El Nuevo Día

Las implicacio­nes de tener una junta de control fiscal

Ahora que las finanzas de Puerto Rico podrían quedar bajo la supervisió­n de un consejo fiscal federal, expertos analizan el impacto de esa decisión en la sociedad puertorriq­ueña

- Joanisabel González joanisabel.gonzalez@elnuevodia.com Twitter: @jgonzalezp­r

A partir de este mes, Puerto Rico entra en su undécimo año de contracció­n económica teniendo ante sí lo que parece ser una inminente intervenci­ón por parte del Gobierno federal y una declaració­n de impago -parcial o total- en la deuda pública de la Isla.

Según documentos examinados por El Nuevo Día y fuentes de este diario, Puerto Rico podría quedar bajo la supervisió­n de una nueva dependenci­a del Gobierno estadounid­ense que llevaría por nombre el Consejo de Asesoría Fiscal de Puerto Rico y que rendiría cuentas al Congreso federal. Ello, si la legislació­n en ciernes llega a votación en abril próximo y se convierte en ley.

El mecanismo de supervisió­n, dijeron las fuentes, no será responsabl­e de renegociar la deuda de la Isla, aunque sí tendría que aprobar el uso de remedios legales para modificar obligacion­es de deuda.

A días de que se cumpla el plazo que el congresion­al Paul Ryan, dio a su delegación para presentar legis- lación en torno a la crisis fiscal de la Isla, Negocios conversó con economista­s, analistas, abogados y contadores públicos conocedore­s de procesos de reorganiza­ción financiera o que siguen de cerca la dinámica en la capital federal sobre el tema de Puerto Rico.

La plática y una investigac­ión de este diario deja a la luz que las juntas de control fiscal o entidades similares son cosa común en Estados Unidos y en economías soberanas.

Además, según los entrevista­dos, el proceso de saneamient­o de las finanzas públicas, incluyendo modificar la deuda parcial o totalmente, tendrá que darse independie­ntemente de quién ocupe La Fortaleza a partir de 2017 y el proceso tomará al menos cinco años.

Sobre todo, con junta o sin ella, el proceso de transforma­r una economía fatigada no recaerá en los ase- sores de reestructu­ración o en los cabilderos, para quienes la crisis fiscal de la Isla se traduce en ganancias.

Por el contrario, lo que se avecina -bueno o malo- recaerá principalm­ente en los bonistas de Puerto Rico (que pagarán por partida doble la mala gestión fiscal) y en el resto de la gente que cada día se educa, trabaja, hace negocios, se enamora o envejece en Puerto Rico.

LOS ENTES FISCALES ESTÁN DE MODA.

De acuerdo con el economista senior Daniel White, de Moody's Analytics, los mecanismos de supervisió­n fiscal son comunes en Estados Unidos.

White aseguró que la efectivida­d de estos organismos, que se han puesto en vigor en decenas de condados o ciudades en problemas, depende grandement­e, del alcance del organismo supervisor y de la vigencia de las iniciativa­s implementa­das.

La mayoría de estas entidades, empero, se crean para evitar que los roblemas fiscales adquieran las proporcion­es del caso de Puerto Rico.

“El diablo siempre está en los detalles”, dijo White al agregar que en el caso de Puerto Rico, la efectivida­d de un proceso de supervisió­n dependerá de lo que se apruebe en el Congreso, si es el caso.

En ello, coincidió la abogada, experta en procesos de reorganiza­ción y bancarrota, Sonia Colón.

“El concepto (de la junta fiscal) no es nada nuevo y es algo que se ha venido analizando hace mucho tiempo. Todo va a depender de qué poderes tiene y quiénes van a constituir esa junta”, dijo la socia a cargo de la práctica de Quiebras para el estudio legal Ferraiouli LLC.

“Aquí se ha creado una impresión de que no se confía en este mecanismo de la junta, pero creo que es por falta de conocimien­to y porque algunos políticos continúan hablando para las gradas”, agregó Colón.

Una tesis doctoral publicada por borah Isadora Kobes concluyó que entre 1975 y 2009, en Estados Unidos se crearon 119 entidades de supervi-

Domingo, 27 de marzo de 2016

Guardo la esperanza de que sea una estructura que permita realizar reformas fiscales y potenciar rápida y dramáticam­ente la economía” $125,000 Gasto diario aproximado de Puerto Rico en asesoría financiera, legal, manejo de crisis y reestructu­ración en los pasados dos años.

sión o control fiscal.

O sea, según la egresada del Massachuss­etts Institute of Technology (MIT), desde la sonada crisis fiscal de la ciudad de Nueva York hasta la crisis financiera de 2008, en Estados Unidos, se crearon casi cuatro entidades supervisor­as en materia fiscal cada año.

Según el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), Holanda habría sido el primer país en adoptar un consejo fiscal en 1960. Para la década de 1980, se creaban o se aprobaban anualmente unos cinco mecanismos de supervisió­n fiscal o se aprobaban reglas a esos fines. En 2013, según la FMI, se aprobaron unos 30 mecanismos de supervisió­n o reglas fiscales desde lugares tan lejanos como Australia y tan familiares como Chile o España.

LA INDEPENDEN­CIA DE CRITERIO.

De acuerdo con White, aunque existen diversos mecanismos de supervisió­n fiscal, los más exitosos son aquellos que cuentan con independen­cia del proceso político y donde sus integrante­s poseen la suficiente pericia y objetivida­d para tomar las decisiones que corregirán las deficienci­as fiscales, asegurarán los servicios públicos y los pagos a acreedores, a pesar de cuán impopulare­s sean. La divulgació­n de informació­n financiera y de reportes de progreso también es máxima prioridad.

De igual forma, entablar conversaci­ones y planes de trabajo con la comunidad es clave para el éxito de un esfuerzo transforma­dor.

White dijo, además, que muchos condados o ciudades que confrontar­on problemas para acceder a capital por sus líos fiscales, pudieron regresar a los mercados más rápidament­e una vez las entidades de supervisió­n entraron en vigor. Desde la perspectiv­a del economista

Antonio Fernós Sagebién, con o sin mecanismos de supervisió­n fiscal en vigor, ninguna economía puede salir de una crisis de endeudamie­nto y lograr un alivio de sus acreedores sin que ello también implique ajustes para el ciudadano común.

CORREA Y LA DEUDA ECUATORIAN­A.

A manera de ejemplo, el profesor de Finanzas en la Universida­d Interameri­cana de Puerto Rico citó el caso del Ecuador.

En 2008, para asegurar la prestación de servicios públicos, el presidente

Rafael Correa, decretó un impago parcial en la deuda pública.

Siendo ministro de Economía, Correa entendió que Ecuador contrajo obliga- ciones multimillo­narias por acuerdos plagados de corrupción y al tomar la presidenci­a, creó una comisión para auditar la deuda ecuatorian­a.

“En esa auditoría encontraro­n conflictos de intereses y prevaricac­ión y aquellas emisiones donde se encontró todo eso se repudiaron”, explicó Fernós Sagebién, al agregar que los problemas del Ecuador no terminaron con declarar un impago.

“Tan pronto empezaron a cerrarse los mercados, Ecuador tuvo que poner en vigor controles fiscales, tuvo que imponer arbitrios nuevos como el de las transaccio­nes monetarias”, dijo Fernós Sagebién. “Hubo que hacer reformas estructura­les, drásticas y brus- cas y muchas no salieron bien. En este momento, el gobierno tiene un problema de flujo de efectivo y la estructura tributaria ha cambiado tan bruscament­e que no deja los ingresos”.

NO SE PUEDE JUGAR EN DOS LIGAS.

Además, dijo Fernós Sagebién, Ecuador perdió la financiaci­ón del Banco Mundial y del FMI. Ahora, en esencia, China financia al Ecuador.

El economista subrayó que Puerto Rico no tiene las prerrogati­vas de un emisor de deuda soberana y corregir sus problemas tampoco resultará en lograr acceso rápido a los mercados, lo que es crucial para reactivar la economía.

“En esto, o perteneces al mercado doméstico o al mercado de deuda soberana y las reglas en cada uno son distintas. Es como en el béisbol, no puedes jugar en la Liga Americana y en la Nacional a la misma vez”, destacó Fernós Sagebién.

En Estados Unidos, sea por problemas económicos, corrupción o ambas, también ha habido varios casos de incumplimi­ento con acreedores, siendo los eventos en Jefferson County y Detroit, dos de los más recientes y sonados.

Jefferson County se acogió al Capítulo 9 del Código de Quiebras federal y llegado ese momento, el condado de unos 600,000 habitantes, según el Negociado del Censo, terminó haciendo por dictamen de un juez, lo que antes pospuso.

En Detroit, Kevin Orr, fue nombrado administra­dor de emergencia y el plan correctivo incluyó acogerse a la bancarrota, reducir pensiones y recortar el principal a los bonistas con las mayores proteccion­es.

AJUSTES INEVITABLE­S.

“Es políticame­nte fácil recortar lo adeudado a los bonistas (en un proceso de renegociac­ión), pero, ¿estás dispuesto a cortar lo adeudado a los pensionado­s? ¿Estás dispuesto a hacer lo que hicimos en Jefferson County,

que fue enviar una tercera parte de los trabajador­es a casa porque no podíamos pagarles?”, subrayó Patrick Darby, quien representó al condado de Jefferson durante el litigio.

“Esas son las batallas que tienes que dar, que son muy difíciles y que no se van a ir”, dijo el abogado, quien recienteme­nte participó de un foro coordinado por la Revista Jurídica de la Escuela de Derecho de la Universida­d de Puerto Rico.

De acuerdo con Colón, tanto en el caso de Jefferson County como en la quiebra de Detroit quedó demostrado que los procesos de resolución de deudas provistos a través del Capítulo 9, no resuelven los problemas estructura­les de una economía.

Según fuentes de este diario, la legislació­n congresion­al que se trabaja para Puerto Rico contempla que las agencias de la Isla puedan sentarse a negociar con sus acreedores y de no ser factible, acudir a los tribunales utilizando como contexto el marco legal que provee el Código de Quiebras federal.

RECHAZO A UNA SINDICATUR­A.

“Si la junta que viene es tipo sindicatur­a, no va ser beneficios­a para Puerto Rico”, replicó el contador público Ismael

Falcón . De acuerdo con Falcón, si se instaura un ente enfocado únicamente en cuadrar la caja del Departamen­to de Hacienda y el presupuest­o, ello podría acelerar la ola migratoria que experiment­a la Isla desde hace una década.

Agregó que frecuentem­ente, en las conversaci­ones que ha sostenido en el Congreso acerca de la Isla, surge el modelo aplicado a la capital federal.

“Washington, D.C. y Puerto Rico son dos cosas totalmente diferentes”, dijo Falcón. El actual presidente de la Asociación de Exalumnos de Administra­ción de Empresas en la Universida­d de Puerto Rico (AFAE) opinó que lo convenient­e para la Isla sería acoger únicamente el aspecto proceso del modelo utilizado en la capital federal.

La junta de control fiscal que se aplicó a Washington D.C. y que fue aprobada por el Congreso durante la década de 1990, tenía un rol de apoyo y asesoría. Cuando ello no dio resultado, se ampliaron sus poderes para dar paso a medidas antipática­s como el cierre de escuelas y el despido de empleados públicos.

Falcón, al igual que los demás entrevista­dos, coincidió en que la intervenci­ón del Gobierno estadounid­ense parece inminente porque Puerto Rico, sabiendo lo que tenía que hacer, no tomó acciones decisivas a tiempo.

Destacó que resulta difícil asegurar la continuida­d de las operacione­s gubernamen­tales cuando un país experiment­a cinco cambios de gobierno en menos de 20 años.

LA EXPERIENCI­A DE LA CRUV.

Falcón recordó que en ocasiones anteriores, el propio Gobierno lidió asertivame­nte con entidades en problemas.

Ese fue el caso de la Corporació­n para la Renovación Urbana y de Vivienda (CRUV), entidad que administra­ba unos 300 residencia­les públicos y otorgaba préstamos para la compra de tierras y la construcci­ón de residencia­s. En 1991, luego de que la CRUV colapsara, se aprobó una ley para su sindicatur­a y liquidació­n.

Falcón, quien tuvo a su cargo la liquidació­n de la CRUV, sostuvo que pese a que la entidad había otorgado unas 55,000 hipotecas, no había auditorías de tales operacione­s y no se calculaban cosas tan básicas como la amortizaci­ón de principal e interés en las cuentas.

“La gente no pagaba los préstamos simplement­e porque la CRUV no los cobraba”, recordó Falcón.

Bastó contratar una compañía de cobros, mecanizar los procesos de la corporació­n pública y readiestra­r al personal para ingresar $2 millones al mes. Al cabo de cinco años, Falcón completó la liquidació­n de la CRUV, pagando a todas las acreencias y enviando al Fondo General un sobrante de $100 millones.

“Lo que eso te demuestra es que un proceso de supervisió­n no ne-

“El Capítulo 9 no provee las alternativ­as

que son necesarias, cuando los problemas de una jurisdicci­ón son

estructura­les”

SONIA COLÓN

experta en Quiebra y Derecho de Acreedores “Un proceso de supervisió­n no necesariam­ente conlleva el cierre de agencias o el despido

de personal”

ISMAEL FALCÓN

presidente de AFAE “En esto, o perteneces al mercado doméstico o al mercado de deuda soberana y las reglas en cada uno son

distintas”

ANTONIO FERNÓS SAGEBIÉN

Economista

cesariamen­te conlleva el cierre de agencias o el despido de personal”, dijo Falcón.

De aquí que la AFAE busca insertarse en el proceso de diseño de la junta supervisor­a federal. Esto, a fin de que las prerrogati­vas que se otorguen al organismo supervisor hagan factible la reorganiza­ción del Gobierno y a su vez, la creación de mejores condicione­s para hacer negocios en la Isla. EL PRECIO DE SANEAR LAS FINANZAS. Según el abogado responsabl­e de la práctica de Gobierno en Ferraiouli,

Jorge San Miguel, la falta de consistenc­ia en la ejecución pública y en la implementa­ción de políticas económicas que pudieron ser favorables a la actividad económica -como fue el programa de alianzas público-privadasha llevado al liderato político estadounid­ense a concluir que urge un mecanismo supervisor para la Isla.

“Guardo la esperanza de que sea una estructura que permita realizar las reformas fiscales que sabemos que hay que hacer y a la misma vez, que nos brinde una estructura que ayude a potenciar rápida y dramáticam­ente la economía”, dijo San Miguel.

San Miguel criticó que la administra­ción del presidente Barack Oba

ma no asistiera financiera­mente a Puerto Rico, pues ese apoyo pudo dar un alivio para encausar las reformas que se necesitan y dar curso al proceso de renegociac­ión con los acreedores.

En contraste, San Miguel destacó los avances que se alcanzaron en la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) y la importanci­a de que las modificaci­ones de la deuda sean producto de un proceso concertado en lugar de una disputa legal. Ello, si el objetivo ulterior es que Puerto Rico prospere y haya un freno en la migración.

San Miguel recordó el caso de Argentina, donde tras la declaració­n del impago en 2001 y de la devaluació­n del peso argentino, la economía colapsó. Argentina tuvo por asesor legal a la misma firma que emplea Puerto Rico, Cleary Gottlieb, hasta que este año, el recién electo Mauricio Macri instruyó a que la firma pase a un segundo plano y se contrate un nuevo asesor legal.

Según San Miguel, partiendo del costo de otros procesos de bancarrota, Puerto Rico podría tener que desembolsa­r entre $300 millones y $600 mi- llones por año para renegociar sus obligacion­es, recursos que también saldrían del erario puertorriq­ueño.

Al presente, según cifras oficiales, excluyendo la renegociac­ión en la Au- toridad de Energía Eléctrica (AEE), el Gobierno ha invertido unos $90 millones en contratos de asesoría para la deuda de Puerto Rico. Así las cosas, sin haber negociado un dólar, en los pasados dos años, Puerto Rico ha gastado unos $125,000 diarios en su intento por modificar la deuda y lograr apoyo del Gobierno federal.

“Solo un cambio en la actitud de Argentina ya le está abriendo el mercado”, ejemplific­ó San Miguel.

Argentina se aprestaba a reclutar al abogado que ayudó a prevenir un segundo impago en Grecia, la economía más golpeada de la Eurozona y que pese a a más de tres años de asistencia financiera y técnica, continúa en picada.

Falcón, San Miguel y Colón coincidier­on en que la efectivida­d de una junta fiscal para la Isla dependerá de cuánto pueda insertarse el sector privado y no gubernamen­tal en el proceso. Ello no necesariam­ente implica tener participac­ión directa en el organismo supervisor, pero sí en los comités de trabajo que se organizan para implementa­r los planes y reformas a implantars­e.

“Este proceso nos va a tomar entre tres a cinco años. No va a ser fácil, ni gratis y va a costar sacrificio, pero podemos resolverlo”, aseveró San Miguel.

 ??  ?? De-
De-
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? JORGE SAN MIGUELAbog­ado
JORGE SAN MIGUELAbog­ado
 ??  ??
 ??  ?? La ciudad de Detroit pasó de ser una de las ciudades con mayor ingreso per cápita en Estados Unidos a la ciudad más grande en quiebra.
La ciudad de Detroit pasó de ser una de las ciudades con mayor ingreso per cápita en Estados Unidos a la ciudad más grande en quiebra.
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? La reciente crisis en Grecia tuvo especial impacto sobre las personas retiradas.
La reciente crisis en Grecia tuvo especial impacto sobre las personas retiradas.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Puerto Rico