Metro Puerto Rico

Cabra, un cuartito y el relevo humano de la responsabi­lidad musical

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Hemes Ayala

La vida. La muerte. Y la vida de nuevo.

“¿Tú no te has puesto a pensar que el hecho de que se estén yéndose tantos grandes de la música significa que es un relevo obligado, que ya somos grandes, que ya nos tocó, que ya con las influencia­s que tenemos de estos grandes músicos estamos listos para asumir la responsabi­lidad de hacer música, más allá de hacer entretenim­iento? Acho, es algo que yo pienso mucho”, reflexiona Eduardo Cabra, puertorriq­ueño y músico, a eso de la una de la tarde de un viernes de febrero.

Un día antes había muerto el legendario pianista, instrument­ista y músico, Chick Corea. Dos días después fallecería el icónico exdirector de la Fania All Star, Johnny Pacheco, quien se une a una lista de salseros que se despidiero­n el pasado año, como Cano Estremera y Tito Rojas. Cabra va pensativo. O sea, él hace música, más que una profesión lo siente como oficio. Y cuando estos gigantes que han honrado su mismo oficio caminan por el valle de la muerte, contra, hay que asegurarse de entender cómo se galopa en las praderas musicales de la vida.

“Yo no creo que todas estas muertes de ahora sean porque pasamos por un momento apocalípti­co, a menos que sean por la pandemia directamen­te. Todos estos héroes, estas leyendas, nosotros somos como sus hijos, y ellos nos dejan toda esta cantidad de informació­n, data que llevamos recibiendo desde la infancia por la televisión, el cine y la música, por la familia de uno y ahora por el internet. Son gente que hizo muchas cosas increíbles”, puntualiza. “

Y veo algunos y algunas pensando que ahora lo que viene es una debacle. No, negativo. Aquí estamos, con toda esa informació­n y nos toca a nosotros. Estamos quienes queremos seguir haciendo música de la de a verdura”, articula apaciguado, como si fuese un mantra que repite al levantarse o acostarse para encontrar el sosiego.

Hace tiempo que Cabra sembró la semilla de la responsabi­lidad musical, la cual, tras afianzar raíces desde hace década y media con

Calle 13, ha producido un robusto tronco que ahora echa ramas a tutiplén. En una de esas ramas va su compromiso con el séptimo arte, pues ha encontrado un remanso de paz audiovisua­l en esto de hacer bandas sonoras para películas.

¿Su más reciente reto? El filme El Cuartito, una película puertorriq­ueña dirigida por el cineasta argentino Marcos Carnevale, conocido por cintas como Elsa & Fred y Corazón de León, que se estrenará el 25 de marzo en todas las salas de Caribbean Cinemas en Puerto Rico.

“Esta es la cuarta película que trabajo, es una de las ramas de las cosas que yo hago. Y llevo ya tiempo en eso. Esteban Lima, que en poder y cine descanse, fue la primera persona que me metió en esto, junto a Arí Maniel (Cruz) y Kisha (Tikina Burgos), con Antes

Que Cante El Gallo, y luego con ¿Quién eres tú?. Para mí lo nítido de esto es trabajar en función del dialogo, de las imágenes, que yo tengo experienci­a en eso, porque mi trabajo previo en la música ha sido así, es así de la manera que yo opero con las canciones: busco un dialogo entre las imágenes y la música, y creo que se me ha hecho bien fácil la transición al cine, pues ya venía acostumbra­do a trabajar en función a algo que ya está establecid­o”, expresa.

“Pa’ mí, como concepto, yo trato de que la música sea el actor. Siempre me lo decía, para todo hay un soundtrack. Es que le pasa a to el mundo… Por ejemplo, mira ahora, para San Valentín. Si tú estás en una depre, en la época de San Valentín y esa mierd@, pues te va a pegar duro la música que te empuje mas a esa depre. Con la música le echas combustibl­e a las cosas: si estás contento, ponte una canción alegre y lo estarás más. Pues veo el cine así también”, subraya.

El flow de intimidad internacio­nal que propone El Cuartito –película que incluye al español Mario de la Rosa (España, La Casa de Papel), a la actriz puertorriq­ueña radicada en Argentina Claribel Medina (Puerto Rico), a la actriz mexicana Ianis Guerrero (México, Club de Cuervos) y al comediante dominicano Fausto Mata (Sanky Panky) – fue, literalmen­te, música para los oídos de Cabra.

“El truco de la película fue ponerle un instrument­o para que representa­ra a cada personaje, lo que creo que lo hace más a gusto y hasta intenso de lo que propone la trama, pues es un film que toca el tema de la inmigració­n. Este instrument­o va a representa­r a este personaje, cada vez que tenga alguna interacció­n. Hay momentos en que todos están interactua­ndo y todos los instrument­os fluyen a la vez. En Antes que Cante el Gallo, por ejemplo me dije ‘vamos a simplifica­rnos y poner simples elementos: un güiro y un tres cubano’. Con eso hice esa banda sonora completa. Trato la cuestión esta de ponerme un límite, es como un dulce problema”, ríe a través del auricular, recordando con júbilo cómo es que trabaja su semana para distribuir su tiempo entre tantos proyectos musicales: “es bien complicado, trato de diariament­e trabajar un proyecto, porque si no se le forma a uno un arroz con jueyes en la cabeza”.

Sí, porque pa’ hacer música - no entretenim­iento –hay que organizars­e, compa’.

“La música son dos cosas ahora mismo, pana: hay gente que sigue haciendo música y hay gente que hace entretenim­iento. Hay gente que lo ve meramente como un producto, una mercancía, y otra que hace música. Una cosa no tiene que ver con la otra, yo lo entiendo. Hay que tenerlo claro para no enfogonars­e. El entretenim­iento es más explosivo, más perecedero, el hit del verano, por ejemplo. La música es un proceso más lento, es un maratón, es un compromiso”, señala el joven veterano musical.

“Si tú estás claro con eso, hasta puedes trabajar las dos”, finaliza, dejando escapar un suspiro que debe elevarse hasta allá donde Pacheco y Chick Corea jammean a flauta y piano, con el Cano y el Gallo soneando.

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/ SUMINISTRA­DA Diferencia. Cabra distingue hacer música de hacer “entretenim­iento”.

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