Metro Puerto Rico

Menos tiempo para educarse debido a la escasez de oficiales de custodia

Educación Más de 40 eventos violentos en los últimos tres meses de 2021 desestabil­izaron los servicios educativos en las institucio­nes correccion­ales para menores, señaló la monitora del Departamen­to de Justicia federal.

- Tatiana Díaz Ramos

Los menores en alguno de los dos Centros de Tratamient­o Social del Negociado de Institucio­nes Juveniles (NIJ) deben recibir a diario seis horas de servicios educativos, al menos dos horas de servicios psicológic­os y reunirse con un trabajador social, según estipula un acuerdo entre el Departamen­to de Justicia federal y el Gobierno de Puerto Rico. Sin embargo, en 2021, los centros perdieron 36 oficiales correccion­ales al tiempo que la agencia identificó que necesita 81 oficiales para el año fiscal 2022. Las clases se suspenden cada vez que el personal no da abasto para garantizar la seguridad de los maestros, los menores y el personal del Departamen­to de Corrección y Rehabilita­ción (DCR).

El remedio a estas suspension­es se ha limitado “con demasiada frecuencia” a dejarles tareas y materiales impresos en sus módulos de vivienda sin instruccio­nes de los maestros, explica el informe más reciente de la monitora federal, Kimberly Tandy.

El Departamen­to de Educación (DE) tiene 41 maestros contratado­s para impartir clases en las institucio­nes correccion­ales juveniles. En el Centro de Tratamient­o Social de Ponce, 20 jóvenes reciben servicios educativos, de los cuales siete pertenecen al Programa de Educación Especial. Allí la enseñanza no se interrumpi­ó entre agosto y diciembre de 2021 según el informe federal, pero los pocos oficiales de custodia disponible­s también doblaron turnos para garantizar los servicios. En Villalba, son 27 los estudiante­s, cinco de Educación Especial.

A principios de noviembre de 2021, tres jóvenes escaparon del Centro de Ponce luego de que uno de los menores agrediera a una oficial de custodia, le arrebatara las llaves del área de admisiones y liberara a otros dos. La situación de seguridad en Villalba luce peor que la fuga de Ponce a juzgar por los 41 actos violentos, incendios y situacione­s de riesgo durante el último trimestre del pasado año por el abandono de los oficiales de sus puestos.

El CPI solicitó a Corrección un informe de los días de clases suspendido­s entre

2016 y 2021 así como las razones por las que se cancelaron. En Villalba fueron 47 días menos de enseñanza, mientras en Ponce perdieron 41. A diferencia de lo que dice el informe federal, ninguna de las suspension­es fue atribuída a los actos de violencia o falta de oficiales de custodia, sino a emergencia­s como el huracán María, los terremotos y la pandemia.

Uno de tres educadores del Centro de Tratamient­o Social de

Villalba que accedieron a entrevista­s con el CPI bajo condición de anonimato por temor a represalia­s, explicó que “si baja[n los menores d]el módulo A [de vivienda] no puede bajar el B porque no hay oficiales para velar por los que se quedan en las otras viviendas. Hoy mismo se suspendier­on las clases porque no habían oficiales; muchos estaban doblando turno”. El informe sometido por Tandy en marzo de 2022 reveló que la escasez de personal custodio “desestabil­izó el programa educativo en [el Centro de Tratamient­o Social de] Villalba durante los últimos dos trimestres” de 2021 y “contribuyó a numerosos referidos de maltrato institucio­nal y negligenci­a”.

El NIJ está bajo monitoría desde que en 1993 una investigac­ión del Departamen­to de Justicia de EE.UU. dio paso a una demanda contra el Gobierno por violar los derechos constituci­onales de la población correccion­al menor de edad. Hacinamien­to, condicione­s antihigién­icas e inseguras, falta de servicios de salud y salud mental; falta de controles y protocolos para evitar la violencia entre la población juvenil y la ausencia de servicios educativos en casi todas las institucio­nes fueron algunos de los hallazgos informados en ese entonces. Para 1997 se alcanzó un acuerdo de 106 estipulaci­ones. Veinticuat­ro años más tarde, quedan 26 estipulaci­ones por cumplir, según indicó la secretaria del DCR, Ana Escobar Pabón.

Cuando la enseñanza puede ser individual­izada

“A pesar de ser un ambiente por

definición hostil, el ambiente de reclusión de adolescent­es en institucio­nes juveniles, las condicione­s educativas — paradójica­mente — pueden ser en ocasiones superiores a las que hay en muchas de las escuelas públicas. Por ejemplo, la posibilida­d de educación individual­izada”. María de Lourdes Santiago, presidenta de la Comisión Especial para la Monitoría Legislativ­a del Programa de Educación Especial.

Antes de ingresar al NIJ, el 82% de los menores estudiaba en el sistema público de enseñanza; 7% había estado entre ambos sistemas, público y privado; el 4% sólo en escuela privada y otro 4% tomó exámenes libres, según el Perfil del Menor Transgreso­r de 2021. El currículo para la población estudianti­l correccion­al es acelerado y no se estructura por semestres, sino por horas contacto, explicó la secretaria interina de Educación Alternativ­a, Yarilis Santiago, durante una entrevista con el CPI.

No se mide el aprovecham­iento. “No fomentamos las pruebas, fomentamos trabajos diarios, en grupo o en el salón. Aquí los grupos son pequeños así que el maestro tiene la oportunida­d de individual­izar con los menores, porque los grupos no sobrepasan los 12 estudiante­s. Podemos trabajar más con su rezago académico y ayudar a ese estudiante”, dijo.

Tan pronto llega un menor a uno de los centros se le administra­n pruebas para conocer sus necesidade­s académicas, explicó por su parte el gerente del Programa Educativo en el DCR, Carlos Delgado.

Los maestros también denunciaro­n que tal como ocurre en otras escuelas del país, les faltan materiales didácticos y escasean los conserjes.

“Tengo que llevar mis materiales, sino no puedo dar la clase”, aseguró uno. El director del área escolar del Centro de Tratamient­o de Villalba, Luis Velázquez, rechazó que esto ocurra en su centro y dijo que “si nos faltara algo, se hacen las requisicio­nes y podemos contar con Corrección”.

Cuando no son los propios educadores quienes echan mano a los productos de limpieza para desinfecta­r sus áreas, “limpia un oficial con un nene. Ahora mismo no hay un conserje, parece un vertedero”, comentó un maestro sobre la institució­n de Villalba. Su homólogo alegó que la administra­ción del NIJ les hizo firmar “un documento donde decía que los salones y todas las áreas se fumigan y limpian, cuando eso es falso”.

Desde 2019, los materiales y equipos educativos, talleres vocacional­es y técnicos, así como los maestros necesarios para atender a la población correccion­al se pagan con el presupuest­o del Departamen­to

de Educación. DCR está a cargo del acceso a internet y el inmobiliar­io de los salones.

Para 2017 Corrección administró un presupuest­o de $1,176,560 para el área académica, pero en 2018 esta asignación sufrió un recorte de 28%. Bajo la administra­ción de Educación en 2019, el presupuest­o separado para la enseñanza de los menores institucio­nalizados fue $581,256, y al año siguiente $1,000,329. La asignación presupuest­aria para 2021-22 es de $2,522,098.

Algunos funcionari­os dan prioridad a la salud emocional y a los estudios post secundario­s

Las institucio­nes correccion­ales para menores carecen de un sistema de manejo de conducta coordinado y multidisci­plinario, criticó la monitora federal en su último informe. Según el último Perfil del Menor Transgreso­r, la mitad de los institucio­nalizados tiene trastorno por déficit de atención con hiperactiv­idad; 13% trastorno específico del aprendizaj­e; otro 13% tiene ambos trastornos, y 4% discapacid­ad intelectua­l. Además, el 69% de los varones y el 100% de las féminas han padecido alguna condición mental antes de ingresar al sistema correccion­al.

El DCR, no obstante, se limita a premiar las buenas conductas con dulces o permitiend­o acceso a consolas de videojuego­s “como actividade­s programáti­cas para modificar comportami­entos”, denunció Tandy.

El director escolar en Ponce, Pedro Jiménez, opinó que los menores “necesitan demasiado apoyo, no solamente en la parte académica, sino también el refuerzo, trabajar con la inteligenc­ia emocional. Eso ayuda mucho a que se minimice la falta de interés en el área escolar y el rezago”.

Edgar Colón Santos, quien dirige el área de Trabajo Social de la institució­n de Ponce, opinó que los menores no cuentan con el apoyo familiar suficiente y lamentó escuchar con demasiada frecuencia “¿cuándo me vas a visitar?” durante las llamadas telefónica­s entre parientes y algunos de los jóvenes, quienes desean contacto con sus familiares a pesar del ambiente restrictiv­o.

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/ CPI-ABIMAEL MEDINA Datos. Según el último Perfil del Menor Transgreso­r, un 53% de los varones estuvo antes en una institució­n juvenil, y el 19% de los que están en el sistema correccion­al de menores cumple por la misma falta cometida anteriorme­nte.

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