El riesgo de ser bilingüe en EE. UU.
mente difundidos recientemente de un abogado que increpaba a dos personas que hablaban español en un restaurante y de un agente de la Patrulla Fronteriza que interrogó a personas por el simple hecho de que hablaban español.
En este último episodio del 16 de mayo, el agente le dijo a Ana Suda y a su amiga que quería ver sus identificaciones porque las escuchó hablar español en un negocio y le pareció sospechoso. El incidente se produjo en Havre, a 48 kilómetros (30 millas) de la frontera con Canadá. Un portavoz de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP por sus iniciales en inglés) dijo que se está analizando el incidente, aunque destacó que los agentes tienen amplia discreción para interrogar a la gente.
Suda no quiso responsabilizar al presidente Donald Trump, al menos no directamente, por lo que ella y muchos otros perciben como un tratamiento más hostil hacia los extranjeros. “Lo que sé es que, aproximadamente hace un año y medio, empecé a sentir cómo que la gente te dice algunas cosas”, comentó.
La hostilidad no abarca exclusivamente a los hispanohablantes. Quienes hablan árabe, farsi y otras lenguas asiáticas o indias hace rato que deben decidir cuándo hablar sus idiomas nativos y cuándo es preferible no hacerlo. Algunos sienten que la retórica agresiva del gobierno de Trump y sus políticas rígidas hacia los inmigrantes de México y América Central han hecho que las miradas desaprobatorias den lugar a una hostilidad abierta.
“La realidad es que el sentimiento antiinmigrante es hoy mucho más palpable. Se percibe no solo en los bares y en las zonas rurales. Está presente en las conferencias de prensa de Washington”, afirmó Brian Levin, director del Centro de Estudios sobre el Odio y el Extremismo en la Universidad Estatal de California con sede en San Bernardino.
En Estados Unidos, una de cada cinco personas mayores de cinco años habla otro idioma en su casa, según la Oficina del Censo. En Los Ángeles, más de la mitad de la gente lo hace.
Aproximadamente, el 60 % de las personas que hablan otro idioma dicen que también hablan inglés.
En la mayoría de los casos, ese otro idioma es el español. Unos 40 millones de personas que viven en Estados Unidos lo hablan, y hay estudios que indican que para los hispanos es importante preservar su lengua, de acuerdo con Jens Manuel Krogstad, escritor del Centro de Investigaciones Pew, un organismo independiente con sede en Washington.
Para muchos, hablar español no es una opción, sino una necesidad, pues tienen padres, abuelos y amigos inmigrantes que no hablan inglés. Otros se las arreglan hablando un poco de inglés, pero se sienten mejor hablando sus propios idiomas maternos.
En muchos casos, lo hacen por decisión propia. A veces, es algo deliberado, y otras, porque es el idioma que más les gusta, el que siempre han hablado. Es la lengua con la que pronunciaron sus primeras palabras y con la que aprendieron matemáti- cas, por lo que tienden a contar el dinero en ese idioma por más que hablen inglés perfectamente. Otra posibilidad es que se enamoraron en español y eso no se puede traducir.
Algunos nativos pueden pasar al español para analizar los términos que les ofrecen en una concesionaria de autos o para retar suavemente a sus hijos sin que el resto del mundo lo sepa.
“De niña, mi madre nos hablaba en español cuando nos portábamos mal”, dijo Vanessa Viana, de 37 años y quien pasó su infancia en el norte de California. “Creo que le inculcaron la idea de que lo que decimos en español es algo privado”.
Viana dijo que eso no funciona en el sector de Los Ángeles donde vive ahora, ya que todo el mundo habla en español. Ella lo hace en todos lados con sus dos hijos, con la esperanza de que aprendan el idioma y se sientan orgullosos de él.
“Es muy lindo hablar en tu lengua materna”, manifestó por su parte Mucarsel. “Te viene del alma”.