Reciproque Hacienda el cumplimiento tributario
Los datos presentados por el Gobierno muestran fuertes indicios de que el nivel de cumplimiento ciudadano con su responsabilidad contributiva no ha mermado ante la crisis económica, una muestra de civismo que corresponde al Departamento de Hacienda recipr
El éxito en esta gran tarea de Hacienda es crucial para el cuadre de la caja gubernamental y para la implementación del exigente Plan Fiscal que sin duda requerirá sacrificio de todos en Puerto Rico. Al terminar el período final de recaudos a base de los ingresos generados el año pasado, Hacienda ha mostrado optimismo al obtener una cifra similar a la que se logró el año pasado. Ciertamente, el alza en recaudos en el presente período contributivo tendría que confirmarse para mayo, cuando se hayan contabilizado todas las planillas.
No obstante, es un logro haber obtenido, durante el año fiscal, recaudos que han superado las proyecciones del presupuesto, teniendo en cuenta que el ambiente general no era propicio para esperar buenos resultados. Cierto que ese presupuesto se ajustó desde el año pasado, ciñéndose a números más conservadores, precisamente para no caer en un optimismo exagerado. Aun así representa un buen indicio que los individuos y las empresas mantengan un buen sentido del deber. Y es por eso que Hacienda no debe defraudarlos. La mejor manera de hacerle justicia al ciudadano que cumple -y por lo tanto preservar su confianza- es la inflexibilidad con aquél que incumple. Dicho más claramente: combatir con firmeza la evasión es el mejor recurso contra la impunidad y la corrupción.
El voto de confianza que dan los ciudadanos al rendir a tiempo sus planillas de contribución sobre ingresos, y en ocasiones haciendo largas filas para poder procesarlas, tiene que corresponderse con una mayor acción de Hacienda. Los operativos de años recientes contra evasores, tan favorecidos por la opinión pública, no deben mermar en favor de únicamente una política educativa.
Esas intervenciones destaparon la práctica de ciertas empresas de no entregar a Hacienda millones de dólares del Impuesto de Ventas y Uso (IVU), y el incumplimiento con el envío de las retenciones patronales. Igual de condenable es que en lo segundo también han incurrido entidades públicas.
La educación tributaria es, por supuesto, primordial. No dudamos que entre un cierto número de contribuyentes, sobre todo los más vulnerables, por tratarse de negocios pequeños y con poco acceso a la tecnología, el esfuerzo de orientarlos y hacerlos consciente de sus deberes fiscales es un deber gubernamental.
El hecho es que el contribuyente responsable está cumpliendo con su parte. Ahora le toca a Hacienda, con autoridad para intervenir directamente en las finanzas tributarias, exigir la transparencia que impone la necesidad de cuadrar el presupuesto que el Gobernador está próximo a presentar; cumplir con las obligaciones cuya moratoria de pago se vence en apenas días; y preparar el camino que impulse la actividad económica en el País.
Los requerimientos de la Junta de Supervisión Fiscal incluyen aumentar el flujo de efectivo en las arcas de Hacienda. Entre muchas otras cosas, está en juego que se reduzca la jornada laboral si no se alcanzan las metas programadas y se corre el riesgo de perder beneficios de los empleados públicos.
La rendición de cuentas -a la que los ciudadanos obviamente han respondido- pasa de inmediato a la cancha de los que tienen que actuar con diligencia. No debe haber ningún privilegio que vaya por encima de los sacrificios que se le piden al País.