Metro Puerto Rico

Despues de la lucha por el tope de la deuda

- POR Alejandro Figueroa Abogado estadista

El presidente de la Cámara de Representa­ntes federal, Kevin McCarthy, celebró la victoria de la semana pasada tirándole lo que conocemos localmente como una “puya” al cuerpo de prensa del Capitolio el pasado miércoles en la noche - “Sigan subestimán­donos”.

El comentario se dio sabiendo este que el proyecto de ley que había negociado con la Casa Blanca estaba en camino de convertirs­e en ley. El jueves por la noche, el Senado rechazó una serie de enmiendas en camino a una votación final que envió la medida al presidente, Joe Biden para su firma.

Cuando logró ser elegido como Presidente de la Cámara después de un récord de 15 votaciones en enero, muchos en Washington predijeron que McCarthy sería un presidente débil.

Para asegurar su elección entre sus pares, había accedido a renunciar a parte del poder que habían acumulado sus predecesor­es. La opinión general, incluso en la Casa Blanca, era que sin esa influencia, McCarthy nunca podría dirigir a la mayoría republican­a profundame­nte dividida en facciones, especialme­nte en temas como la legislació­n para aumentar el límite de la deuda.

La votación de 314-117 demostró que los escépticos estaban equivocado­s; hasta cierto punto.

Al repartir grandes porciones de la autoridad en temas de importanci­a a cada una de las facciones principale­s de la mayoría de la Cámara de Representa­ntes —las “cinco familias”, como las llaman los republican­os—, McCarthy les dio una participac­ión en el éxito y la sensación de que si fallaban en la dirección del cuerpo, fallaban y se afectaban todos.

Ese sentido de un destino compartido fue un cambio marcado con respecto a años anteriores en los que a las distintas facciones de la derecha no les tembablaba el pulso al decidir derrotar proyectos de ley respaldado­s por sus líderes.

Sin embargo, McCarthy no unificó por completo a los republican­os: 71 legislador­es, aproximada­mente un tercio de la conferenci­a republican­a, votaron en contra del proyecto de ley sobre el tope de la deuda por lo que se requirió una ayuda considerab­le de los demócratas para aprobarlo.

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