DE BASUREROS Y ESPíAS
Aquel día estaba ofreciendo un taller a padres de estudiantes de una escuela pública. El tema era “Cómo convertirte en el coach de tus hijos”. En ese momento estaba hablando acerca de la importancia de validar a los niños, de hacerlos sentir orgullosos de sus logros y escuchar sus opiniones, en vez de constantemente regañarlos por lo que hacen mal.
Una de las madres quiso compartir con el grupo algo que recientemente le había ocurrido con su hijo de seis años. El nene tenía que hacer un proyecto para la escuela buscando una foto o lámina que representara qué quería ser cuando fuera grande. “El llevaba ya tiempo diciéndome que, cuando él fuera grande, iba a ser espía”, comentó. “Así que yo pensaba que esa era la foto que estaba buscando: alguien que pareciera un espía”.
Pero, para sorpresa de la madre, el nene llegó con una lámina de unos basureros recogiendo basura en un camión. “Esto es lo que yo quiero ser cuando yo sea grande”, le dijo a la madre, enseñándole la foto. “¿Pero tú no querías ser espía?”, le preguntó la mamá. “Sí, pero ahora pienso que es mejor que sea basurero, porque los que vienen aquí son bien buena gente y, además, hacen algo para mejorar a Puerto Rico”.
“Pues, si eso es lo que quieres ser, vamos a usar esa lámina y a escribir por qué”, le dijo la madre. Ella pudo haber reaccionado de otro forma, tal vez criticándolo por querer ser basurero (o empleado de saneamiento que es el título correcto para los que hacen ese tipo de trabajo), o tratando de convencerlo de que un espía gana más. Pero esa madre decidió apoyarlo, validarle su argumento y dejarlo ser.
Pero, para lograr hacer eso, primero lo escuchó. Se preocupó en averiguar el porqué detrás de su decisión. La próxima vez que alguien, niño o grande, te diga algo con lo que no estás de acuerdo o pareces no entender, en vez de saltar a juzgarlos, pregúntale por qué piensa así. Te sorprenderás de lo que puedes descubrir.