SOLIDARIDAD
Recientemente, el Chicago Tribune y otros periódicos estadounidenses reportaron que el Vaticano había declarado “venerable” al astro Roberto Clemente. El Vaticano lo negó. Si bien esos reportajes resultaron falsos, sí existe una persona a cargo de la causa de su santidad.
Si la idea de declarar santo a un pelotero parece ridícula, recordemos que además de ser un jugador de gran envergadura, Clemente defendió con denuedo la igualdad racial y las causas sociales. Más aún, Clemente murió, literalmente, al servicio de su prójimo llevando provisiones para víctimas de un terremoto en Nicaragua.
Y es que si alguien verdaderamente representa lo mejor de nuestro pueblo es Roberto Clemente. Aunque somos locos desacreditándonos y no siempre somos solidarios con el dolor de nuestro propio pueblo, realmente siempre hemos sido generosos, compasivos y solidarios con el dolor ajeno.
Alrededor de todas las Américas hay monumentos a nuestra generosidad: escuelas, carreteras y estatuas agradeciendo el apoyo, la ayuda y las manos prestadas durante decenas de desastres naturales y crisis humanitarias en otros lugares.
Estas no son excepciones, sino la norma. En 2016, la fundación Flamboyán publicó el informe “Giving in Puerto Rico”, que revela que tres de cada cuatro hogares y el 70% de los encuestados donaban dinero para causas benéficas. Más impresionante aún es que la inmensa mayoría de quienes donan desconocen que lo pueden deducir de sus planillas, es decir, lo hacen sin pedir nada a cambio.
Ahora, con el paso del huracán Irma, nuestro pueblo ha trabajado desmesuradamente para recuperarse y ayudar a todos nuestros hermanos que sufrieron pérdidas mucho peores.
Esperemos que llegue el día cuando entendamos que hemos demostrado que tenemos todos los elementos para tener un país exitoso y que, si podemos ayudar a otros países, también podemos sacarnos los desastres no-naturales que nos azotan a diario y construir un país nuevo con la solidaridad, el empuje y la fuerza que nos caracteriza siempre en esos momentos.