El país en su laberinto
Ya los claros clarines anuncian la llegada a Puerto Rico de Natalie Jaresko. Dicho su nombre la biografía sobra. Lo que no sobra es el desacuerdo, inherente a cualquier suceso de nuestra vida colectiva. El desacuerdo lo suscita la fantasmagoría colonial que encuadra la historia general del país. En concordancia con la fantasmagoría colonial Natalie Jaresko suscita el desacuerdo.
Según el coro optimista la dama llega a ordenar nuestras desordenadas finanzas. Según el coro pesaroso la especialista en dinero ajeno llega a arruinar nuestras arruinadas finanzas.
Ambos coros los integran gargantas formadas en la ciencia de la economía. Y la economía es ideología, doctrina, credo. El resto es cuento chino. El resto es cuento árabe de la locuaz Scherezade para aplacar la sed de venganza del rey Shariyar, a lo largo de mil y una noches.
Ambos coros, el optimista y el pesaroso, reivindican el libro de contabilidad como original pentagrama: ingresos, gastos, ahorros, deudas, cobros, préstamos, inversiones. El libro de contabilidad no impide que se estrene un desacuerdo pasional: auditar o no auditar.
A los coros oficiales se suma la polifonía de las redes, nueva religión universal. Los redesiales, los redesinos o los redeseños expresan simpatía y antipatía por Natalie Jaresko, con parecida vehemencia.
Que si es ciudadana norteamericana de extracción ucraniana. Que si se graduó de Harvard. Que si tiene a su haber el enderezamiento de la torcida situación fiscal del país de donde provienen su papá y su mamá. Que si el salario a pagársele llora ante los ojos de Dios. Que si en el circuito financiero ella representa un “cuarto bate” de grandes ligas.
La entusiasta metáfora beisbolera no proviene de las redes, proviene de la boca de José Carrión, presidente de la Junta de Control Colonial de la cual “la Ucraniana” será Directora Ejecutiva. Una metáfora entusiasta pero inexacta, la prensa así lo rectifica. El “cuarto bate” se encontraba huérfano de equipo y de liga cuando la Junta de Control Colonial lo firmó.
Desde luego, no hay que ser un Elliot Castro o un Chú García para entender que un “cuarto bate” desempleado y con el brazo sin calentar no es el jugador adecuado para sanear la economía nuestra, con una pata en la tumba. Tampoco hay que ser fan beisboleril, por el estilo de Aníbal Acevedo Vilá, para recitar las bondades forzosas del “cuarto bate”: potencia, habilidad, instinto para arremeter contra la bola que viene para home y produce el cuadrangular que vaciará las bases llenas.
¿Vaciarán los batazos de Natalie Jaresko las bases llenas? Desde luego, primero ha de identificar quiénes son los jugadores atascados en primera, segunda y tercera base. ¿Los pensionados? ¿Los bonistas? ¿Los estudiantes universitarios en huelga?
De cualquier manera aquí ya sabemos cuanto necesitábamos saber de “la Ucraniana”, como se apodó a Natalie Jaresko en Puerto Rico, apenas se la oyó mentar. Ya sabemos quién la trajo y a qué viene. Ya sabemos cuánto costarán los inatrapables de tan elogiado “cuarto bate” financiero. Ya sabemos que el salario rebasa el escándalo e irrumpe en el descaro: 625,000 dólares anuales. Un salario a repetirse durante cuatro años. Otro récord para engordar el libro Guinness: País sumido en la inopia contrata lujoso servicio de respiración artificial.
Corrijo la contabilidad. 625,000 dólares anuales más las misas sueltas. Residencia que mira al mar. Escolta. Chofer a tiempo completo. Traslados aéreos mensuales de San Juan de Puerto Rico a Kiev, capital de Ucrania y de Kiev a San Juan de Puerto Rico.
Si ya sabemos cuanto debíamos saber de “la Ucraniana” parece llegada la hora de que “la Ucraniana” sepa cuanto debe saber de nosotros. Y de la fantasmagoría colonial encuadradora de la historia general del país.
Hablar entre “nosotros” de nosotros implica zamparse en el desacuerdo. ¡Somos un vasto archipiélago de personas negadas al acuerdo! Unos nos afirmamos como puertorriqueños y punto. Otros se afirman como puertorriqueños incapaces de quedarse indiferentes ante la monoestrellada y la danza “Verdeluz” e incapaces de ceder el pasaporte norteamericano. Otros se afirman como ciudadanos norteamericanos con residencia en Puerto Rico.
Simplista más que simple, el esquema anterior podría introducir a Natalie Jaresko en el conocimiento de nosotros, al margen de la embrolla. Incluso la ayudaría a reflexionar sobre el país en su laberinto. La reflexión también sería útil a cuantos aman el país en su laberinto por encima de las consecuencias funestas del desacuerdo. Lo aman. Lo sueñan. Lo respetan.