Atención PLENA
APRENDER TÉCNICAS DE MEDITACIÓN NOS PUEDE AYUDAR A SER MEJORES PADRES
El otro día vi un episodio de televisión en el que un niño le tiraba un bate de aluminio a su hermana. Menos mal que tenía mala puntería. Sin llegar a tales extremos, sabemos que vivir en familia no es fácil, los bebés llegan sin instrucciones y estamos siempre buscando cómo ser mejores padres. Varios estudios recientes han investigado si el aspecto de la meditación llamado “mindfulness”, o atención plena, nos pudiera ayudar con esto. La atención plena es la capacidad de prestar atención al presente, con curiosidad y sin juicio. Es una de las destrezas que desarrollamos cuando estudiamos meditación.
En un estudio, llevado a cabo en la Universidad de Vermont, los investigadores reclutaron a más de 600 padres de hijos entre los tres y 17 años. Midieron sus niveles de atención plena durante sus actividades cotidianas y mientras estaban en labores de crianza. También midieron el balance entre sus prácticas de crianza positivas, como mostrar amor incondicional y delinear límites, y las negativas, como castigos corporales fuertes.
Resulta ser que vieron una relación entre todo esto. Los padres que mostraban más atención plena con sus hijos -siendo atentos, sin juzgar ni reaccionar de manera inconscientea la vez tenían un balance hacia lo positivo en sus prácticas de crianza y los hijos, también, mostraban menos ansiedad, depresión y mal comportamiento.
“Traer la atención plena a nuestras interacciones con los hijos realmente parece que prepara el camino para que seamos buenos padres”, dice Justin Parent, uno de los investigadores.
Para que ocurra esta relación entre “mindfulness” y nuestros hijos, es necesario que llevemos esta capacidad a nuestras interacciones con ellos, lo cual no es siempre fácil. Nos es suficiente que tengamos más atención plena en general. Hay que aplicarla a cómo criamos nuestros hijos. Al hacerlo, atendemos bien al punto de vista ajeno, nos damos cuenta de nuestros sentimientos cuando estamos en conflicto con los hijos y pausamos un momento antes de reaccionar. Con esto, fortalecemos los lazos con ellos y además les damos un buen ejemplo de cómo interactuar con los demás.
En otro estudio, de George Mason University, los científicos observaron a padres e hijos mientras conversaban sobre algún conflicto entre ellos. Querían ver el efecto cuando los padres mostraban emociones positivas, negativas o positivas compartidas con los hijos, o sea, que tanto ellos como sus hijos las sentían y expresaban. Encontraron que aquellos padres con fuerte atención plena en sus hábitos de crianza mostraron menos emociones negativas y compartieron más las positivas. Vieron una asociación entre compartir estas emociones y que sus hijos usaran menos drogas.
Expresar emociones positivas o negativas en sí no tuvo efecto, pero compartir las positivas lo tuvo. El detalle es estar abiertos a lo que sienten los demás y compartirlo, sin dejar que nuestras reacciones emocionales se metan en el medio.
Estos estudios no prueban que tener la capacidad de atención plena al criar causa que nuestros hijos sean más felices y se porten mejor, pero indican que están relacionados. Por otro lado, un análisis de 88 estudios sobre adiestramiento en meditación indicó que podemos aumentar nuestra capacidad para atención plena con estos programas. Tomados juntos, estos tres estudios sugieren que un posible paso positivo sería aprender estas destrezas y aplicarlas a nuestra vida familiar. El autor es monje zen y coach de vida.