La Liga de Voleibol Superior Masculino debe reformularse
La temporada 2017 de la Liga de Voleibol Superior Masculino que arranca hoy ya enfrentó su cuota de problemas desde antes que comenzara la acción. Recordemos que la Asociación de Jugadores de Voleibol de Puerto Rico convocó a su matrícula a dejar de entrenar durante una semana en el mes de agosto como mecanismo de presión para que la Junta de Directores del torneo aceptara algunas de sus propuestas. Eventualmente, las aguas llegaron a su nivel y la Asociación y los apoderados llegaron a algunos acuerdos, entre ellos la creación de un fondo de garantía salarial.
Las aguas tumultuosas que se navegaron antes de llegar a puerto son una señal inequívoca de que la LVSM tiene que reformularse. El torneo, que en la pasada década ha sufrido una drástica merma en apoyo de los fanáticos y auspiciadores, debe enfocarse en ser uno de desarrollo y vitrina para nuestras jóvenes promesas, un tipo de trampolín hacia mejores contratos en el exterior. Algunos piensan que el dejar ir a las principales figuras a jugar al exterior le restaría brillo al torneo local, pero hace tiempo que la LVSM perdió el atractivo que una vez tuvo. El brillo de la liga provenía de esas franquicias icónicas como Naranjito, Corozal, Lares, San Sebastián... De esas, solo Naranjito estará activo en el 2017. Su llamado ‘Duelo de la Montaña’ contra los Plataneros de Corozal, esa intensa rivalidad que daba color a la LVSM, no existirá este año tras la dispensa otorgada a los corozaleños.
El tope salarial para esta temporada fue fijado en $20,000, una cifra muy distante a los más de $40,000 que algunas de nuestras máximas estrellas llegaron a cobrar por unos cuatro meses de acción. Pero los que cobrarán $20,000 serán la minoría, y los equipos tendrán atletas que podrían estar ganando hasta el mínimo de $1,500 por toda una campaña. Aquí cabe destacar la buena fe de los voleibolistas, que han reconocido lo precario de las finanzas de la LVSM y del país en general, y han aceptado los drásticos recortes.
Los jugadores, a su vez, deben comenzar a ser ‘egoístas’ y pensar en ellos y no en el torneo local. Obviamente, por buen dinero, el jugar en la isla brinda unas comodidades, pero los voleibolistas deben seguir mirando al exterior como la prioridad a la hora de buscar trabajo. Es la manera de funcionar del béisbol invernal y del Baloncesto Superior Nacional, que no tienen en uniforme a los principales exponentes de sus respectivos deportes.
En la LSVM deben permanecer los jugadores con proyección, esos recién salidos de los torneos universitarios que buscan su primer roce en el profesionalismo. Deben ser ‘atletas proyectos’ para nuestra Selección Nacional, y que tengan apoyo económico de instituciones deportivas como el Departamento de Alto Rendimiento del Comité Olímpico de Puerto Rico. Lo ideal es que sean complementados por veteranos que estén de salida en sus carreras como voleibolistas, y que participen en el torneo local mientras se alternan con sus trabajos diurnos –algo que ya hacen algunas de las principales figuras de la LVSM.
Los jugadores han hecho su parte, pero, ojo, también deben hacerlo los apoderados, que no deben ‘picar fuera del hoyo’ realizando contrataciones y pagos por debajo de la mesa en ese afán por ganar.