Metro Puerto Rico

Forjadora de modelos a seguir

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15 años de edad, la vida le dio un giro de 180 grados. Esas 15 primaveras, que se celebran en ocasiones por todo lo alto, marcaron su vida al enterarse de que había sido adoptada al nacer.

Según dijo, “eso no fue impediment­o para que yo pudiera hacer muchas cosas, sino todo lo contrario”. Figueroa Ramos tomó las riendas de su vida y decidió irse junto al que sería el padre de dos de sus tres hijos. Se convirtió en madre a los 17 años de un niño y, un año más tarde, de una niña. Pero ella sabía con certeza que dejar de estudiar no era una opción.

“Yo entendí que tenía que seguir estudiando porque tenía que ser ejemplo para los hijos míos”, recordó la ahora psicóloga, quien logró terminar su cuarto año mediante un examen de equivalenc­ia para entrar a la universida­d. Allí, además de hacerse una profesiona­l de las Ciencias Sociales, también se convirtió en mujer.

“Me hice mujer cuando empecé a estudiar, no cuando tuve a mis hijos”, confesó la boricua, quien en ese proceso se separó de su entonces pareja. Al graduarse en 1999, encontró trabajo en la Oficina de Compensaci­ón y Servicios a las Víctimas y Testigos de Delitos del Departamen­to de Justicia como técnica de compensaci­ones.

Figueroa Ramos había conseguido superarse, pero “quería hacer algo más por Puerto Rico”. Un adiestrami­ento laboral sobre niños sobrevivie­ntes en casos de asesinato en la Universida­d de Wisconsin, en Estados Unidos, fue el empujón que necesitaba.

“Estando allí solita y viendo las necesidade­s que tenían los niños, me puse a pensar qué podría hacer yo”, recordó. Cuando regresó al país, no lo pensó dos veces y decidió darle vida a un proyecto en el que pudiera ofrecer talleres, integrando clases de refinamien­to y modelaje, que le permitiera­n trabajar con la autoestima de los participan­tes entre las edades de 6 y 12 años. “Hacer esta mezcla con los talleres”, según contó la psicóloga, hizo posible que se creara lo que se conoce como el proyecto Modelos para la Sociedad.

El propósito de esta iniciativa es “que ellas (y ellos) sean modelos a seguir y ejemplos a seguir. Que esos talleres le sirvan para toda su vida”, afirmó Figueroa Ramos. El proyecto está abierto a personas de cualquier condición social y de salud.

“Nosotros tenemos ahora mismo a un niño que es autista” y, según aseguró, han tenido niñas con síndrome de Down. Lo que ha sido beneficios­o para los integrante­s porque “pueden aprender de ellos”.

Desde que abrió sus puertas en 2012, la matrícula de Modelos para la Sociedad ha ido en aumento. Recibe entre 45 y 50 niñas y niños cada año de diferentes partes de la isla. Sin embargo, no ha sido fácil. El no contar con apoyo del Gobierno estatal ni el federal hace arduo el trabajo de su creadora, quien mueve cielo y tierra por conseguir recursos que enriquezca­n sus talleres de forma gratuita.

Aun así, esta puertorriq­ueña quiere hacer más. Su meta es llevar a sus modelos a visitar un campamento en la Casa Blanca, al que tuvo la oportunida­d de ver en junio pasado como invitada a la Primera Cumbre de Mujeres, auspiciada por el Gobierno estadounid­ense.

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