Edadismo: nuevo nombre para un viejo estigma
Ambiente laboral En diversas organizaciones hay mitos y estereotipos sobre los trabajadores de edad mayor.
Ada M. Padró González
Especial para Activo
La fuerza laboral está envejeciendo irremediablemente. Este envejecimiento es el resultado de un fenómeno demográfico mayor y universal. Se espera que para el 2025 el 42 % de la población trabajadora deberá tener más de 50 años.
Según la investigadora Maggie Pearson de la Universidad de Liverpool, “el envejecimiento de la población y sus implicaciones en el escenario laboral representa uno de los principales retos que encara el mundo industrializado”.
Estigmas/Edadismo/Gerofobia
Antes de proseguir, es importante aclarar de manera sencilla ciertos vocablos. Estigma es la costumbre griega de marcar el cuerpo de sus esclavos para identificarlos, y, siglos más tardes, a los esclavos negros. En el ámbito social es una “etiqueta” típicamente negativa que se transmite a grupos étnicos, religiosos, a ciertos rasgos físicos y conductas. Uno de los más prevalecientes es el asociado a las personas que acuden al psicólogo o al psiquiatra por razones clínicas. Los estigmas surgen de la desinformación y prejuicios no retados.
Edadismo es todo tipo de discriminación, intencional o no, hacia personas viejas, con las consecuencias individuales y sociales que dicha discriminación pueda tener.
Gerofobia es un término acuñado en el 1969 por el gerontólogo R. Butler, y es definido como el conjunto de actitudes e ideas negativas expresadas de diversas formas hacia adultos mayores. Gero, de origen griego, significa “anciano”, y fobia es miedo.
Este conjunto de palabras establece la zapata para los comportamientos que llevan a la marginación de grupos como los adultos mayores.
La discriminación por edad es la tercera de tres grandes segmentaciones en la sociedad. La primera es la racial y la segunda la de género.
Algunas manifestaciones del edadismo y la gerofobia
Un comportamiento que observo con frecuencia es igualar a los adultos mayores como niños. Esto refleja ignorancia absoluta. Si en algo se diferencia un niño de un adulto mayor es que el primero no tiene historia. El adulto mayor sí la tiene y mucha.
Otro indicador, es que la imagen del adulto mayor frágil, con poca instrucción e ingenuo debe retarse. Dos adolescentes son más similares entre sí que dos adultos de 70 años. Cada cual envejece a su manera. Hoy en día vemos adultos mayores de 75 años trabajando y socialmente activos. Un número amplio de adultos mayores son profesionales, empresarios, tecnológicamente aptos, y líderes en su comunidad.
En la televisión y el cine, el número de actores y actrices viejos son mínimos, siendo tal vez Morgan Freeman una de varias excepciones.
Como menciono en mis seminarios sobre empresarismo senior, la franquicia más exitosa a nivel mundial, Kentucky Fried Chicken, la estableció un adulto mayor a sus 62 años. Cervantes completó el segundo tomo de El Quijote, a los 55 años, un año antes de morir. La historia de la humanidad está plagada de aportaciones originadas por adultos mayores.
El culto a la juventud, así como la gerontofobia, nutren y enriquecen consultorios de esteticistas y cirujanos plásticos. Nadie quiere ponerse ni lucir viejo.
La peor discriminación es la autoimpuesta. Caminar, pensar y sentir que ya no se vale nada porque tienes 70 años.
Implicaciones en el ámbito organizacional
Por décadas se ha estimulado a que los trabajadores abandonen la fuerza laboral a una edad temprana. Las políticas del mal llamado “retiro”, y las famosas “ventanas” han propiciado la salida del mercado de empleo de los adultos mayores. Según un informe emitido por las Naciones Unidas hace algunas décadas, estas políticas podrían llevar a la bancarrota a las economías industriales y los sistemas de seguridad social.
En artículos anteriores, he comentado sobre el fenómeno de un número reducido de trabajadores activos nutriendo el sistema de pensiones y seguridad social de los ya jubilados.
En Puerto Rico, sin embargo, tanto los trabajadores como los patronos todavía ven las famosas “ventanas” o programas de retiro incentivado como lo más parecido al loto institucional.
MITOS asociados a la fuerza laboral envejecida
Si un país, y en nuestro caso, una isla, refleja una población activamente envejecida, ese rasgo se reflejará a su vez en el componente de su fuerza laboral. En Puerto Rico, de cada 10 residentes, 4 trabajan, y 6 viven de sus pensiones, mantengo y otras yerbas. La combinación, de estas dos variables debe ser motivo de preocupación.
Mitos y estereotipos que las investigaciones no han podido comprobar se han convertido en las razones principales que explican por qué las empresas no han instituido políticas innovadoras, de retención y empleo de trabajadores adultos mayores.
La realidad
Sin duda, el proceso de envejecimiento natural y paulatino contribuye a que los procesos de la memoria, razonamiento,
atención y rapidez declinen con la edad. Pero su efecto negativo en el desempeño laboral o la productividad no ha podido probarse empíricamente.
Lo que más afecta a un trabajador adulto a continuar siendo productivo es el ambiente de intolerancia, cinismo y desinformación que minan la confianza y el entusiasmo.
Una ola creciente de investigaciones se está dando para derrumbar estos estereotipos y explorar diferencias reales e importantes entre una generación y otra.
Un investigador europeo afirma: “El envejecimiento es un proceso continuo y dinámico. Tú puedes ser muy viejo para un empleo a los 30 años, y demasiado joven para un trabajo a los 45 años”. Todo es relativo.
La autora es psicóloga Industrial y especialista en gerontología.