No es atractivo el poder administrativo en la UPR
Por algún tiempo el ocupar una posición de presidente o rector en la Universidad de Puerto Rico significaba prestigio, honor, reconocimiento y estima hacia el incumbente. Así sucedió durante la estadía de Don Jaime Benítez en ambas categorías.
Pero la historia ha cambiado radicalmente y no son muchos los profesionales de méritos que se arriesguen a aceptar dichas posiciones. La pregunta que se hacen es si vale la pena.
La situación ocurrida en la UPR ha dejado un sabor amargo para varios distinguidos claustrales que entendían que era un privilegio ser presidente o rector en el primer centro docente del país. Después de toda una vida ahora Uroyoán Walker Ramos, expresidente, y Carlos Severino, exrector de Río Piedras, se encuentran ante serios cuestionamientos al ser investigados por Fiscales Especiales Independientes.
Aunque salgan inocentes ya el daño está hecho. Sus reputaciones han sido manchadas.
Muchas veces las posiciones administrativas son un sacrificio y no un privilegio. Ana R. Guadalupe fue rectora de Río Piedras donde fue vilipendiada y abusada por el morbo. Celeste Freytes tuvo que renunciar como presidenta interina cuando un ayudante en la Fortaleza la llamó públicamente mentirosa. Nivia Fernández, actual presidenta interina, quien realiza una labor en un momento difícil, recibe peticiones de que renuncie todos los días. Efraín Vázquez, excelente candidato y profesional quien ocupó la rectoría de la UPR en Humacao le tomó solo un año para darse cuenta que estaba en el lugar equivocado. José Ramón de la Torre, un humanista, nombrado presidente, a los dos meses también decidió abandonar al cargo. Los casos son muchos donde el atropello no se justifica.
En resumen, lo que fue una vez el prestigio como oficial de la UPR, ahora puede ser un infierno y un verdadero riesgo que le puede costar sufrimientos. Aquellos que aspiren a las plazas deben de tener en mente la historia, el tiempo y el espacio. No será tan fácil. De hecho, para que tengan validez estas plazas no se solicitan, las mismas se ofrecen.
Ángel L. Ortiz García Catedrático Distinguido