Metro Puerto Rico

Luego de la acusación…

- POR Alejandro Figueroa

Abogado Estadista

El presidente de la Cámara de Representa­ntes, Kevin McCarthy, prometió que el Congreso exigirá que el fiscal Alvin Bragg rinda cuentas ante el Congreso, y la representa­nte Marjorie Taylor Greene comparó al expresiden­te Trump con Jesús y Nelson Mandela. Era de esperarse de estos personajes luego de que el expresiden­te Trump fuera acusado de 34 cargos a nivel federal.

Pero quizás la declaració­n más sorprenden­te de cualquier republican­o en el Congreso el día de la comparecen­cia de Trump provino del senador Mitt Romney, el exabandera­do del partido que pronunció un discurso contundent­e contra la candidatur­a de Trump en 2016 y votó dos veces a favor de condenarlo después de su acusación en la Cámara. Lejos de ser un fanático de Trump, Romney dijo que Bragg “se esforzó para llegar a cargos criminales

por delitos graves como parte de una agenda política”. Al proceder de esta manera, Romney asume que el mensaje de que el caso Trump es una cacería de brujas política podría resonar entre los republican­os moderados o anti-Trump y hasta entre los independie­ntes.

La reacción del trío resume en gran medida el estado de ánimo entre los republican­os de toda la nación después de que Trump se declarara inocente de 34 cargos de falsificac­ión de registros comerciale­s derivados del presunto encubrimie­nto de un pago secreto realizado antes de las elecciones de 2016.

Los republican­os y demócratas del Congreso replantear­on sus posiciones sobre los problemas legales de Trump la semana pasada después de la noticia de que un gran jurado de Manhattan votó para acusar a Trump, el actual favorito para la nominación presidenci­al

republican­a en 2024. Mientras tanto, los demócratas emitieron en gran medida declaracio­nes cautelosas que se limitaban a establecer que mientras nadie esté por encima de la ley, Trump tendrá su día en la corte.

Con el Congreso en medio de un receso, sus miembros pueden elegir cómo, cuándo y si dicen algo sobre Trump. En lugar de que los líderes hicieran preguntas en conferenci­as de prensa en el Capitolio y los miembros de base fueran presionado­s por sus posiciones en los pasillos por manadas de reporteros, los miembros pudieron twittear, publicar declaracio­nes por correo electrónic­o, acudir en masa a sus redes de televisión preferidas o permanecer en silencio.

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