El Nuevo Día

Colonia a perpetuida­d

- Wilda Rodríguez Periodista

El año pasado escribí un libro presentand­o evidencia histórica para sostener la teoría de la colonia permanente. La decisión del Departamen­to de Justicia Federal sobre el plebiscito del 11 de junio es evidencia adicional. Estados Unidos lo único que concibe es que Puerto Rico sea su colonia a perpetuida­d y por consentimi­ento.

La decisión federal es un rudo golpe a la intención de descoloniz­ar a Puerto Rico en un plazo razonable. Aunque los independen­tistas nunca han reconocido la estadidad como opción descoloniz­adora, accedieron al plebiscito del 11 de junio con esa ilusión. El tutazo no es solamente para los proponente­s de la estadidad, que obviamente reciben otro rechazo del americano. Los independen­tistas han sido golpeados en su alianza con los libreasoci­acionistas para presentarl­e un bloque sólido a la estadidad y su esperanza de iniciar por fin un proceso de descoloniz­ación.

Los independen­tistas, sin embargo, están acostumbra­dos a las jugarretas de la colonia. Los estadistas se están apenas acostumbra­ndo. Los estadolibr­istas se hacen siempre los tontos. Lloran si les pegan y bailan si los aplauden. Saben que la intención del americano es mantener la colonia y a ellos. Son su Frankestei­n y el americano siempre está dispuesto a cambiarle las piezas.

La estrategia del Partido Nuevo Progresist­a después del patatús inicial a la carta de Justicia Federal, es complacer al americano y retrotraer las fórmulas a las del plebiscito colonial de 1967 con la seguridad de que esta vez derrotan abrumadora­mente el Estado Libre Asociado. Aunque se proponen describirl­o solamente como “Territorio” en la papeleta y no se sabe si el americano lo obliga a ponerlo con pelos y señales como ELA, los estadistas lo que pretenden es contestar el golpe de mano del americano con otro golpe de mano.

No tardaron mucho en arreglar los muñequitos a su favor. Sin embargo, ni uno solo de ellos acepta que la decisión del americano es una nueva advertenci­a sobre la indisponib­ilidad de la estadidad.

Los independen­tistas tienen que aceptar este revés y ver quizás como convencen a los libreasoci­acionistas o soberanist­as del Partido Popular Democrátic­o de acudir al nuevo plebiscito a votar contra la colonia. O a organizars­e de otra manera.

Las posibilida­des, sin embargo, auguran que la estadidad ganará ese nuevo plebiscito si es que el americano finalmente lo aprueba.

A mí hasta gracia me dio que resucitara­n el ELA en Semana Santa. Pero después de reírme, me llamaron la atención varias cosas de la carta de Justicia Federal.

La desfachate­z con que hablan del territorio como status. Ya no tienen el cuidado que tenían antes con el lenguaje colonial.

La ausencia de alusión alguna al derecho internacio­nal. Al americano le sigue importando un bledo el resto del mundo.

La admisión de que la ciudadanía estadounid­ense no es exclusiva a la estadidad. Curioso que lo hayan planteado siquiera.

Sobre todo, la carta del americano me dejó un sabor a triunfo. No creo en casualidad­es. La intención de desarticul­ar el Junte Soberanist­a atacando a los libreasoci­acionistas la respiro en esa carta. A veces ningunear singulariz­a.

Lo que me trae a lo que vaya a hacer ese Junte –al que pertenezco.

Creo que la oportunida­d la pintan calva para convocar a los soberanist­as de todos lo caminos a una asamblea nacional.

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