Sensibilidad
Tener a una persona ingresada en un hospital puede ser una de las experiencias más difíciles para una familia, dependiendo de la condición del paciente. En un ambiente hospitalario, la competencia de los profesionales de la salud y los protocolos que garantizan la seguridad del paciente son vitales en la atención que se recibe y el resultado que se logra. Pero hay dos factores que completan el cuadro: sensibilidad y diligencia. No solo es importante el conocimiento, sino que cuenta tanto más el trato humano, empático, considerado y hasta amoroso, por parte de algunas personas. De la misma forma, la diligencia con la que se responde a la pregunta, la duda, la petición o la necesidad de ese paciente o su familiar, es importantísima en la atención y mejoría de la persona afectada y de su cuidador. En esa receta, las enfermeras y terapistas son protagonistas principales por ser quienes atienden constantemente al paciente y hacen una enorme diferencia. En días recientes, mi padre estuvo hospitalizado y las profesionales de enfermería y terapia respiratoria del cuarto piso del Hospital Doctors’ Center, en Manatí, hicieron la diferencia en su cuidado: capacitadas, sensibles, diligentes, amables, diestras para explicar los asuntos médicos en lenguaje sencillo, profesionales y atentas a cada detalle. A ellas -y ellos- va mi agradecimiento, al igual que al cirujano Heriberto Casanova, quien no solo fue muy profesional, sino muy dedicado y sensible en su trato. A ellos mi reconocimiento hoy, cuando el cristianismo celebra uno de los pilares de su fe: la resurrección de Cristo.