Daño en AAA por María pudo haber afectado la salud y el medioambiente
bordes, porque también hubo troncales y líneas rotas y la reparación de esto conlleva tiempo. Tú no lo puedes hacer de un día para otro, sobre todo las troncales que están por encima de los cruces de los ríos o que pasan por debajo de un puente”, afirmó el funcionario.
Una de las instalaciones que más preocupó a las autoridades, indicó Carmen Guerrero, directora de la EPA en Puerto Rico, fue la estación de bombeo de aguas sanitarias de Torrecilla, en Loíza.
“Te diría que de lo más que nosotros estábamos preocupados es de la estación de bombeo de Torrecilla, al lado del Río Grande de Loíza. Específicamente esa estación de bombeo maneja 25 millones de galones [de aguas usadas] diarios que llegan hacia la planta de tratamiento”, soltó.
En las plantas de Cayey, Comerío y Corozal, que conectan con el río La Plata, también hubo desbordes que causaron un impacto en tomas de agua potable, manifestó de su parte Géliga.
Con el tiempo, una vez discurre el agua y finalmente el río desemboca en el mar, se diluyen los contaminantes. Sin embargo, el efecto inmediato podría ser nocivo para la salud humana y otros seres vivos, detalló Guerrero.
“Hubo un impacto inmediato, porque cuando tú tienes grandes cantidades de agua sanitaria llegando a un cuerpo de agua… hubo un impacto”, continuó. La situación de contaminación producto de los daños causados por el huracán en los equipos de la AAA, destacó Carl Soderberg, exdirector de la EPA en Puerto Rico, puso en una situación de vulnerabilidad a la población. Y es que, al no haber energía eléctrica, 800 de las 900 estaciones de bombeo de agua potable quedaron apagadas, lo que dejó miles de hogares sin servicio. Así que la población recurrió a cuerpos naturales para suplirse del líquido, algunos de los cuales recibían las descargas de aguas usadas mencionadas por los oficiales de la agencia federal.
“Todo esto redunda en una mayor vulnerabilidad en la población. Parte de eso [descargas sanitarias] llegaba a los cuerpos de agua, a las playas, a donde la gente llegaba para bañarse, lavar ropa, a coger agua para sus casas”, acotó Soderberg.
Para el ingeniero, a pesar de que las autoridades estatales y federales defienden haber adver- tido a la población sobre la situación, esta acción no fue efectiva, sobre todo por la falta de medios electrónicos. “Mucha gente dice que no hubo orientación”, soltó.
Las aguas usadas contienen un gran número de bacterias, virus, remanentes de comida, entre otros elementos o partículas que podrían tener un efecto negativo en la salud de un individuo al tener contacto directo o indirecto. Si algún ciudadano entrara en contacto con cuerpos de agua contaminados, expuso el profesor de salud ambiental Pablo Méndez Lázaro, podría presentar problemas dermatológicos, enfermedades como la conjuntivitis y, si la consumiera, estaría en riesgo de diarrea y otros problemas gastrointestinales.
Por su parte, el químico ambiental Neftalí García señaló: “Por ejemplo, si hay una descarga de agua y penetra en las casas, las personas que se exponen a esas aguas pueden desarrollar enfermedades de la piel; los gases que emite el agua estancada, por regla general, son irritantes, incluyen sulfuro de hidrógeno, pueden incluir mercaptanos, es un irritante para las vías respiratorias, para los ojos, para la piel”.
Las personas que ya padecen de episodios de asma o de
Soderberg afirmó que, en comparación con otras agencias del Gobierno, como lo fue la Autoridad de Energía Eléctrica, la AAA realizó un trabajo diligente en atender la emergencia. A pesar de los estragos, comentó el ingeniero, la mayor parte de los ciudadanos ya tenía agua potable para febrero, mientras aún hoy hay quienes carecen de luz.
“Tomando en cuenta que, precisamente, Acueductos necesita energía para operar las estaciones de bomba, las plantas de tratamiento pudieron haber esperado por la luz, pero no lo hicieron. Donde no había, ubicaron generadores con un grado de dificultad, pues a veces no podían llegar por carreteras a llevar diésel. Tuvieron que competir con todos nosotros para buscar combustible… El desempeño fue mucho mejor que el de la AEE”, mencionó el exfuncionario federal.
Así también reaccionaron Guerrero y Géliga, quienes resaltaron la gestión de la AAA al utilizar maquinaria para succionar aguas usadas de las estaciones de bomba, en aras de evitar los desbordes, y la contratación de empresas que —a su juicio— repararon con celeridad los daños.
Actualmente, informó el director del Programa de Agua, son pocos los sistemas que están fuera de servicio, aunque aceptó que “un sin número” de estaciones de bomba funcionan por generadores.
“Yo diría que, dentro de lo que fue la respuesta de emergencia, gracias al trabajo que se tenía ya de años de Acueductos a través de acuerdos por consentimiento, y las distintas acciones de cumplimiento que nosotros teníamos, sabíamos dónde estaban las plantas, cuáles eran las condiciones”, mencionó Guerrero.
Aun así, Géliga exhortó a la población a estar pendiente e informar sobre cualquier rotura o situación que pudiese ocurrir con los sistemas de la AAA. “No hay duda de que van a existir roturas en tuberías, colapsos, pero eso pasaba antes del huracán. Eso no es necesariamente a causa del huracán, puede existir algo roto que nadie haya determinado. Puede pasar”, ripostó.
Uno de los aspectos que considera la EPA que es indispensable para la AAA es reevaluar la infraestructura que se afectó por su ubicación. Por ejemplo, Guerrero destacó la planta de tratamiento de Dorado, que se encuentra frente al río La Plata y quedó inundada por completo. Esta planta, igualmente, había llegado a su uso máximo, así que la corporación pública tendría que construir una nueva.
Por parte del Gobierno, continuó la exsecretaria del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales, debe establecerse una nueva política pública energética, en la que se considere fuentes de energía específicamente para las instalaciones de la AAA, para así evitar el colapso ante una falla de la AEE.
Mientras, en términos de su agencia, buscará aumentar el personal de respuesta de emergencias, porque, aunque llegaron cientos de empleados de las regiones de EPA a laborar en la isla, la oficina de Puerto Rico solo cuenta con dos funcionarios a estos fines.
Y, finalmente, reforzarán sus inspecciones a la AAA previo a la temporada de huracanes para asegurarse de que “los generadores estén operables, bien mantenidos, que tengan un buen manejo del combustible y áreas para guardarlos”.