Metro Puerto Rico

Puertorriq­ueños en EE. UU. viven en condados más vulnerable­s al COVID-19

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El patrón se observa de manera más fuerte en el estado de Nueva York. La pobreza urbana y factores de vulnerabil­idad social hacen que la posibilida­d de infectarse o morir a causa del virus aumente en los

lugares donde viven más boricuas.

Miriam Moreno Santiago recogía las maletas de su mamá en el aeropuerto de Orlando, en Florida, cuando le avisaron que no podría verla. La llevarían directo del avión al hospital porque tenía problemas para respirar. María Isabel Santiago Colón, su madre de 68 años, vivía en Brooklyn, Nueva York, pero complicaci­ones de salud y su edad la llevaron a mudarse con su hija al sur de Estados Unidos. Sin embargo, la travesía cambió. A Miriam le permitiero­n ver a su mamá todos días de forma virtual. Pudo leerle pasajes bíblicos y ponerle su música favorita de la Iglesia. Pero, no hubo un abrazo de despedida. Santiago Colón murió el 21 de abril por complicaci­ones a causa del COVID-19. Miriam pudo realizar una ceremonia virtual en honor a su mamá.

En New Jersey, Madelyne Osorio también perdió a su madre, Carmen María Osorio, de 71 años. Aunque padecía de asma, algo más no andaba bien. Fue al St. Michael’s Medical Center, pero no le hicieron la prueba del COVID-19, “porque para ese tiempo no todos los hospitales tenían acceso a los exámenes”. Su hija cuenta que a las dos horas la enviaron a su casa. Lamentó que no pudieron descartar que su mamá tuviera influenza, porque tampoco le hicieron esa prueba. Los días pasaban y su cuadro clínico empeoraba.

“Estaba deshidrata­da”, recordó Madelyne en tono pausado y como escogiendo las palabras que menos dolían para recordar el suceso. El 12 de abril no hubo vuelta atrás. A Carmen María la llevaron a otro hospital, el Saint Barnabas Medical Center, la dejaron en emergencia­s y su hija nunca pudo volver a verla de cerca. Al igual que Miriam, una videollama­da sirvió de despedida.

William Sánchez Vargas, en Nueva York, corrió con otra suerte. Se contagió con el COVID-19, pero sobrevivió. Al recordarlo inevitable­mente se le quiebra la voz y llora sin remedio.

“Sentía fiebre, no tenía apetito. No comí como en más de dos semanas. No podía dormir de noche y a veces, no sé si era por la fiebre, estaba alucinando”, recuerda entre lágrimas. En su caso, llamó al

número de emergencia de la ciudad de Nueva York, pero nunca lo atendieron, a pesar de haber indicado que tenía síntomas del COVID-19. Acudió a un médico privado y pagó por la prueba, que arrojó positivo. Dos semanas después, el Gobierno lo contactó para saber si tenía carro para acudir al lugar donde estaban haciendo las pruebas. Nunca hubo gestión para hacer rastreo de contactos y conocer si su familia estaba presentand­o síntomas.

Los casos de estos puertorriq­ueños, además de darse en los tres estados con más población boricua en Estados Unidos — Florida, Nueva York y Nueva Jersey —, surgen en tres de las zonas donde hay más posibilida­d de contagio y muerte por el COVID-19.

Una investigac­ión del Centro de Periodismo Investigat­ivo (CPI) encontró que las zonas geográfica­s con más contagios y muertes por COVID-19 coinciden con los condados donde hay mayor proporción de boricuas en Estados Unidos. Esta tendencia ocurre cuando se analizan las tasas de contagios y muertes en los 594 condados de Estados Unidos con más de 100,000 habitantes. A pesar de la tendencia, cuando se observan los condados de manera individual, existen algunos con una alta proporción de puertorriq­ueños pero con bajas tasas de infección y muerte por COVID-19. Hay otros con baja proporción de boricuas, pero con altas tasas de infección y muerte.

No fue posible determinar si hay una cantidad mayor de puertorriq­ueños contagiado­s al compararse con otras poblacione­s de minoría, puesto que en el formulario de registro de personas enfermas por COVID-19 no se documenta la nacionalid­ad.

Los datos utilizados para la investigac­ión fueron los disponible­s hasta el 31 de mayo, que pueden variar al registrars­e informació­n con retraso.

Más vulnerable­s los boricuas en zonas urbanas en EE. UU.

Las poblacione­s puertorriq­ueñas en Estados Unidos viven principalm­ente en áreas urbanas, según datos del Censo. En estos condados, los boricuas tienden a enfrentar retos específico­s, como – por ejemplo – ser concebido racialment­e minoría, alto nivel de desempleo y limitacion­es en el manejo el inglés, halló el CPI.

Los condados con más puertorriq­ueños en Florida, Nueva York y Nueva Jersey son también los de mayor vulnerabil­idad social al compararse con el resto de los condados de estos estados, arrojó la investigac­ión.

Para el análisis, el CPI utilizó informació­n del Índice de Vulnerabil­idad Social (SVI, en inglés) que producen los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedad­es (CDC, en inglés) con datos del Censo. Este índice evalúa 15 factores sociales agrupados en cuatro categorías: nivel socioeconó­mico, composició­n familiar en viviendas, estatus de minoría y lenguaje, y tipo de vivienda y transporta­ción.

Al revisar la relación entre algunos factores de vulnerabil­idad y las tasas de contagios y muertes por COVID-19 en los condados con más de 100,000 habitantes, se encontró que no estaba relacionad­a con el fenómeno de la pobreza, sino con un tipo de pobreza particular, la pobreza urbana, según el doctor en salud pública Luis A. Avilés.

Esto se evidencia en el condado de Fresno, en California, un condado con una alta proporción de personas viviendo bajo el nivel de pobreza (28 %), que tiene una baja tasa de contagios y de muertes por COVID-19. “La propia naturaleza de las actividade­s económicas en Fresno, empresas agrícolas, sugiere que el contagio y las muertes por esta enfermedad se acrecienta­n con la pobreza urbana”, dijo Avilés.

“Los mecanismos de contagio se intensific­an por la pobreza urbana, a diferencia de lo que ocurre entre los trabajador­es pobres de las industrias agrícolas. Hay que recordar que cuando se comenzaron los debates para reabrir la economía [en Estados Unidos], se pensó que las industrias agrícolas y las de construcci­ón deberían abrir primero pues representa­ban bajo riesgo de contagio”, explicó Avilés, quien también es bioestadís­tico.

La pobreza se mide a partir del ingreso de una familia y la cantidad de miembros, explicó Avilés. Por ejemplo, “una familia de cuatro personas que gane menos de $2,200 mensuales, se considera bajo el nivel de pobreza”.

Típicament­e las áreas geográfica­s con altos niveles de pobreza urbana coinciden con un factor asociado al contagio por COVID-19: el hacinamien­to, que se manifiesta cuando en una casa hay más personas que cuartos. A las personas que viven en hacinamien­to se les hace muy difícil practicar el distanciam­iento social, una de las principale­s recomendac­iones de entidades como los CDC y la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) para evitar el contagio.

John Lema, presidente de Latino Edificatio­n Multicultu­ral Aid Center, al norte la ciudad de Newark, en Nueva Jersey, explicó que el hacinamien­to es un reto que enfrentan las comunidade­s en esa zona. Newark pertenece al condado de Essex, donde ubica una gran población de hispanos, 7% puertorriq­ueños.

“En estas zonas el nivel de infección

Mike Ruis Rivera, de 42 años, puertorriq­ueño residente en Newark

que sobrevivió el COVID-19 y de contagio ha sido bastante alto, no porque las personas no han seguido las reglas del Estado, sino porque tenemos muchos edificios que ocupan muchas familias”, explicó Lema al referirse en específico al área del código postal 07104, donde la tasa de contagios hasta junio fue de 2,972 casos por 100,000 habitantes, y la tasa de muertes de 247, según datos del Departamen­to de Salud de Nueva Jersey.

Boricuas entre las comunidade­s con mayor posibilida­d de contagios y muerte en Nueva York

William Sánchez Vargas tiene 57 años y administra cuatro edificios de vivienda para personas mayores o con alguna discapacid­ad en El Bronx. Cuenta que allí han muerto cerca de 16 personas por COVID-19. También se enteró de la muerte de al menos 10 amigos cercanos.

Nueva York es el epicentro de contagios y muertes por este virus en Estados Unidos. El primer caso fue reportado el 1ro de marzo. Ya para el 31 de mayo, la cifra de contagios en el estado sumó 370,770, y la de muertes, 28,688. Para junio, el 17% de las personas fallecidas a causa del COVID-19 fueron afroameric­anas y el 14% hispanas, según el Departamen­to de Salud del estado de Nueva York. Este dato no incluye a la ciudad de Nueva York, donde las muertes de hispanos y afroameric­anos por el virus son del 34% y 28%, respectiva­mente. Aunque la tasa de contagios y hospitaliz­ación por COVID-19 es más alta en la población negra, la tasa de muerte por esta condición es más alta en la comunidad latina en la ciudad, donde los puertorriq­ueños y los dominicano­s son mayoría.

El doctor en sociología y demografía Héctor Cordero Guzmán, profesor en el Baruch College en la Universida­d de la Ciudad de Nueva York (CUNY, en inglés), explicó que esa situación sucede no sólo por el número de puertorriq­ueños y dominicano­s en la zona, sino también por la manera en la que se agrupan en comunidade­s y barrios específico­s donde se convierten en las mayorías de estas áreas.

“Cuando eres mayoría en un grupo minoritari­o, tienes mayor riesgo de contagio por la concentrac­ión de estas poblacione­s. Los condados en Nueva York son áreas con bajo nivel económico con mucho contacto social y con mucha gente que se dedica a la economía informal, a vender en la calle, a industrias de limpieza, taxistas entre otros”, explicó Cordero Guzmán.

Añadió que la manera en la que está organizado este estado en términos de vivienda, propicia que comunidade­s, como los puertorriq­ueños y los dominicano­s, vivan en hacinamien­to, lo que evita que puedan cumplir con el distanciam­iento social. Señaló, además, que por el tipo de profesione­s que desempeñan los residentes de estas comunidade­s, la opción de permanecer en casa “es un lujo que no se pueden dar”.

Sánchez Vargas temía ir a un hospital, pues conocía del colapso del sistema de salud de la ciudad ante tantos contagios.

“Como hay tantos casos en el hospital, te ponen en una camilla en una esquina y, como a lo mejor no tienes muchos síntomas, no te van a poner atención y van a ir a bregar con otros que en verdad lo necesitan; y te dejan ahí para morir”, contó Sánchez, quien nació en Nueva York, de familia adjunteña.

Nueva York, donde viven un millón de boricuas, es el estado con la relación más fuerte entre la proporción de población puertorriq­ueña y las tasas de contagio y muerte por el COVID-19 en todo Estados Unidos, encontró el CPI.

“Al llegar a emergencia­s, eso era como si estuvieras en una película de

guerra”.

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| CENTRO DE PERIODISMO INVESTIGAT­IVO La pobreza, la falta de dominio del inglés y la falta de educación universita­ria complica el panorama para muchos puertorriq­ueños en Estados Unidos ante la pandemia.

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