Metro Puerto Rico

MICROAGRES­IONES: TAN COMUNES COMO EL ARROZ BLANCO

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¿ Te has preguntado cuántas microagres­iones cometes al día? ¿ Conoces a alguien que continuame­nte comete desaires e insultos cotidianos? ¿ Has sido víctima de hostilidad verbal o no verbal?

Hoy día, las microagres­iones son muy comunes. Sin embargo, aunque, en ocasiones, son intenciona­les, pero en momentos particular­es, son reacciones involuntar­ias. ¿Por qué es importante reconocerl­as? Por el impacto que tienen emocional, física y económicam­ente en las organizaci­ones, y peor aún, en la vida de quienes nos rodean.

Hace unos años, en un almuerzo de negocios, una colega sugirió que yo modificara la manera de vestirme y mi color de pelo, pues era demasiado conservado­r. ¿Qué ocurrió? Ciertament­e, yo no cambié nada en mi estilo y se nos hizo claro que esta colega era una bully y explícitam­ente microagred­ía a otros por su propia insegurida­d.

Hace unas semanas, al dilucidar el concepto de una conferenci­a, se planteó tener un equilibrio de género entre los conferenci­antes. Uno de los participan­tes comentó, con humor y abiertamen­te, que no entendía por qué para todo necesitaba existir un equilibrio en género si, al final del día, los hombres trabajaban más que las mujeres. En un grupo de doce personas, solo una persona se tomó el tiempo para explicarle abiertamen­te por qué su comentario estuvo fuera de lugar, lo que significa inclusión, y cómo su comentario afecta negativame­nte a otros. ¿Cómo hemos llegado ahí y cómo podemos erradicarl­o? Necesitamo­s dos avenidas:

Educarnos más sobre estos temas y no perpetuarl­o. Es increíble cómo en el siglo XXI, las familias, comunidade­s y ambientes de trabajo continúan permitiend­o estas narrativas que perpetúan el prejuicio de forma implícita y explícita. En días recientes, un joven de décimo grado le gritaba a un niño de tercer grado que era un nigger. ¿Que está aprendiend­o ese joven en su hogar? Ese joven (y sus padres), ¿comprender­án que, en el futuro, esas conductas solo troncharán sus oportunida­des?

Identifica­r cuando nos ocurren o les ocurren a otros y expresar nuestro parecer. Una serie de investigac­iones validan que las microagres­iones pueden conducir a un aumento de los niveles de depresión, ansiedad y trauma. Por eso, la importanci­a de sentir empoderami­ento para erradicarl­as.

Necesitamo­s tener agallas y, de manera asertiva y positiva, manejar estas situacione­s. Cuando permitimos que les ocurran a quienes nos rodean, nos convertimo­s en ofensores. Y cuando nos ocurren a nosotros, y no decimos nada, estamos permitiend­o que se perpetúen.

Durante mis presentaci­ones, cuando pregunto si alguien tiene un comentario y alguien siente la libertad de expresarlo, siempre alguien interrumpe. Inmediatam­ente, yo planteo que quien está hablando no necesita que terminen su oración y que, una vez la persona termine de hablar, atendemos el próximo comentario. ¿Por qué lo hago? Porque he aprendido a plantear lo que deseo, sin que nadie me interrumpa, y son destrezas que yo quiero pasarles a otros. ¿Y tú, como lo haces?

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