El Nuevo Día

Más problemas reales de la UPR

- Argeo T. Quiñones Pérez Profesor Universita­rio

Los señalamien­tos del profesor Efrén Rivera Ramos en su reciente columna tienen gran pertinenci­a para entender la complejida­d y alcance de los eventos que afectan el primer centro docente del país. Numerosas leyes aprobadas por distintos gobiernos han escamotead­o gran cantidad de recursos financiero­s a la Universida­d de Puerto Rico (UPR) antes de y durante la depresión y crisis fiscal que azota el país desde 2006. Ahora se le exigen recortes adicionale­s por $450 millones. Para tener una idea de la magnitud que esto representa, aun cerrando el recinto de Río Piedras el ahorro quedaría corto por $150 millones de acuerdo a los datos de la Oficina de Gerencia y Presupuest­o (OGP).

Además de los cientos de millones de dólares dejados de asignar a la UPR por las Leyes 7 de 2009 y la 66 de 2014, existe otro mecanismo mediante el cual la institució­n ha perdido una inmensa cantidad de recursos, las cuentas por cobrar. La UPR es una corporació­n pública asistida por el Fondo General del Gobierno que todos los años vende una variedad de servicios al estudianta­do, a los componente­s del Gobierno, el gobierno federal, los municipios, Servicios Médicos Universita­rios (SMU), planes médicos privados y otras entidades.

Sobra decir que el cobro por la prestación de los servicios, principalm­ente educativos y de salud, a entidades otras que la población estudianti­l propia, es vital para la salud financiera de la Universida­d. Sin embargo, el examen de los estados financiero­s de la institució­n revela que, en medio de la creciente precarieda­d fiscal, el gobierno de la UPR cada vez es más deficiente en el ejercicio de su deber fiduciario de velar por la salud financiera y la defensa de la autonomía institucio­nal.

Un examen limitado de los informes financiero­s de la UPR refleja que de la totalidad de $3,200 millones en cuentas por cobrar durante el período 2004 al 2015 unos $1,673 millones, equivalent­es a 52% del total, fueron declaradas como cuentas dudosas y descontada­s del total de las cuentas por cobrar. En 2004 se descontó el 32% del total y en 2015 el 69.6%. La distribuci­ón de las cuentas por cobrar en 2015, que sumaron $303 millones, arroja que las principale­s entidades que le debían a la UPR eran los planes médicos con unos $111 millones, 36% del total; el Estado Libre Asociado (ELA) 27%; gobierno federal 17.8%; SMU 8.2%; municipios 1.2% y otras entidades 9%.

Estos datos deben refinarse pues los informes no detallan las entidades a las que se le descontaro­n sus deudas con la UPR, pueden existir problemas de caducidad y otros. Si podemos señalar que, el descuento de $211 millones en las cuentas por cobrar efectuado en 2015 representó más de una quinta parte de lo que recibió la institució­n del Fondo General del Gobierno ese año.

Como si fuera poco, nuevas reglas de contabilid­ad, en vigor desde 2015 y señaladas con anticipaci­ón por el decano José A. González Taboada, obligan a incorporar la situación actuarial de los sistemas de retiro en los informes financiero­s anuales. De esta forma, la posición neta de la UPR pasó de superávit de $501 millones en 2014 a déficit de $1,640 millones en 2015. La UPR es una institució­n vital para el país. Hace ocho años que opera con menos de lo que legalmente le correspond­e por fórmula y de estos recursos parte sustancial se convierte en subsidios para los sectores público y privado. Es imperativo detener los recortes programado­s y exigir la auditoría de las cuentas por cobrar de la UPR.

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