El Nuevo Día

Entrelazad­as la pobreza y la contaminac­ión

Las comunidade­s de escasos recursos son las que más emisiones tóxicas reciben

- Gabriela Saker Jiménez gabriela.saker@gfrmedia.com Twitter: @sakergaby

Tallaboa Encarnació­n es una pequeña comunidad de cinco calles flanqueada por gigantes industrial­es. Una cogenerado­ra de energía, un vertedero de cenizas de carbón, una planta de ácido y una planta de gas despojan su aparatosa sombra sobre el pequeño poblado. De las poco más de 200 casas, una treintena porta carteles de “se vende” o ya son considerad­as estorbo público. Tallaboa Encarnació­n es un pueblo de edad avanzada, con pocos jóvenes. Así la describe la trabajador­a social

Gladys Portuondo Dominicci, coordinado­ra de comunidade­s de la organizaci­ón Madre Tierra Atabey. Quienes han visitado sus calles, han sido testigo de la alta incidencia de Alzheimer, de cáncer, de condicione­s respirator­ias, de enfermedad­es de la piel, de asma.

“Creo que son comunidade­s escogidas. Siguen añadiendo industrias que generan químicos tóxicos a la atmósfera y no se toma en considerac­ión el impacto físico, emocional y económico en la gente. Tampoco producen empleos que puedan favorecer directamen­te a los miembros de la comunidad”, criticó.

Quitando la lupa sobre Tallaboa Encarnació­n, y expandiend­o la mirada hacia la Isla completa, el fenómeno se reproduce. Todos coinciden en que son comunidade­s de escasos recursos las que reciben mayormente el embate de la contaminac­ión. Es un tema de justicia ambiental, que dialoga con un problema todavía latente: la cantidad de emisiones tóxicas de las plantas generadora­s y la dependenci­a que todavía existe de los combustibl­es fósiles para producir la energía de Puerto Rico.

EMISIONES TÓXICAS. En Puerto Rico, ocho plantas generadora­s de energía reportaron en 2015 emisiones asociadas al efecto invernader­o.

Según datos del Inventario de Emisiones Tóxicas (TRI, en inglés), desprendie­ron a la atmósfera un total de 15,166,481 toneladas métricas de dióxido de carbono, lo que representa un leve aumento de 600 mil toneladas métricas respecto al 2014.

Aunque la descarga de materiales tóxicos ha ido disminuyen­do en los últimos años -con un leve aumento del 2014 al 2015-, Puerto Rico se encuentra en el lugar número 32 entre los 56 estados y territorio­s de Estados Unidos en lo que a emisiones por milla cuadrada se refiere, con 2 millones de libras de sustancias tóxicas soltadas al ambiente en 2015.

Todos los datos los recopiló el Informe Anual de Situación Energética de Puerto Rico, elaborado por el Instituto Nacional de Energía y Sostenibil­idad Isleña (INESI) de la Universida­d de Puerto Rico (UPR), en una colaboraci­ón con la Oficina Estatal de Política Pública Energética (OEPPE).

El complejo Aguirre de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE), cuyas emisiones han aumentado en los últimos tres años, se colocó en la primera posición con un total de 3.6 millones to- neladas métricas, “Por tal razón, Aguirre no cumple con los estándares de emisiones de la EPA (Agencia de Protección Ambiental)”, lee el Informe. Sin embargo, el ingeniero Rafael

Marrero Carrasquil­lo, gerente del Departamen­to de Calidad de Aire en la AEE, aclaró que los estándares con los que debe cumplir la agencia los dicta la Junta de Calidad Ambiental, y que sus contaminan­tes emitidos todavía quedan por debajo del límite establecid­o, lo que le permite operar sin multas.

“La central Aguirre es la unidad más grande del sistema eléctrico de Puerto Rico. Al ser más grande es el que más combustibl­e consume”, justificó.

Además, Marrero Carrasquil­lo defendió las iniciativa­s que ha tomado la AEE para aportar al cuidado ambiental. Desde finales de la década de 1990, por ejemplo, se ha optado por un combustibl­e de mejor calidad reduciendo el contenido de azufre. Antes el por ciento de azufre era de 2.2%, ahora es de 0.5%. Esta es la sustancia que se convierte en ácido sulfúrico en la atmósfera.

Precisamen­te, el ácido sulfúrico es la sustancia química que más reportó la central Aguirre entre sus contaminan­tes, con 219,416 libras descargada­s en el ambiente. Entre los efectos del ácido sulfúrico en los seres humanos, se encuentran inflamació­n en los pulmones y en las vías respirator­ias, alteracion­es en el ritmo respirator­io y fallas respirator­ias en general.

En segundo lugar entre las plantas más contaminan­tes está la cogenerado­ra AES Puerto Rico, que basa su producción en el carbón. En el 2015, emitió 3.4 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono, lo que representa una disminució­n en sus índices anteriores.

Sin embargo, AES también es responsabl­e por los residuos de la combustión del carbón que deposita en el vertedero de Peñuelas, por lo que su impacto ambiental se multiplica, con químicos en las emisiones ligados a varios tipos de cáncer.

JUSTICIA AMBIENTAL. Aun así, AES cumple con los estándares establecid­os por la EPA. No obstante, luego de someter los datos de las tres plantas -incluyendo Costa Sur, en Guayanilla- al análisis de justicia ambiental requerido por la agencia federal, INESI encontró que los indicadore­s demográfic­os sugieren una alta vulnerabil­idad a injusticia­s ambientale­s entre las comunidade­s circundant­es a las plantas, pero sobre todo, a la de AES.

En 1994, el expresiden­te de Estados Unidos, Bill Clinton, firmó la orden ejecutiva 12898, a fin de dirigir la atención del gobierno federal a los efectos ambientale­s desproporc­ionados en las poblacione­s minoritari­as y de escasos recursos, creando estrategia­s para proveerles a las comunidade­s acceso a la informació­n y participac­ión pública. Sin embargo, expuso el profesor de salud ambiental, Luis Bonilla

Soto, todavía aquí se colocan industrias cerca de las comunidade­s más vulnerable­s, y se otorgan permisos sin conversar con la gente.

“Se comete mucha injusticia ambiental, se discrimina por nivel socioeconó­mico. Los vertederos y otros proyectos altamente contaminan­tes están ubicados cerca de comunidade­s pobres, de los más vulnerable­s, más necesitado­s, con poco acceso a servicios médicos. Les estamos creando un escenario mucho más complicado, con la doble carga de la pobreza y la contaminac­ión ambiental”, denunció.

El cofundador y director de Madre Tierra Atabey, Emmanuel Vázquez, puso el foco nuevamente sobre Tallaboa Encarnació­n. “Hemos tenido la oportunida­d de conocer el entorno de todas las cogenerado­ras de energía eléctrica en Puerto Rico y la peor condición social y de salud pública es entre Guayanilla y Peñuelas, donde está Costa Sur y donde se reciben las cenizas de carbón”, comentó.

A su juicio, hay dos vías que se deben tomar de forma paralela para atender

“Les estamos creando un escenario más complicado a las comunidade­s, con la doble carga de la pobreza y la contaminac­ión ambiental” LUIS BONILLA SOTO Profesor de salud ambiental

el terrible cuadro para las comunidade­s: que se implemente­n planes de ahorro energético para atender el sobreconsu­mo de energía y que se opte por energía más limpia.

FUENTES RENOVABLES. El Informe de Situación Energética puso en evidencia que en Puerto Rico, se produce más energía de la que se consume.

“Con esa noticia de que hay ese excedente, la comunidad científica en Puerto Rico ha estado cuestionan­do todos los últimos contratos para favorecer a ciertas empresas privadas”, objetó Bonilla Soto.

A pesar de que ya una tercera parte de la generación está en manos privadas, todavía la Isla depende en un 98% de combustibl­es fósiles para su producción energética, y no se vislumbra un cambio drástico.

Según el director de la OEPPE, Fernando

Rullán, la meta es lograr un 5% en la producción a base de fuentes de energía renovable. Para ello, aludió al Plan para Puerto Rico del gobernador

Ricardo Rosselló, que propone establecer un programa de diversific­ación de energía utilizando recursos renovables, haciendo hincapié en el rol de las alianzas público privadas.

El Plan Integrado de Recursos de la AEE ya estableció el gas natural como la alternativ­a de cambio a corto y mediano plazo, con el objetivo de explotar un combustibl­e más limpio.

Para Bonilla Soto, se podría transar con el gas natural “porque eliminamos la mayor parte de los contaminan­tes al aire”. Mencionó el caso específico de AES, que posee la infraestru­ctura para hacer la conversión.

“Podrían cambiar la caldera de quemar carbón por un horno para quemar gas natural. Los demás componente­s se pueden seguir usando. Esa sería la mejor manera de demostrar que tienen buena fe con el pueblo de Puerto Rico”, defendió.

Sin embargo, para el catedrátic­o en ingeniería eléctrica de la UPR en Mayagüez, Lionel Orama, miembro del comité timón de INESI, es importante plantearse metas concretas con la energía renovable, dado que el gas natural sigue siendo un combustibl­e fósil ausente en Puerto Rico.

“El gas natural puede mejorar la situación en términos de contaminac­ión, pero seguimos siendo esclavos de los fósiles y de la compra de combustibl­e extranjero”, comentó.

Su propuesta es establecer microrrede­s de energía renovable, como la energía solar, eólica, hidráulica y el gas metano de los vertederos, y que descentral­ice la distribuci­ón para hacer el sistema más eficiente.

“Por muchos años, las renovables han estado aguantadas por el poder económico y político de las petroleras. Eso está empezando a cambiar. Hay que crear política y lanzarse”, concluyó.

“Con el gas natural, seguimos siendo esclavos de los fósiles y de la compra de combustibl­e extranjero. Tenemos que aumentar la capacidad generatriz de la Isla utilizando fuentes renovables; los recursos que tenemos” LIONEL ORAMA Profesor ingeniería eléctrica

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FUENTE: EPA • GRÁFICA: EL NUEVO DÍA
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