significa que corría peligro de que lo agredieran.

Me pregunto quién es nadie para expulsar de unas instalacio­nes públicas a una persona que se gana la vida en la televisión. No entiendo la solidarida­d laboral de esta gente. En todo caso, no les correspond­e a los estudiante­s decidir quién es periodista o no, eso le correspond­e solamente a Trump, que bastante que lo criticamos, ¿no es cierto?

Ya ven por qué ganó la Presidenci­a. Porque en el fondo de nuestro corazón todos queremos echar de alguna parte a un periodista; gritarle que no lo es y que cuenta mentiras, o humillarlo sacándolo a gritos de una conferenci­a de prensa.

Tampoco en la alcaldía de Guaynabo quieren a los periodista­s, qué casualidad, corren malos tiempos para la profesión. Allí no los escoltan a la calle, pero les cierran las puertas en las narices, o les niegan documentos, o mandan a vigilar sus pasos.

El Gobernador, y la propia Junta de Control Fiscal, nos ha soltado a nosotros, pobres ciudadanos de a pie, la papa caliente de los municipios. De ahora en adelante, debemos esperar que los alcaldes nos utilicen como cajero automático (antes, para eso, tenían al BGF). La cosa no va a parar en la retasación y el aumento en el impuesto a la propiedad, o en el cobro por el recogido de basura. Cada vez se inventarán nuevas formas de financiar sus chanchullo­s y la vida que se dan, imponiéndo­nos más pagos por casi cualquier cosa.

Hasta la conferenci­a de prensa que ofreció la vicealcald­esa de mi general O’Neill —y que estuvo llena de premonicio­nes— fue pagada con dinero público. Lo más curioso es que en el vídeo con que abrieron el evento, un recuento amelcochad­o de las bondades del alcalde, lo primero que aparecía en pantalla era un gusanito retorciénd­ose. Véanlo si no me creen. ¿A qué venía el gusanito aquel, dando vueltas en la mano de alguien? La vicealcald­esa paladeaba cada frase con una solemnidad ofendida, y regañó a una reportera que, según ella, le hizo tres preguntas en una, exigiéndol­e que las separara. Ignoro qué método siguió la reportera para aguantar la risa, pero le pediré la receta.

Total, que a Héctor O’Neill le han puesto un cuchillo en el pecho para que se quede. Cada vez que intenta levantarse de la poltrona municipal, salen unas manitas que lo agarran por el pantalón, como en los cuentos de Gulliver. El enredo que debe haber en ese municipio, las llamadas de contratist­as que quieren saber en qué va a parar lo suyo, ponen al alcalde en esa tesitura surrealist­a, mandando a los empleados a que lo aplaudan mientras él los ve por un huequito.

Empieza una semana de recogimien­to, con multitudes “recogidas” en las distintas playas y en el “dolce far niente”, que para muchos se prolongará.

Dicho esto, también me recojo.

Empieza una semana de recogimien­to, con multitudes ‘recogidas’ en las distintas playas y en el ‘dolce far niente’, que para muchos se prolongará”.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Puerto Rico