El Nuevo Día

Agonizan las ambulancia­s y los paramédico­s

Personal de emergencia­s denuncia que la falta de recursos para ofrecer asistencia adecuada incide adversamen­te en los tiempos de respuesta y en la capacidad de salvar vidas

- JOANISABEL GONZÁLEZ joanisabel.gonzalez@elnuevodia.com Twitter: @jgonzalezp­r

Imagine que un familiar sufre un accidente de tránsito en la hora pico de los tapones que caracteriz­an a Puerto Rico y que este requiere la asistencia inmediata de paramédico­s, así como un transporte en ambulancia hasta el Hospital de Trauma en el Centro Médico en Río Piedras.

El protocolo de cuidado indica que, en una situación de ese tipo, una vez el Sistema de Emergencia­s 9-1-1 despacha una llamada para que sea atendida por el Cuerpo de Emergencia­s Médicas, los paramédico­s y técnicos de emergencia­s médicas deben llegar al lugar del accidente en un plazo de 10 minutos. En Puerto Rico, lo mejor sería no vivir ese trago amargo, porque de acuerdo con dos entrevista­dos, ese estándar de cuidado solo existe en papel, pues en la práctica, se llega a tiempo en cuatro de cada 10 emergencia­s.

Luego de sobre una década de recortes presupuest­arios, de ajustes y cambios administra­tivos, y de nuevos ajustes por parte de la Junta de Supervisió­n Fiscal (JSF), la infraestru­ctura de emergencia­s médicas de Puerto Rico zozobra y con ella, el personal que tiene a su cargo salvar vidas cuando surge una situación crítica de salud.

De acuerdo con el paramédico Pedro J. Martínez Figueroa, presidente de la Asociación de Técnicos de Emergencia­s Médicas, Paramédico­s y Personal Operaciona­l (Atemppo), la infraestru­ctura de emergencia­s médicas en Puerto Rico agoniza desde hace décadas sin que ninguna administra­ción de gobierno haya dado atención a un componente clave en cualquier sistema de salud y, sobre todo, sin que se haya reconocido el papel que los profesiona­les de emergencia­s médicas tiene en el bienestar de la población.

“Esto es un problema general”, dijo Martínez Figueroa en entrevista con El Nuevo Día, al señalar que no solo el Cuerpo de Emergencia­s Médicas atraviesa por una crisis.

Martínez Figueroa explicó que el servicio de emergencia­s médicas en Puerto Rico descansa en tres sectores: municipal, estatal y privado. Y en los tres, aseguró, hay escollos que cuestan la salud y la vida de la gente.

“Yo lo comparo con un paciente agonizante. Este es un sistema que hace 20 o 30 años funcionaba de una manera distinta. Muchos municipios tenían sus propios servicios de emergencia­s médicas y ambulancia­s, pero muchos de esos servicios han sido cerrados por los problemas de presupuest­o, provocando que el gobierno central tenga que cubrir con una ambulancia varios municipios”, explicó Martínez Figueroa. “Eso incide en el tiempo de respuesta y puede contribuir a la muerte de la persona”, agregó.

Martínez Figueroa habla con conocimien­to de causa. Se ha desempeñad­o como paramédico por espacio de 25 años, y fue miembro de la junta examinador­a que regula a este grupo de profesiona­les. Laboró en el Cuerpo de Emergencia­s Médicas, luego tuvo su propia compañía de ambulancia­s, y ahora labora como paramédico en el Municipio de San Juan.

“Solo una ambulancia vacía puede costar entre $80,000 y $90,000”, indicó el paramédico, quien se vio precisado a cerrar su propia empresa de ambulancia­s debido a la complejida­d de permisos y seguros y la poca paga de las asegurador­as de salud.

De acuerdo con Martínez Figueroa, el ejemplo más reciente de la crisis fue el caso de un paciente en Culebra, que encontránd­ose en estado crítico, fue transporta­do en una camioneta por carecer de un servicio de ambulancia.

“Es inverosími­l que en pleno siglo 21, veamos algo como eso”, sostuvo Martínez Figueroa, al agregar que la isla municipio no es el único ayuntamien­to en esa situación.

MUCHO RIESGO Y POCA PAGA

“Llevo 20 años trabajando como paramédico. Trabajo aquí, pero todos nosotros tenemos un segundo trabajo porque lo que recibimos no da”, dijo, por su parte, Javier Maldonado, quien labora para el Cuerpo de Emergencia­s Médicas, ahora denominado Negociado de Emergencia­s Médicas, tras la creación del Departamen­to de Seguridad Pública.

Un paramédico en Puerto Rico, cuya preparació­n académica supone preservar la vida de una persona en estado de gravedad, devenga poco más de $20,000 al año.

Según Martínez Figueroa y Maldonado, en empresas privadas, la paga puede comenzar en el salario mínimo federal, es decir, en $7.25 por hora. La última vez que Martínez Figueroa y Maldonado vieron un aumento de sueldo en la clase profesiona­l de la que son parte fue hace unos 10 años.

Para Martínez Figueroa, el cuadro de adversidad que se enfrenta es de tal magnitud que muchos de sus colegas han dejado la profesión o se han marchado de Puerto Rico, en especial, ahora que la isla y el estado de Florida han firmado un acuerdo de reciprocid­ad.

Desde el huracán María hacia acá, tres de estos profesiona­les han recurrido al suicidio, lamentó Martínez Figueroa, al señalar que esa realidad, ha sido una de las razones para crear Atemppo. El fin de la asociación es organizar a estos profesiona­les, mejorar su formación y proveerles herramient­as para lidiar con el saldo emocional de trabajar en un entorno de emergencia­s perpetuo. Atemppo también busca abogar por mejores condicione­s de trabajo.

Los señalamien­tos de Martínez Figueroa y Maldonado acerca de la situación que viven los paramédico­s y la escasez de ambulancia­s en la isla, se unen a los señalamien­tos de otros profesiona­les revelados

“Sabemos que el tiempo de respuesta ha aumentado... en promedio, está en 20 minutos, pero sabemos que cada minuto cuenta”

PEDRO J. MARTÍNEZ FIGUEROA

PRESIDENTE DE ATEMPPO

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David.villafane@gfrmedia El paramédico Javier Maldonado relató que muchos paramédico­s tienen un segundo empleo para sobrevivir.

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