Racismo: un mal impregnado en el deporte de forma estructural y sistemática
La jugadora Eva Cruz nos cuenta sus experiencias al respecto, mientras que el doctor en sicología Fernando Aybar desmenuza el asunto desde la perspectiva
del deporte como estructura de control social e ideológico
La vez que la legendaria Eva Marie Cruz Dalmau más fuerte ha sentido el racismo en su contra fue en pleno retiro del juego, fuera de la cancha. Es más, fue apenas unos meses atrás, en enero.
“Te voy a contar de la última anécdota... que al principio me lo decían y yo no creía que podía pasarme y que después lo vi porque me sucedió a mí”, comienza a narrar la primera jugadora en pasar de los 4,000 puntos en el Voleibol Superior Femenino (VSF), pilar durante más de dos décadas de la selección nacional.
‘La Reina’, como le apodan muchos, develó de a poco una reciente experiencia de racismo durante una conversación que se supone que iniciase discutiendo sus experiencias con este mal dentro del deporte, no afuera. Lo que pasa es que, por más que ya estés acondicionado o acondicionada a no verlo, el racismo se desliza a diestra y siniestra en la sociedad y sus instituciones.
En la búsqueda de la reinvención más allá del voleibol, Cruz Dalmau completó en enero el entrenamiento para ser azafata en una línea aérea y le tocó una compañera de trabajo racista.
“Mi compañera de cuarto era americana y me metía en problemas. ¿Pero por qué ella dice que está enferma por mi culpa? ¿Se enfermó y le dio catarro por compartir cuarto conmigo? Entonces, otra muchacha me dice que ella es racista, y yo me preguntaba, ¿por qué dice que es racista, si aquí
todos somos una mezcla. Hay muchos latinos, hay de todo. Ella era americana de Tampa y como que quería buscar bulla. ¡Yo no quiero problemas! Le dije: ‘mira, yo vine aquí a hacer un trabajo y si no quieres estar conmigo me lo dices’. Ella quería el cuarto sola, que yo me fuera, pero da la mala pata que de repente el de la administración era latino y pues la cambiaron a ella. Ella siguió y siguió, pero en mi cabeza no cabía [estar en] ese problema que estaba pasando. Nunca imaginé que me iba a pasar a mí”, reveló cándidamente.
Sin embargo, ya habían ocasiones más solapadas en las que Cruz Dalmau había enfrentado el racismo. Entiende que, aunque sí enfrentó a aquellos desquiciados e irresponsables fanáticos que la bulliaban gritando motes como “negra fea” en las canchas alrededor del país, percibía esto como sólo una parte de todo el bullying mayor y general al que se expone impúdicamente el o la atleta en la cultura deportiva borincana.
“Gritaban ‘Negra Fea’... Gritaban ‘Vaca’... Gritaban tantas cosas, pero que a ese nivel tan alto uno lo que piensa es en mentalizarse para jugar, que sea el juego donde uno encuentre el desquite y, pues, una lo ve más como fanáticos que te quieren sacar por el techo, que al final del juego van y se toman una foto contigo y te dicen que es ‘relajando’, pero sí, sí es racismo, eso está mal y punto”, apostilló, recordando con una sonrisa la vez que le pegó un bolazo a un fanático en la cancha de Corozal que “ya me tenía harta, e invadió el espacio para gritarme al oído”.
La jugadora, una fenómeno
Fernando Aybar. profesor de Educación Física UPR, Río Piedras que en 1988 debutó en el VSF a los 14 años de edad, puntualizó que en Puerto Rico también ve este tipo de comportamiento de parte del fanático y el ciudadano en general hacia atletas de ascendencia dominicana y haitiana, “y allí mismo en la cancha yo lo digo”. Ya retirada, Cruz Dalmau se ha dedicado a cerrar la brecha con respecto a asuntos como el racismo en su rol de educadora deportiva. Entiende aún que hay mucho por hacer, pues ve que entre la clase de coaches del patio escasean aún los negros y las mujeres.
Sin duda, la palestra deportiva, por su indeleble cualidad de competición, es terreno fértil para una cosecha de epítetos basados en el rechazo a lo que el sistema plantea como “diferente”.
Según especificó el profesor Fernando Aybar, esto provoca que en estas lides el racismo se vuelva sistemático, pues “al ser el deporte parte de un control social, está impregnado en un sistema que te dice lo que tú debes o no debes hacer. Y se marca con estereotipos y situaciones que pretenden ser usados como valores y características innatas, aún siendo solamente creaciones del grupo de poder”.
“El deporte reproduce, como un aparato ideológico del estado, lo que el grupo de poder quiere que se asuma como realidad”, prosiguió el docente del Departamento de Educación Física y Recreación de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras.
“Por ejemplo, en el beisbol, las posiciones de centralidad son pítcher y catcher. Pues, fuera de Satchel Paige, en esos años siguientes a Jackie Robinson, los pitchers en su mayoría eran blancos, y si no eran americanos, eran latinos blancos. Pero, ¿qué nos dice que no habían jugadores negros en esos años con esas cualidades para jugar esas posiciones, si lo que es igual no es ventaja, y ahora mismo estamos viendo como esa brecha se ha cerrado, en especial con lanzadores latinos negros?”, cuestionó, mientras aludía a los trabajos del insigne sociólogo deportivo y activista negro Harry Edwards, quien lleva décadas trabajando el tema, como en su libro Ascription and Position: A Comparative Analysis of “Stacking” in Professional Football (1973).
“Peor aún pasaba en el fútbol americano, en la NFL, una organización con una mirada más corporativa. En estas investigaciones, lo que salía a flote era que, casi siempre, tenías un quarterback blanco, un Joe Namath, un Joe Montana, mientras que las posiciones defensivas, como un Refrigerator Perry, y hasta los running backs, pues todos negros, protegiendo al blanco que corre o tira. Si vamos a la NBA, vemos también una tradición de point guards blancos, aún en plena integración. Los jugadores negros, en inicio, iban a la pintura, a lo agresivo. El point guard se quedaba dirigiendo el tráfico”, arguyó el doctor Aybar.
El profesor entonces hizo alusión a la riña que definió el baloncesto de la NBA en la era pre-jordana de la década del ochenta: ‘Magic’ Johnson versus Larry Bird.
“Los dos vinieron de luchar el titulo colegial y llevaron su riña hasta la NBA. En una investigación
“El deporte reproduce, como un aparato ideológico del estado, lo que el grupo de poder quiere que se asuma como
realidad”.
sobre esa rivalidad, se palpó cómo se referían los narradores a cada uno de ellos. Mientras a ‘Magic’ se le atribuía todo a su habilidad física, decían que le salía ‘natural’, que ‘no tiene que pensar, le sale solo’. Pero cuando hablaban de Larry Bird, hacían notar su ‘inteligencia’, su parte cognitiva, como si tuviese que esforzarse más que ‘Magic’ por no tener la habilidad, como si ‘Magic’ también no tuviese un gran sentido del juego, o no tuviese la inteligencia deportiva que se necesitase a ese nivel”, apuntó.
Estos ejemplos, explicó Aybar, sirven para ver lo arraigado de las tendencias racistas en las formas en las que se muestra el deporte en Estados Unidos, desde su estructura hasta la representación mediática que se le da. Mientras, en Puerto Rico, Aybar señaló que “independientemente del mestizaje, nosotros acarreamos un discurso blanco hegemónico”.
“Y si lo quieres ver representado de una forma gráfica, vamos a los coaches, como dijo Eva. Los coaches, los técnicos son a los que se les adjudica la toma de decisiones en la cancha. Si vemos el baloncesto, vemos que la mayoría de los coaches son blancos. Claro, tienes a Flor Meléndez, a Raymond Dalmau, a Charlie Bermúdez, que dirigió en un momento dado, a Butch Lee, y más recientemente a Carlos Calcaño, a Nelson Colón, a Tony Ruiz. Pero cuando coges la historia de los coaches, la gran mayoría en el BSN (Baloncesto Superior Nacional) y la selección nacional han sido blancos”, destacó.
La impregnación de este racismo en los círculos deportivos, entiende Aybar, debe ser el punto de convergencia para deconstruir conductas aprendidas desde la base.
Cruz Dalmau coincide y sabe que es desde abajo desde donde hay que trabajarlo.
“Hay que educarnos. Y hay que educar”, resumió.
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