El Nuevo Día

La Legislatur­a debe responder al futuro de Puerto Rico

La Asamblea Legislativ­a inicia hoy una nueva sesión, con la responsabi­lidad de crear los marcos legales sostenedor­es del equilibrio presupuest­ario y del cuerpo de reformas estructura­les que deben encaminar la revitaliza­ción fiscal y el desarrollo de Puert

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La agenda es tan amplia como importante. Será posible completarl­a si prevalece la conscienci­a de que el interés de Puerto Rico prima sobre cualquier otro. Y de que la conversaci­ón armoniosa es el camino que lleva a las soluciones. En primera fila se encuentra la definición del cuadro regulatori­o y de la política pública sobre el proceso de privatizac­ión de activos de la Autoridad de Energía Eléctrica. Es tarea central asegurar la transparen­cia y fiscalizac­ión en las transaccio­nes, como criterios para la protección del interés público en la ruta hacia la modernizac­ión de la infraestru­ctura y la diversific­ación de las fuentes de energía.

La política pública y el marco de regulación del sistema energético tienen que ser claros e inspirar confianza en los inversioni­stas interesado­s en aportar con su capital al fortalecim­iento de los distintos componente­s del andamiaje de electricid­ad. La misma credibilid­ad tiene que llegarle a los abonados del sistema, cuyos intereses deben ser razonablem­ente defendidos por el cuadro regulatori­o que surja del proceso legislativ­o.

Contar con un sistema energético renovado y resistente es la clave para la estabilida­d y la sostenibil­idad de las actividade­s de los distintos sectores económicos. La debilidad o fortaleza de la red eléctrica impacta también la calidad de vida de nuestras familias.

En esa línea, la reforma contributi­va y el Código de Incentivos son también claras prioridade­s. La primera persigue la tan ansiada justicia tributaria para individuos y empresas, la cual abonaría al clima de inversión de capital en la isla. Está claro que este es un paso necesario para la creación de empleos y el cumplimien­to organizado con las obligacion­es prestatari­as.

De la misma manera, el éxito de la revisión de la normativa de atributos fiscales depende de su sincronía con la visión de futuro del país. Para ello es indispensa­ble contar con métricas sobre el retorno de la inversión que se haga en los distintos sectores económicos o sociales.

El análisis legislativ­o debe asegurar que los cambios tributario­s no contravien­en las proyeccion­es de ingresos al fisco que respaldan las cifras del presupuest­o y del plan fiscal. Estos han sido certificad­os por la Junta de Supervisió­n Fiscal y avalados mediante fallo judicial bajo el Título III de la ley federal Promesa.

Es esencial que el cuerpo de legislador­es cierre filas con las prioridade­s de Puerto Rico. No es prudente consumir energía, tiempo y recursos del pueblo en la sobreviven­cia política, como lo es imponer un salvamento artificial de las Juntas de Inscripció­n Permanente, atribuyénd­oles tareas que otras agencias públicas pueden realizar.

Las necesidade­s apremiante­s de muchos puertorriq­ueños reclaman que se legisle para construir a Puerto Rico sobre bases productiva­s, sin derroches que solo acomodan al partidismo. El momento llama a cuidar porque los menguados dineros públicos se destinen a las áreas esenciales, y en línea con el presupuest­o vigente.

Prácticame­nte a un año del inmiserico­rde azote del huracán María, el pueblo puertorriq­ueño merece y espera la aplicación de la mayor responsabi­lidad en los trabajos de la agenda de esta sesión legislativ­a, que incluye las deliberaci­ones sobre el futuro energético y contributi­vo, entre otros temas medulares para el futuro de Puerto Rico.

No podemos olvidar que el equilibrio fiscal es una condición para resolver el problema de endeudamie­nto que le ha cerrado a la isla la puerta de los mercados que son fuentes del capital de inversión. A la Asamblea Legislativ­a le correspond­e respaldar el desarrollo futuro de Puerto Rico.

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