A la sombra del genio wagneriano
La OSPR interpretó airosa el concierto cancelado en septiembre de 2016
El director asociado de la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico, el maestro
Rafael Enrique Irizarry, abrió la velada con una lectura de carácter glorioso de la Obertura -después arreglada en forma de poema sinfónico-, de la 5ta ópera con música y libreto de Richard Wagner, “Tannhäuser o el concurso de canto del Castillo de Wartburg
Si bien para algunos críticos el “tempo” moderado escogido pudiera resultar pesado, el colectivo de músicos proyectó al máximo las posibilidades de expresión que plantea esta partitura emblemática del romanticismo del siglo 19.
En la lograda interpretación de la noche del sábado se hizo evidente el concepto del conflicto entre el amor apasionado, la sensualidad y erotismo de la diosa Venus, versus la rígida ética del amor cortesano, a la que cantaban los trovadores alemanes medievales, los Minnesänger, acompañados de sus arpas.
Acto seguido, brilló con luz propia la virtuosa oboísta principal de la Sinfónica puertorriqueña, Ivonne Pérez, sobre un sutil acompañamiento de algunos atriles de las cuerdas de sus solidarios compañeros, dirigidos por Irizarry. Pérez ofreció una magnífica interpretación del estreno en la Isla del “Concierto en la menor para oboe y cuerdas” del compositor británico Ralph Vaughan Williams.
Después de establecer el grácil espíritu bucólico del primer movimiento, “Rondó pastorale”, sobre temas del folklore inglés; ya para el segundo, “Minuet y Mussette” y el elaborado scherzo del “Finale”, la presencia escénica de la solista Ivonne Pérez puso de manifiesto su deslumbrante disciplina e inteligencia musical.
La segunda parte de este concierto -producido desde la Corporación de las Artes Musicales en la Sala Casals-, fue dedicada a la única sinfonía del malogrado y talentoso compositor francés, Ernest Chausson.
En su “Symphonie op. 20” -escrita entre el 1889-90 mientras dirigía la Société Nationale de Musique -, hay elementos dramáticos del tormentoso pensamien- to artístico del estilo romántico europeo, influenciados por la técnicas compositivas de la forma cíclica y la estética de su profesor, el organista belga-francés César Frank, y su fascinación por las imponentes obras de teatro musical del alemán Richard Wagner.
En la lenta introducción en compás de 4/4 del primer movimiento el tema amplio y sus modulaciones armónicas fueron adquiriendo fuerza sobre la pastosa sonoridad de las violas, violonchelos y contrabajos unidos a los clarinetes y las trompas que parecían evocar (en nuestro caso presagiar) tiempos oscuros; para desembocar en un rítmico tema ternario en el “Allegro vivo”, y un tema contrastante más melódico en el fagot y la trompa, para luego ser desarrollados con agilidad contrapuntística.
También cabe destacar el lirismo y el “dolor noble” del segundo movimiento, “Trés lent”, bien ejecutado en sus dificultades para la orquesta, y el 3ero “Animé”, un auténtico éxtasis de sonidos sobre temas y motivos escuchados antes y el coral de 22 compases para la sección de vientos-metales, uno de los mejores fragmentos de la literatura orquestal.