El Nuevo Día

La comunidad puertorriq­ueña hace su aportación en Florida

- JOSÉ JAVIER PÉREZ josej.perez@gfrmedia.com

ORLANDO/KISSIMMEE - Antes, durante y después del paso del huracán Irma, los boricuas en estas ciudades sirvieron como enlace para otras comunidade­s de hispanos que no dominan el inglés o que jamás habían vivido la experienci­a de ser azotados por un ciclón.

Ese fue el caso de una joven madre que pernocta en un hotel de Kissimmee ubicado en la avenida 192. La mujer, madre soltera y quien llegó desde Chile, caminaba de un lugar a otro en el vestíbulo de la hospedería buscando alguien que le explicara en español qué debía hacer ante el paso del meteoro que tocó esta zona la madrugada de lunes.

Alondra Sánchez, de Carolina, Puerto Rico, y quien se hospeda en el mismo hotel, se tropezó con la joven chilena –que pidió que no se le identifica­ra– de camino a un baño. “Ella no sabía qué era un huracán. Solo tenía cinco botellitas de agua. Que tuviera un niño de tres años me preocupó demasiado”, dijo Sánchez al narrar que buscó las palabras más sencillas para explicarle qué era un huracán como el que se acercaba.

“Ellos sabrán de terremotos, pero nada de huracanes como a los que los boricuas estamos acostumbra­dos. Los ciclones y las tormentas son parte de nuestra cultura, pues seis meses al año la isla está expuesta a esto”, dijo Sánchez a El Nuevo Día.

La puertorriq­ueña no solamente interpretó al castellano los avisos meteorológ­icos, sino que le tradujo lo que implicaba el golpe de este huracán. Al final, Sánchez compartió parte de sus abastos de agua.

“Los puertorriq­ueños fuimos un enlace clave entre lo que estaba sucediendo y nuestra comunidad latina, desde los mensajes del gobernador Rick Scott hasta las conferenci­as ofrecidas en los condados donde hay muchos hispanos”, dijo Luis Figueroa, director ejecutivo de la Cámara de Comercio puertorriq­ueña en la Florida central.

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