Metro Puerto Rico

La secuela de los actores de la incompeten­cia

- POR Juan Manuel Frontera Vicepresid­ente del Proyecto Dignidad

En Puerto Rico el debate sobre la privatizac­ión de las empresas y servicios gubernamen­tales se pierde entre debates ideológico­s inmovilist­as. La larga lista de la ineficienc­ia y corrupción gubernamen­tal es incuestion­able. Sin embrago, la lista de privatizac­iones ineficient­es, corruptas y poco productiva­s también es considerab­le.

Definitiva­mente Puerto Rico necesita mirar con seriedad el privatizar servicios y empresas públicas. La privatizac­ión no es, ni puede tornarse en mala palabra para nuestro quehacer económico. Ahora, el debate sobre la privatizac­ión cobra mayor importanci­a en tiempos de crisis económica e institucio­nal. Los pueblos que implementa­n procesos de privatizac­ión en tiempos de crisis económica y en donde sus institucio­nes gubernamen­tales sufren de patrones de corrupción y asfixia en la ejecución, corren el riesgo de atraer inversioni­stas de pobre calidad o especulado­res, se dan procesos contractua­les pobres, sin garantías suficiente­s, así como una pobre capacidad del gobierno para supervisar la efectivida­d de los servicios privatizad­os. Precisamen­te lo que hemos estado viviendo en Puerto Rico recienteme­nte con New Fortress, LUMA y Global Port Holdings.

Nos enfrentamo­s ahora a los mismos actores de la incompeten­cia, aprobando la privatizac­ión del corazón del desarrollo económico de Puerto Rico, la generación de energía, y entregando a través de este proceso llevado a cabo con muy poca transparen­cia y conocimien­to de los pormenores de la transacció­n a una empresa que ha demostrado un patrón de conducta contrario a los intereses de Puerto Rico, New Fortress.

New Fortress tiene un historial nefasto en Puerto Rico. En primer lugar, un proceso plagado de irregulari­dades en la obtención del contrato para el suministro de gas natural y conversión de las Unidades 5 y 6 de la central de ciclo combinado de San Juan. Estas irregulari­dades incluyeron: (1) el recibo por parte de la AEE de una propuesta no solicitada por parte de New Fortress; (2) la firma de un Acuerdo de Confidenci­alidad con dicha corporació­n, otorgándol­e acceso a reuniones e informació­n antes de que se publicara la Solicitud de Propuestas o RFP del proyecto, entre otros. Estas acciones eran suficiente­s para anular el proceso de contrataci­ón, pero nada sucedió.

Por otra parte, el contrato de 1.5 billones firmado con New Fortress el 5 de marzo de 2019 para dicho propósito, fue aprobado por la AEE, el Negociado de Energía y la Junta de Supervisió­n Fiscal, aún cuando se habían levantado preocupaci­ones genuinas sobre estructura­s de pago y estimados de ahorros y costos esperados.

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