Entrelazadas la pobreza y la contaminación
Las comunidades de escasos recursos son las que más emisiones tóxicas reciben
Tallaboa Encarnación es una pequeña comunidad de cinco calles flanqueada por gigantes industriales. Una cogeneradora de energía, un vertedero de cenizas de carbón, una planta de ácido y una planta de gas despojan su aparatosa sombra sobre el pequeño poblado. De las poco más de 200 casas, una treintena porta carteles de “se vende” o ya son consideradas estorbo público. Tallaboa Encarnación es un pueblo de edad avanzada, con pocos jóvenes. Así la describe la trabajadora social
Gladys Portuondo Dominicci, coordinadora de comunidades de la organización Madre Tierra Atabey. Quienes han visitado sus calles, han sido testigo de la alta incidencia de Alzheimer, de cáncer, de condiciones respiratorias, de enfermedades de la piel, de asma.
“Creo que son comunidades escogidas. Siguen añadiendo industrias que generan químicos tóxicos a la atmósfera y no se toma en consideración el impacto físico, emocional y económico en la gente. Tampoco producen empleos que puedan favorecer directamente a los miembros de la comunidad”, criticó.
Quitando la lupa sobre Tallaboa Encarnación, y expandiendo la mirada hacia la Isla completa, el fenómeno se reproduce. Todos coinciden en que son comunidades de escasos recursos las que reciben mayormente el embate de la contaminación. Es un tema de justicia ambiental, que dialoga con un problema todavía latente: la cantidad de emisiones tóxicas de las plantas generadoras y la dependencia que todavía existe de los combustibles fósiles para producir la energía de Puerto Rico.
EMISIONES TÓXICAS. En Puerto Rico, ocho plantas generadoras de energía reportaron en 2015 emisiones asociadas al efecto invernadero.
Según datos del Inventario de Emisiones Tóxicas (TRI, en inglés), desprendieron a la atmósfera un total de 15,166,481 toneladas métricas de dióxido de carbono, lo que representa un leve aumento de 600 mil toneladas métricas respecto al 2014.
Aunque la descarga de materiales tóxicos ha ido disminuyendo en los últimos años -con un leve aumento del 2014 al 2015-, Puerto Rico se encuentra en el lugar número 32 entre los 56 estados y territorios de Estados Unidos en lo que a emisiones por milla cuadrada se refiere, con 2 millones de libras de sustancias tóxicas soltadas al ambiente en 2015.
Todos los datos los recopiló el Informe Anual de Situación Energética de Puerto Rico, elaborado por el Instituto Nacional de Energía y Sostenibilidad Isleña (INESI) de la Universidad de Puerto Rico (UPR), en una colaboración con la Oficina Estatal de Política Pública Energética (OEPPE).
El complejo Aguirre de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE), cuyas emisiones han aumentado en los últimos tres años, se colocó en la primera posición con un total de 3.6 millones to- neladas métricas, “Por tal razón, Aguirre no cumple con los estándares de emisiones de la EPA (Agencia de Protección Ambiental)”, lee el Informe. Sin embargo, el ingeniero Rafael
Marrero Carrasquillo, gerente del Departamento de Calidad de Aire en la AEE, aclaró que los estándares con los que debe cumplir la agencia los dicta la Junta de Calidad Ambiental, y que sus contaminantes emitidos todavía quedan por debajo del límite establecido, lo que le permite operar sin multas.
“La central Aguirre es la unidad más grande del sistema eléctrico de Puerto Rico. Al ser más grande es el que más combustible consume”, justificó.
Además, Marrero Carrasquillo defendió las iniciativas que ha tomado la AEE para aportar al cuidado ambiental. Desde finales de la década de 1990, por ejemplo, se ha optado por un combustible de mejor calidad reduciendo el contenido de azufre. Antes el por ciento de azufre era de 2.2%, ahora es de 0.5%. Esta es la sustancia que se convierte en ácido sulfúrico en la atmósfera.
Precisamente, el ácido sulfúrico es la sustancia química que más reportó la central Aguirre entre sus contaminantes, con 219,416 libras descargadas en el ambiente. Entre los efectos del ácido sulfúrico en los seres humanos, se encuentran inflamación en los pulmones y en las vías respiratorias, alteraciones en el ritmo respiratorio y fallas respiratorias en general.
En segundo lugar entre las plantas más contaminantes está la cogeneradora AES Puerto Rico, que basa su producción en el carbón. En el 2015, emitió 3.4 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono, lo que representa una disminución en sus índices anteriores.
Sin embargo, AES también es responsable por los residuos de la combustión del carbón que deposita en el vertedero de Peñuelas, por lo que su impacto ambiental se multiplica, con químicos en las emisiones ligados a varios tipos de cáncer.
JUSTICIA AMBIENTAL. Aun así, AES cumple con los estándares establecidos por la EPA. No obstante, luego de someter los datos de las tres plantas -incluyendo Costa Sur, en Guayanilla- al análisis de justicia ambiental requerido por la agencia federal, INESI encontró que los indicadores demográficos sugieren una alta vulnerabilidad a injusticias ambientales entre las comunidades circundantes a las plantas, pero sobre todo, a la de AES.
En 1994, el expresidente de Estados Unidos, Bill Clinton, firmó la orden ejecutiva 12898, a fin de dirigir la atención del gobierno federal a los efectos ambientales desproporcionados en las poblaciones minoritarias y de escasos recursos, creando estrategias para proveerles a las comunidades acceso a la información y participación pública. Sin embargo, expuso el profesor de salud ambiental, Luis Bonilla
Soto, todavía aquí se colocan industrias cerca de las comunidades más vulnerables, y se otorgan permisos sin conversar con la gente.
“Se comete mucha injusticia ambiental, se discrimina por nivel socioeconómico. Los vertederos y otros proyectos altamente contaminantes están ubicados cerca de comunidades pobres, de los más vulnerables, más necesitados, con poco acceso a servicios médicos. Les estamos creando un escenario mucho más complicado, con la doble carga de la pobreza y la contaminación ambiental”, denunció.
El cofundador y director de Madre Tierra Atabey, Emmanuel Vázquez, puso el foco nuevamente sobre Tallaboa Encarnación. “Hemos tenido la oportunidad de conocer el entorno de todas las cogeneradoras de energía eléctrica en Puerto Rico y la peor condición social y de salud pública es entre Guayanilla y Peñuelas, donde está Costa Sur y donde se reciben las cenizas de carbón”, comentó.
A su juicio, hay dos vías que se deben tomar de forma paralela para atender
“Les estamos creando un escenario más complicado a las comunidades, con la doble carga de la pobreza y la contaminación ambiental” LUIS BONILLA SOTO Profesor de salud ambiental
el terrible cuadro para las comunidades: que se implementen planes de ahorro energético para atender el sobreconsumo de energía y que se opte por energía más limpia.
FUENTES RENOVABLES. El Informe de Situación Energética puso en evidencia que en Puerto Rico, se produce más energía de la que se consume.
“Con esa noticia de que hay ese excedente, la comunidad científica en Puerto Rico ha estado cuestionando todos los últimos contratos para favorecer a ciertas empresas privadas”, objetó Bonilla Soto.
A pesar de que ya una tercera parte de la generación está en manos privadas, todavía la Isla depende en un 98% de combustibles fósiles para su producción energética, y no se vislumbra un cambio drástico.
Según el director de la OEPPE, Fernando
Rullán, la meta es lograr un 5% en la producción a base de fuentes de energía renovable. Para ello, aludió al Plan para Puerto Rico del gobernador
Ricardo Rosselló, que propone establecer un programa de diversificación de energía utilizando recursos renovables, haciendo hincapié en el rol de las alianzas público privadas.
El Plan Integrado de Recursos de la AEE ya estableció el gas natural como la alternativa de cambio a corto y mediano plazo, con el objetivo de explotar un combustible más limpio.
Para Bonilla Soto, se podría transar con el gas natural “porque eliminamos la mayor parte de los contaminantes al aire”. Mencionó el caso específico de AES, que posee la infraestructura para hacer la conversión.
“Podrían cambiar la caldera de quemar carbón por un horno para quemar gas natural. Los demás componentes se pueden seguir usando. Esa sería la mejor manera de demostrar que tienen buena fe con el pueblo de Puerto Rico”, defendió.
Sin embargo, para el catedrático en ingeniería eléctrica de la UPR en Mayagüez, Lionel Orama, miembro del comité timón de INESI, es importante plantearse metas concretas con la energía renovable, dado que el gas natural sigue siendo un combustible fósil ausente en Puerto Rico.
“El gas natural puede mejorar la situación en términos de contaminación, pero seguimos siendo esclavos de los fósiles y de la compra de combustible extranjero”, comentó.
Su propuesta es establecer microrredes de energía renovable, como la energía solar, eólica, hidráulica y el gas metano de los vertederos, y que descentralice la distribución para hacer el sistema más eficiente.
“Por muchos años, las renovables han estado aguantadas por el poder económico y político de las petroleras. Eso está empezando a cambiar. Hay que crear política y lanzarse”, concluyó.
“Con el gas natural, seguimos siendo esclavos de los fósiles y de la compra de combustible extranjero. Tenemos que aumentar la capacidad generatriz de la Isla utilizando fuentes renovables; los recursos que tenemos” LIONEL ORAMA Profesor ingeniería eléctrica