“Podría haber caos logístico”
JULIANA BARBASSA
Bailando en el diablo en la ciudad de Dios: Río de Janeiro en el borde
Periodista brasileña y autora de
Si estás hablando de los lugares, sí; estoy segura que los eventos saldrán sin ningún problema. La infraestructura es otra cosa. Por ejemplo, la extensión del metro que se suponía iba a vincular las zonas turísticas de Ipanema y Copacabana a los suburbios del oeste, donde se encuentra el conjunto Olímpico principal, no se inaugurará hasta el final del mes. La pregunta importante aquí, sin embargo, no es si Río estará listo, pero ¿a qué precio y a beneficio de quién se transformó la ciudad?
Desde la perspectiva de la ciudad, no se han cumplido los objetivos olímpicos principales: la bahía en el corazón del área metropolitana de Río, que está completamente contaminada, debería haber sido limpiada, y no lo fue; las favelas de la ciudad, que albergan una quinta parte de sus residentes en condiciones inferiores, se les prometió servicios básicos, y estos nunca llegaron. Algunos proyectos se pusieron en marcha, tales como las nuevas rutas de tránsito de autobuses, pero no de la manera que sirva mejor a la población.
En un sentido, los Juegos fueron positivos, ya que plantearon expectativas de la población con respecto a estas cuestiones. Ahora la demanda de tratamiento de aguas residuales y una bahía limpia es parte de una agenda pública más amplia. También hay un cuestionamiento más extendido, no sólo en Río, pero en otros lugares, sobre el legado real de megaeventos. ¿Necesitan ser tan grandes, y tan caros? ¿Es una buena idea usarlos como herramientas de renovación urbana, como fueron lanzados en Río?
Cuestionar este modelo olímpico de “más grande es mejor” es también un legado positivo.