El Nuevo Día

¡A LIMPIAR LA TIERRA!

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1 Comienza con poco. Stephens aconseja que consigas algunos triunfos y ganes algo de experienci­a antes de expandir. “Mucha gente comienza con algo muy grande, luego se sobrecarga­n y se rinden”, advierte.

2 Cultiva cosas que te guste comer,

que le gusten a tu familia. “No hay nada más emocionant­e que ir a tu huerto y recoger el primer guineo, el primer tomate y comértelo ahí mismo. Además, puedes enseñarle a tus niños. Muchos no saben de dónde sale la comida, creen que la comida vienen del supermerca­do, no se dan cuenta que vienen de una planta o del campo”, lamenta.

3 Trata de seguir la mayor cantidad de prácticas orgánicas posibles.

“No manejes químicos tóxicos, de esa forma no contaminas tu hogar ni los cuerpos de tus niños y tu familia. Aprende sobre prácticas orgánicas”, insiste. 4 Crea un ecosistema. Stephens sugiere agregar al huerto animales como gallinas, que incluso se comen organismos antes de que se conviertan en plagas. 5 Combina cultivos. El empresario comenta que juntar flores con vegetales facilita la polinizaci­ón de frutos al atraer mariposas y aves, que a su vez son depredador­es naturales de plagas.

6 ¡Comparte! “Llegará el momento en que verás que tienes más de lo necesario para alimentar a tu familia y podrás compartir, eso te dará la oportunida­d de conocer a tus vecinos y crear un sentido de comunidad porque no hay nada como compartir con tus vecinos ese guineo, ese tomate extra que produce tu huerto”, anticipa. “En la sociedad moderna hay personas tan obsesionad­as con sus teléfonos celulares y con la tecnología, que se olvidan de los vecinos que viven junto a ellos y de su comunidad, así que esta es una forma extraordin­aria para conectar con la comunidad y compartir ese lazo”, agrega. 7 Crea composta. Stephens sugiere buscar un balance entre el nitrógeno y el carbono combinando el tipo de residuos orgánicos en la composta. “Nitrógeno es absorbido por los materiales verdes y carbono es más de los materiales color marrón como las hojas secas y la borra de café. No agregues carnes ni comida cocida porque puede crear malos olores y atraer roedores y sabandija”, detalla.

8 Usa 'mulch' como herramient­a para retener humedad en la tierra.

“Así no se necesita tanta agua, además de que mantiene un ambiente más fresco para los vegetales”, apunta.

9 Rota los cultivos. “Si siembran las mismas cosas año tras año causarán que se agoten los nutrientes del suelo. Cuando cultiven tomates en un lugar, el siguiente año siembre otro producto, y así por el estilo”, ilustra. 10 Busca siempre mejorar el suelo. “Cuídenlo creando un ecosistema que les ayude. Disfruten del proceso. Las personas que cultivan son mucho más felices que la gente que no”, dice.

11 Inspeccion­a los suelos a tu alrededor. Suárez aconseja mirar más allá de tu propiedad y promover prácticas orgánicas en sus alrededore­s para que eliminen el uso de tóxicos que lleguen a través del aire y las escorrentí­as. 12 Habla con tus vecinos. Además de la experienci­a de intercambi­o, Suárez exhorta a promover que se unan al movimiento adoptando prácticas orgánicas que le beneficiar­án a todos.

13 Crea huertos culinarios. Cuando no se tenga terreno cultivable o no sea posible controlar el efecto contaminan­te de los arededores, Suárez propone sembrar en interior. “La gente (con estos problemas) tiene que empezar con un huerto culinario, sembrar en bandejas, en tiestos, porque realmente habilitar una terreno demora diez años. En el huerto nuestro de Aguas Buenas se ha estado trabajando por ocho años con la composta vegetal”, revela.

14 Elige bien el tipo de fruto. Suárez sugiere comenzar por maximizar el cultivo de hierbas, viandas o frutos que no requieren trabajar tanto la tierra -incluso cocos donde se pueda- para fortalecer las condicione­s del suelo, en lo que se logra la tarea urgente de rehabilita­r la tierra.

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