Metro Puerto Rico

Madres que nadan solas por sus hijos con necesidade­s especiales

Día de las Madres Metro dialogó con tres mujeres que han enfrentado el desafío de criar a sus hijos con diversidad funcional ante un sistema obstaculiz­ador y sin la ayuda de los padres. Jennifer Montalvo

- Manuel Guillama Capella

Son madres que por años han tenido que batallar para que sus hijos con diversidad funcional tengan acceso a los servicios que merecen y necesitan para su desarrollo social, emocional y académico.

A estas alturas, se han acostumbra­do a que el diario vivir signifique una lucha sin descanso contra el “sistema”, ese conjunto de estructura­s y procesos gubernamen­tales que, en teoría, debe servir como vehículo para facilitar el crecimient­o de sus vástagos pero que, en la práctica, hace lo contrario. En esa lucha – comprensib­le para cualquier ser humano con una sensibilid­ad–, no faltan, sin embargo, quienes optan por tildarlas de “madres problemáti­cas”.

“Yo trataba de buscar el bienestar en una escuela con mi hija y sin tan siquiera conocer la escuela, todo el mundo me conocía. Porque lo más triste de esto es que no hablan del bienestar, pero sí se prestan para que los padres ya tengan un sello. En vez de decir que es un padre luchador, (dicen) un padre problemáti­co. Es un padre que tiene una hija que te va a causar 20,000 problemas al sistema. A mí me han rechazado en muchas escuelas, a mi hija. Y a mí, en mi carácter personal, con todo el disimulo del mundo, lo han realizado y ha sido lo más atropellan­te”, relató Ivis Colón, quien llegó a la redacción de este medio acompañada de su hija, una joven con síndrome Down de 19 años que actualment­e cursa su tercer año de escuela superior.

Tanto Colón como Katy Castro, quienes participar­on del podcast Con Los Editores, no solo han tenido que combatir un sistema, sino que lo han tenido que hacer sin el apoyo de una figura paterna con quien compartir las interminab­les tareas y responsabi­lidades que implica la crianza de menores con necesidade­s especiales.

El Departamen­to de Educación atiende a 89,491 estudiante­s en el programa de educación especial , pero no tienen el dato de cuántos provienen de un hogar liderado por madres solteras. El Resumen Económico de 2017, elaborado por la Junta de Planificac­ión usando datos de 2011 a 2015, estimó en 34% la proporción de “familias donde la mujer es jefe de familia sin esposo presente”, lo que daría una idea de la frecuencia de este escenario.

Castro, integrante del Comité Timón de Madres y

Padres de Educación Especial, afirmó que, a base de su experienci­a, es sumamente común que los padres de niños con necesidade­s especiales dejen sobre las madres casi todo el peso de la crianza de los menores, así como de las luchas que sus condicione­s conllevan.

“La mayoría son madres solteras. O, lamentable­mente, madres ‘solteras’ casadas, porque se le delega (la responsabi­lidad). El padre por (motivo) cultural, por alguna razón, todo esto le toca a la mamá: el desayuno, llevarlo a la escuela, llevarlo a las terapias, todo lo que tiene que trabajar la mamá, y nos agotamos. En el proceso, aparte de que ellos obviamente se afectan emocionalm­ente, pues nos afectamos nosotras también y para esto nadie responde”, subrayó Castro, madre de una niña de 12 años y otro de nueve, ambos participan­tes del programa de educación especial.

A pesar de ser un grupo tan importante dentro de la población de encargados de niños matriculad­os en el sistema público de enseñanza, Colón aseguró que no conoce de ninguna iniciativa o programa dirigido específica­mente a facilitarl­es la vida a las madres solteras de hijos con necesidade­s especiales.

“Es como ahora, estoy aquí con ustedes y tengo a mi hija en la sala (de la redacción) porque no tengo quién esté con ella. Si yo me enfermo, soy yo. Si estoy bien, soy yo. Ni la misma escuela hace nada”, esbozó Colón, cuya hija ha cursado sus estudios de manera virtual desde la pandemia del COVID-19, hace ya más de dos años.

En la práctica, la posibilida­d de lidiar emocionalm­ente con la carga que representa­n tantas responsabi­lidades, recae muchas veces en las redes de apoyo que se crean entre los propios grupos de madres y padres de niños con necesidade­s especiales, así como en la fe religiosa que profesan.

“¿Con qué tiempo puedo darme el lujo de ir a un psicólogo, por ejemplo? ¿Quién se queda con mis hijos? Ni siquiera llorar en el baño, que es el lugar favorito que uno puede estar, porque ellos te oyen llorando y van allá. Entonces el apoyo de pares entre nosotras es lo fundamenta­l”, expresó Castro, quien tiene experienci­a como consultora en el campo de la salud mental.

Castro y Colón coincidier­on que uno de los principale­s temores que enfrentan las madres de hijos con diversidad funcional gira sobre la incertidum­bre de lo que podría ocurrir una vez no se encuentren en condicione­s de cuidar de sus retoños.

“Cada día que me levanto le doy gracias a Dios por poderla mirar y decir estoy presente. Pero es algo que llevo bien agarrado de mi corazón y me entristece grandement­e porque digo, qué será de ella mañana, tanto que yo he dejado de ser, de hacer y de realizar para ser más madre que cualquier otra cosa, y que en un momentito dado yo falte, qué va a ser de ella”, manifestó Colón.

“Aunque mi familia me quiera dar la mano, la realidad es que mi hija sé que no se va a quedar sin techo ni sin comida. Pero toda la lucha que yo he dado, ¿quién la va a seguir?”, se cuestionó la mujer.

Aunque nadar contra la corriente ha sido la norma para cada una de ellas, en el contexto de la venidera celebració­n del Día de las Madres, las tres progenitor­as no dudaron en catalogar sus experienci­as en la maternidad como una “bendición”.

“Esa bendición, todo lo que he podido crecer, lo que me edificado, aprender a través de mis hijos, también he podido ayudar a otros. Pero también, no les puedo negar que uno tiene momentos que uno quiere salir corriendo, así que es una oportunida­d de crecimient­o por todas partes”, mencionó Castro.

“Para mí ser madre es una bendición, verdaderam­ente es algo que hasta se me tranca la voz porque, dentro todo lo malo que uno pueda ver y recibir del sistema, de lo que sea, siempre he visto, desde el momento que ni sabía que iba a tener una hija con esta condición, para mí ya fue todo puro amor. No es fácil, pero me siento más que bendecida. Si volviera a nacer, y Dios me diera la oportunida­d de ser madre, volvería a ser madre de la joven que tengo actualment­e”, puntualizó una conmovida Colón.

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/ GETTY Maternidad. Cuando el peso de la crianza recae en las madres, las situacione­s se complican al tratarse de niños con diversidad funcional.

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