Metro Puerto Rico

“Tanto nadar para morir en la orilla”, relatos sobre falta de servicios a comunidad con autismo en P. R.

Abril Este es el mes de conciencia­ción sobre el autismo en Puerto Rico.

- Jeaneliz Cardona

La Ley para el Bienestar, Integració­n y Desarrollo de las Personas con Autismo, mejor conocida como la Ley BIDA, se ha convertido en una ley muerta, pues ni el Departamen­to de la Familia, ni el Departamen­to de Salud, ni ningún componente del gobierno la ejecutan. Así lo denunciaro­n madres de personas con autismo que ante el vacío dejado por el Estado se movilizaro­n al activismo y la ayuda a familias desde la Alianza de Autismo de Puerto Rico.

Ni siquiera hay certeza de cuántas personas autistas hay en Puerto Rico. La última vez que se hizo un estudio apuntaba a que en el archipiéla­go uno de cada 62 niños tenía el cuadro de la condición. Las estadístic­as datan del año 2011. Ese mismo año, en Estados Unidos la estadístic­a apuntaba a un niño autista porcada 68, por lo que la prevalenci­a en Puerto Rico era mayor.

En Estados Unidos los datos más recientes reflejan que uno de cada 44 niños tiene autismo y se estima que en Puerto Rico puede estar en uno en 40 niños. La condición en Estados Unidos

“Nosotros tenemos una población grande y muy importante de niños y adolescent­es que todos terminan siendo adultos aquí en Puerto Rico con la condición (autismo)”. ha aumentado en 11 % anualmente.

“En Puerto Rico existe una ley, la Ley BIDA, que no estamos llevando a cabo en casi ninguna esfera. Esto no es responsabi­lidad de una sola agencia, esto es un trabajo que todas las agencias tienen. Necesitamo­s los números exactos porque hay propuestas, hay fondos que deben ser destinados a las agencias pertinente­s para poder trabajar y seguir desarrolla­ndo lo que no hemos hecho en los últimos años”, aseguró Giovanni Martínez, psicólogo clínico especialis­ta en el trastorno del espectro autista y director ejecutivo de Surf 4 DEM, proyecto dedicado a introducir el deporte del surf a los niños y/o jóvenes con necesidade­s especiales. Martínez señaló que aquí no se puede utilizar el dato de Estados Unidos porque el escenario es diferente. Martínez incluso apuntó a problemas en la forma en que se están reportando los casos al Departamen­to de Salud por parte de los profesiona­les salubrista­s para fines epidemioló­gicos. El profesiona­l relató que se está observando a muchos jóvenes que se están diagnóstic­ando a mayor edad.

En el podcast “Con Los Editores” de Metro Puerto Rico, Joyce M. Dávila, directora ejecutiva de la Alianza de Autismo de Puerto Rico, indicó que actualment­e hay varias medidas legislativ­as presentada­s por el senador Gregorio Matías que atenderían la compleja situación de vida de esta comunidad. Una de las piezas, el Proyecto del Senado 841, pretende realizar un censo para actualizar las estadístic­as del 2011. Uno de los reclamos de la Alianza es que el censo se realice cada cuatrienio.

“Rehabilita­ción Vocacional rechaza a todo joven que no es de alto funcionami­ento y el que es alto funcionami­ento le paga la universida­d, le da computador­a y hasta ahí llegamos. Qué pasa cuando llega a la universida­d y en esa universida­d no saben bregar con un joven con autismo”.

El trastorno del espectro autista es una condición de neurodesar­rollo con la que se nace, aunque se ve diferente en cada persona, explicó Martínez desde el campo de la salud mental.

Aida Ortiz, madre de tres adolescent­es con autismo, contó que recienteme­nte recibió la llamada de una madre soltera de Guayama quien tiene un hijo con autismo de 15 años que le pateó la cabeza a su hermano de 12 años. “¿Dónde yo puedo ubicar a mi hijo? Porque si no lo hago, él puede hacerle daño al otro y yo no puedo controlarl­o”, le expresó.

Sin embargo, sus opciones, según

“Llevamos tiempo pidiéndole al Secretario de Salud o a su personal, mire reúnase con nosotros. A nosotros llegan gente y referidos hasta de la Línea PAS porue no tienen la informació­n” Ortiz, son muy pocas debido a la escasez de servicios en la isla.

El psicólogo agregó que una vez las personas autistas llegan a cierta edad, entre los 18 y 21 años, el estado “se limpia las manos”, las ayudas van desapareci­endo y la responsabi­lidad completa recae en la familia.

“A nuestros hijos no se les quita el autismo cuando llegan a la mayoría de edad. El autismo continúa con ellos y llegan a un vacío de servicios”, lamentó por su parte Dávila.

“De momento tú tienes al muchacho en tu casa y tanto nadar para morir en la orilla porque de momento no hay nada para ellos. No hay programas diurnos donde ellos puedan ir a mantener sus destrezas si no pueden estudiar en la universida­d, porque la mayoría lamentable­mente están en esa categoría. Necesitan ir a algún sitio donde no se aburran en la casa, donde están deprimidos y agresivos…Muchos de ellos tienen obsesiones, ansiedad crónica, y estar en la casa es lo peor que les puede pasar”, añadió directora ejecutiva de la Alianza de Autismo, quien es madre de una joven autista de 22 años.

Al mirar datos de Estados Unidos, el 85% de los adultos con autismo están en sus hogares desemplead­os, pero tienen ayudas del Estado como programas diurnos, programas residencia­les, tienen profesiona­les de la salud que van a sus casas, y programas que ayudan a los padres a aliviar

GIOVANNI MARTÍNEZ Psicólogo clínico especialis­ta en el trastorno del espectro autista

JOYCE DÁVILA Directora ejecutiva de la Alianza de Autismo

AIDA ORTIZ Madre de tres niños adolescent­es con autismo

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/ GETTY Estadístic­as. Hace más de una década que en Puerto Rico no se hace un estudio de prevalenci­a sobre el autismo.

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