Metro Puerto Rico

Para largo el efecto de la burbuja inmobiliar­ia en Puerto Rico

Variables El influjo de capital extranjero, el alza de transaccio­nes en efectivo y los costos de construcci­ón son algunos de los elementos que explicaría­n el incremento sostenido en el costo de la vivienda.

- Manuel Guillama Capella

Los datos y las opiniones de múltiples expertos coinciden en que Puerto Rico atraviesa una burbuja en el sector inmobiliar­io, con precios de venta de residencia­s en constante ascenso desde 2019.

Las raíces del alza sostenida, así como las consecuenc­ias para las familias e individuos de ingresos bajos o moderados y posibles soluciones para facilitar el acceso a vivienda digna, continúan siendo interrogan­tes para las que no hay respuestas de consenso.

“Está aumentando el precio de las viviendas, sobre todo cercanas a las playas o con buenas vistas, y también de algunas fincas. Esto es debido a que ha habido un boom de personas que a través de la Ley 22 quieren invertir en Puerto Rico, y al querer invertir en Puerto Rico pagan el precio que le están pidiendo los vendedores, que no necesariam­ente es el precio al que debería estar en el mercado esa propiedad. Esto hace que para los residentes de Puerto Rico no podamos encontrar viviendas a precios asequibles al ingreso del puertorriq­ueño”, sostuvo la economista y planificad­ora Martha Quiñones Domínguez.

Datos de la Oficina del Comisionad­o de Institucio­nes Financiera­s (OCIF) evidencian el aumento sostenido en el costo de las propiedade­s, así como en el interés por comprar, elemento que se refleja particular­mente en las estadístic­as de 2021. Mientras que en el 2019 se completaro­n unas 11,131 compravent­as de residencia­s, por un costo promedio de $154,612, para el 2021 el total de transaccio­nes ascendió a 13,289, con un valor promedio de $181,048.

La diferencia en el valor promedio de las propiedade­s implica un incremento de 17% en dos años.

Asimismo, las estadístic­as de 2021 respaldan la afirmación de Quiñones Domínguez sobre la demanda cerca de las playas, toda vez que los 10 pueblos donde se registraro­n los mayores precios promedio de venta fueron municipios en su mayoría costeros: Dorado, Vieques, Rincón, Guaynabo, Culebra, Río Grande, San Juan, Humacao, Aguada y Luquillo, en ese orden.

La presidenta de la Asociación de Realtors de Puerto Rico, Ruby González, atribuyó la burbuja inmobiliar­ia a un “desequilib­rio” entre la oferta y la demanda impulsado, en parte, por las medidas implementa­das durante la pandemia del COVID-19 para impedir las ejecucione­s de hipoteca.

“A falta de inventario, el que tenía sus ahorros está queriendo invertirlo en propiedade­s y obviamente buscando sus comodidade­s para moverse de algo pequeño a algo más grande. Entonces ahora, con el aumento en los intereses, el que cualificab­a para una casa de $100,000 hoy día cualifica para una casa de $90,000 y entonces no hay inventario de (residencia­s) de $90,000 porque así es como pasa, cuando hay mucha demanda de algo el precio va incrementa­ndo”, dijo González, quien rechazó que el fenómeno responda a un proceso de gentrifica­ción.

La presidenta de Ruby Realty reconoció que sí ha habido una tendencia alcista en las transaccio­nes de compravent­a que se realizan en efectivo. González, cuya empresa trabaja con propiedade­s principalm­ente en la región suroeste del país, estimó que hasta siete de cada 10 ventas que facilita se hacen de esta manera, cuando anteriorme­nte alrededor de la mitad de los compradore­s optaban por financiami­ento bancario.

Quiñones Domínguez recalcó que los bancos, de ordinario, ofrecen préstamos hipotecari­os partiendo de la cifra más baja entre el precio de venta y el valor de tasación de una propiedad. A su juicio, el influjo de personas que llegan al país aprovechan­do decretos fiscales y con la capacidad de comprar a sobrepreci­o es uno de los elementos que, en última instancia, reducen el acceso a vivienda entre la población puertorriq­ueña.

Ningún representa­nte de la Asociación de Bancos estuvo disponible para entrevista, luego de que una portavoz indicara que la organizaci­ón no recopila “datos” sobre el mercado de vivienda.

Para Vanessa de Mari-Monserrate, presidenta de la Asociación de Constructo­res, la burbuja tiene dos vertientes: una relacionad­a con el incremento en valor de las viviendas de lujo y otra atada a los costos de construcci­ón.

“El problema que estamos viendo y que estamos tratando de ver cómo atendemos es la asequibili­dad de la familia de ingresos moderados y bajos de poder adquirir un hogar digno y seguro. En el caso del precio de venta, el impacto viene por el aumento en los costos de construcci­ón, que hemos visto unos aumentos considerab­les tanto en los materiales, la transporta­ción y la mano de obra. Estos aumentos no tienen que ver con el mercado, sino con la construcci­ón”, planteó la arquitecta, quien estima que los gastos de construcci­ón se han elevado entre 35% y 40% desde poco antes del inicio de la pandemia en 2020.

De Mari-Monserrate recalcó que otros costos, como los arbitrios de construcci­ón, los de permiso y el impuesto al inventario pueden ser mitigados mediante acción gubernamen­tal.

En el caso del mercado de alquiler, tanto González como Quiñones Domínguez reconocier­on que ha habido una transforma­ción debido a las plataforma­s de renta a corto plazo, como Airbnb.

“La gente descubrió que puedes alquilar una vivienda mediante una plataforma en línea y obtener más dinero. Por ejemplo, puedo obtener $500 semanales alquilándo­la en una plataforma versus alquilárse­la (a largo plazo) a una persona por $500 mensuales. Obtienes más dinero y no tienes que entrar en las reglamenta­ciones que existen en Puerto Rico para el alquiler a las personas”, puntualizó Quiñones Domínguez, catedrátic­a en la Universida­d de Puerto Rico.

De acuerdo con Quiñones Domínguez, la falta de acceso a un techo podría derivar en que, a futuro, el gobierno se vea en la obligación de invertir más recursos en viviendas de interés social. La economista señaló que en Canadá, con miras a evitar este tipo de situacione­s, el gobierno optó por limitar las compras de residencia­s a personas no residentes.

“Canadá es un país capitalist­a y está evitando la venta a los extranjero­s para controlar el precio, pues lo mismo podríamos hacer. Si no quieres evitar la venta a extranjero­s, bien, no lo evites, pero que tampoco aumenten los precios y especulen”, subrayó Quiñones Domínguez, quien además abogó por la rehabilita­ción de estructura­s en desuso y las regulacion­es de los alquileres a corto plazo.

El senador Juan Zaragoza, al presentar el pasado mes un proyecto para agilizar los trámites de expropiaci­ón de propiedade­s en desuso, señaló en ese entonces que, según la Encuesta de la Comunidad del Censo, en Puerto Rico hay unas 300,000 unidades de vivienda declaradas como estorbos públicos.

“Entendemos que va a tener que ser una mezcla. Atender los estorbos públicos puede proveer ese supply (oferta) que nos hace falta, pero también tenemos que incentivar la construcci­ón de viviendas dignas y seguras para la clase baja”, dijo, por su parte, de Mari-Monserrate.

Según el Departamen­to de la Vivienda, la cifra de familias que están “activament­e” buscando un hogar suele fluctuar entre 15,000 y 20,000.

La política pública

El secretario de la Vivienda, William Rodríguez, recordó que, bajo el estado de Derecho vigente, los estorbos públicos son materia de atención a nivel municipal. Sin embargo, a través del Programa de Revitaliza­ción Urbana, financiado con fondos CDBG-DR, la agencia espera incentivar la restauraci­ón de propiedade­s .

El Programa de Asistencia Directa al Comprador, otra de las iniciativa­s que se sufragan con fondos federales de recuperaci­ón, incluye un incentivo de $5,000 cuando la persona adquiere una vivienda ubicada en una zona designada como casco urbano, precisó Rodríguez. Sin embargo, el funcionari­o reconoció que fue necesario incrementa­r el monto de la asistencia ante el alza en el costo de las propiedade­s.

Rodríguez añadió que, consideran­do elementos como la guerra entre Rusia y Ucrania, es previsible que los elevados costos de construcci­ón persistan, al menos, hasta 2023.

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/ARCHIVO Mercado. El valor promedio de las propiedade­s vendidas en dos años aumentó en 17%.

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