“La única esperanza es la participación”
Psicóloga Mercedes Rodríguez insta a los adultos mayores a insertarse en las luchas sociales
“La gloria de los jóvenes es su fuerza y la hermosura de los ancianos es su vejez”, reza el libro de Proverbios (20:29) de la Biblia.
Y, ciertamente, en tiempos de crisis sociales y protestas, el ímpetu y movilización de los jóvenes destaca en las manifestaciones.
Sin embargo, hay que preguntar, ¿cuál es la función de los mayores? ¿Observar y dar consejos? Así pueden pensar algunos. Pero la magnitud de los problemas que afectan al País exige más de todos los sectores y poblaciones. La violencia generalizada, la depresión económica, la inminente carencia de fondos públicos, el impacto de las medidas anunciadas y la histórica emigración, entre otros, plantean un escenario caótico en cuya atención deben involucrarse los mayores. Así lo manifiesta la psicóloga Mercedes Rodríguez López, quien participa de luchas sociales y quien utiliza las redes sociales -en que la siguen más de 8,000 personas- para manifestarse. “Los tiempos de dificultad presentan retos para todo el mundo y, en particular, a las personas que hemos vivido unos años, las dificultades nos hacen crecer. Una de las cosas que hacemos es quejarnos de lo que es injusto. Para una generación como la nuestra, que ha luchado tanto por el desarrollo de los derechos humanos, cuando vemos que se está sacudiendo el palo de esas bases tan importantes nos quejamos”, dice Rodríguez, de 66 años. “Yo creo en la queja acompañada. Cuando nos damos cuenta de que las quejas son compartidas, podemos movernos hacia algo más”.
¿Hacia dónde se mueven, cómo participa la gente mayor en el movimiento social que busca solución a la crisis económica y social?, pregunto.
“Para gente como yo, la manera de responder tiene que ser participando. No tengo la respuesta de cuál tiene que ser la participación ideal, pero tenemos que participar. La gente mayor participa de muchas maneras y con muchos retos también, porque no todo el mundo tiene la misma posibilidad de expresarse”, declara.
“Las personas que tenemos más acceso, que nuestra voz se escucha un poquito más, ciertamente tenemos que expresarnos sobre lo que está pasando. Denunciar es una manera de expresarnos. Proponer es otra manera de expresarnos y acompañar a gente que está haciendo lo mismo, también es otra forma. Lo único que no se puede hacer es no hacer nada”, explica la también consultora, quien extendió sus argumentos al tema de la huelga universitaria y el respaldo de aquellos que se formaron en ese centro docente.
“La gente que puede escribir, escribe. La gente que puede marchar, marcha en una manifestación. La gente que tiene poder de convocar, convoca. La gente que siente que lo que puede hacer es orar, ora, y eso tiene un lugar
también en las comunidades de fe y da una gran satisfacción desde la formación de muchos seres humanos. No es cierto eso de que no se puede hacer nada. Si la persona no se puede mover de su casa, tiene teléfono y puede llamar, puede acompañar, orientar, puede educarse. Educarse es una responsabilidad del que participa. Puede informarse para que pueda hacer algo mañana”, acota. Miembro de la generación de los Baby Boomers -que destacó por tener, en general, más educación formal que sus antepasados y participar de protestas y movilizaciones sociales en favor de libertades y derechos humanos-, Rodríguez sostiene que “la única esperanza en tiempos donde a veces uno mira para todos lados y no ve salida es la participación”.
En su reflexión, Rodríguez se refiere a la maltrecha economía de la Isla y las medidas anticipadas por el Plan Fiscal diseñado entre la Junta de Supervisión Fiscal y el gobernador Ricardo Rosselló, las cuales el premio Nobel de economía Joseph Stiglitz catalogó recientemente como “draconianas”, por lo extremas.
SOLIDARIDAD.
“El impacto económico de lo que está pasando en la vida de las personas mayores es mayor. Los mayores, por condiciones de inequidad, según nos ponemos viejos nos vamos empobreciendo. Esa es una realidad y tenemos que luchar contra ella. Ya veníamos con esa condición de déficit, antes de la Junta, por falta de reconocimiento y de equidad en las políticas sociales para los adultos mayores”, lamenta.
En medio de la precariedad económica, muchas veces, es la solidaridad de las personas cercanas la que salva la situación. Y eso, afirma Rodríguez, es importante reactivarlo en las comunidades, el cuidarse unos a otros en ese núcleo de la convivencia social, el mantenerse en contacto con quienes nos rodean.
“Veo mucha esperanza ahí, aun entre viejos y viejas por el efecto migratorio”, dice. “En todas las edades tenemos que seguir incluyendo gente en nuestra red de apoyo. No podemos vivir sin una red de apoyo, no podemos dejar de conectarnos a la comunidad. Uno debería poder hacer una listita con por lo menos 10 nombres y teléfonos de gente que uno pueda llamar en cualquier situación”, aconseja.