El Vía Crucis en las carreteras
Si usted, al transitar por nuestras carreteras, ha tenido que invertir el poco dinero que le queda en arreglar las sopandas, el tren delantero, reconstruir aros, ejes y amortiguadores, usted ha estado cargando su cruz privada. Si ha padecido de la espalda, las rodillas o la columna vertebral, sepa que las condiciones de salud obedecen a dos factores: el genético y ambiental.
Las imperfecciones, los boquetes y las zanjas de nuestras carreteras son parte del ambiente que nos atormenta. Si al caer en un hoyo se le rompe una goma y transitan por su cerebro pensamientos malignos y pecaminosos, sepa que está perdiendo su sanidad mental y, Dios no lo quiera, la salvación de su alma.
Nuestras carreteras, que debieran facilitar el desarrollo comercial, industrial y turístico, se han convertido en una rémora insostenible e intolerable. Una encuesta pueblo por pueblo, administrada por unas de nuestras universidades, refleja que el mal estado de las carreteras es una de las principales preocupaciones. Juan Antonio Candelaria
Arecibo