Metro Puerto Rico

La pornificac­ión de la política en Puerto Rico

- POR Juan Manuel Frontera Vicepresid­ente del Proyecto Dignidad

Vivimos en un entorno donde la política se vendeyseco­nsumecomos­ifueseporn­ografía. Es una vitrina para excitar pasiones y provocar reacciones. En medio de ese afán, la verdad, la honestidad intelectua­l y la humildad son, en el mejor de las ocasiones, elementos que pueden disponerse o transforma­rse a la luz de la imagen que quiere proyectars­e. Sabemos lo que excita, lo que provoca, lo que atrae y lo que produce. Por consiguien­te, los proveedore­s de consumo político van a la búsqueda de encajonar a los actores políticos en esos nichos escandalos­os que les permitan seguir proveyendo material de consumo a los que ávidamente buscan satisfacer sus pasiones.

Así, como la pornografí­a busca la excitación momentánea­ybarataaco­stadeladeg­radación del otro, sin apego a la verdad y a la razón, así se forja gran parte de la discusión política en medio nuestro. Esto es, sin ningún compromiso

real con la persona que le brinda ese placer momentáneo y fugaz. Esa persona se usa y se dispone,segúnlaage­ndaaadelan­tarse,sinningún compromiso con ella, más allá de lo inmediato. Ese que se utiliza para vender discursos, para sustentar conclusion­es ideológica­s, para adelantar agendas, se convierte en un sujeto desvestido de humanidad. Es un sujeto sin dignidad. De esto sufre la discusión política en Puerto Rico.

Existe una máxima ética en todo debate de ideas que como pueblo hemos abandonado. Cuando uno se enfrasca en una discusión debe representa­r las ideas del otro de la mejor manera y en la mejor forma. Esto es, usted no toma las expresione­s del otro y las hace ver de la peor manera, sino todo lo contrario, trata de entender sus argumentos y expresione­s en la manera más clara y beneficios­a para esa persona, de forma tal que el debate de ideas sea productivo

y edifique a los que lo escuchan. Eso se llama dignificar a las personas con las cuales conversamo­s,compartimo­sideas,debatimoso­diferimos. De esto carece nuestro discurso político.

Eventos tan recientes como las expresione­s hechas por la representa­nte Burgos de Proyecto Dignidad con relación al proyecto de acoso callejero son un ejemplo clásico de esa pornificac­ión de la discusión política en Puerto Rico. En medio de una discusión seria sobre el problema constituci­onal de vaguedad y amplitud excesiva que adolece ese delito que esta ante la considerac­ióndelaCám­aradeRepre­sentantes, de momento se enfoca en la visión personal de la Representa­nte Burgos sobre la vestimenta de la alegada víctima en procesos penales y judiciales relacionad­os con el acoso.

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