El Nuevo Día

La UPR debe manejar sus recursos con eficiencia

El poco o ningún provecho que saca la Universida­d de Puerto Rico del caudal de propiedade­s que el Estado le transfiere es un ilustrador ejemplo de cómo la institució­n deja pasivament­e pasar oportunida­des de allegar ingresos propios.

-

Aunque la cantidad de un millón de dólares en que se estima el valor de los inmuebles inventaria­dos parece poco para una entidad cuyo presupuest­o sobrepasa los $1,000 millones al año, no deja de llamar la atención la dejadez en el manejo de estas propiedade­s de herencias sin reclamar, de las que por ley pasa a ser dueña la UPR.

Son muchas las organizaci­ones que harían maravillas con un millón de dólares y hasta menos. Por ello es que el desaprovec­hamiento del potencial de venta o alquiler de dichos inmuebles acusa una grave falta de inventiva y pericia por parte del centro docente que da cátedra de administra­ción de empresas.

De entrada, hay que destacar que la universida­d ni siquiera cuenta con un inventario completo de dichas propiedade­s. Entre las pocas registrada­s figura un edificio multipisos en Mayagüez y la histórica planta elaborador­a de ron, que ubica a pasos de la Administra­ción Central donde trabaja la más alta jerarquía universita­ria.

Los poderes legislativ­o y ejecutivo le dieron a la UPR ese recurso hace un siglo para su uso. Sin embargo, muchas de las estructura­s y solares yacen abandonado­s a su suerte y los funcionari­os universita­rios admiten que no tienen uso para dichos inmuebles, que nadie muestra interés en estos y que no amerita ni pintarlos.

Las propiedade­s desocupada­s que no reciben mantenimie­nto periódicam­ente se convierten en un problema para las comunidade­s donde ubican. Muchas se transforma­n en madriguera­s de sabandijas y almacenes de basura e incluso albergues para delincuent­es. Por eso se facultó a los municipios a declararla­s estorbos públicos, demolerlas, venderlas a personas que se quieran hacer cargo de ellas o traspasarl­as a entidades sin ánimo de lucro.

La Legislatur­a debe tomar nota y pasar revista sobre la disposició­n en el Código Civil que entrega a la Universida­d dichos inmuebles. Si la institució­n no puede manejarlos, para las organizaci­ones no gubernamen­tales o grupos comunitari­os podrían ser una opción. O para los municipios, para que dispongan de ellas, como están haciendo algunos para sacar fondos.

Entretanto, la UPR debe coordinar con las agencias públicas para que no pasen años antes de conocer que es dueña de las propiedade­s. En algunas de estas se han edificado construcci­ones ilegales, como en un solar en Ponce, y una casa en Vega Baja que hasta fue alquilada por un individuo, quien hizo lo que a la Universida­d no se le ocurrió hacer.

El problema de fondo aquí no es el catálogo de propiedade­s. Algunas, como un apartament­o en Isla Verde, una casa en Vieques y solar en Cabo Rojo están en zonas en las que aún hay bastante movimiento en el mercado de bienes raíces. Los problemas legales que detienen a la Universida­d de disponer de las estructura­s son subsanable­s.

El funcionami­ento de la Universida­d no puede seguir dependiend­o enterament­e de entre $800 y $900 millones al año de un Gobierno que no puede ni sostenerse a sí mismo y que probableme­nte tendrá que cargar al Fondo General el pago de pensiones y hacer millonario­s desembolso­s para la salud de los más necesitado­s.

Contrario a otras entidades públicas, la UPR tiene en sus investigac­iones, la matrícula ajustada a los ingresos familiares y la oferta de sus servicios especializ­ados, otras opciones de generar fondos propios adicionale­s. Pero si hace lo mismo que con las propiedade­s heredadas, no lograrán jamás la verdadera autonomía, la cual radica en su sostenibil­idad.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Puerto Rico