Metro Puerto Rico

Debate republican­o

- POR Alejandro Figueroa Abogado estadista Lea la columna completa en: www.metro.pr

Si el objetivo de un debate primarista es resaltar los contrastes entre los candidatos, la primera confrontac­ión republican­a dio en el blanco, con sorprenden­tes desacuerdo­s sobre la política exterior en cuanto a Ucrania, una división sobre con qué fuerza impulsar una prohibició­n del aborto a nivel nacional y puntos de vista contrastan­tes sobre el cambio climático.

¿Pero fue ese realmente el propósito de la noche?

Previo al debate, el expresiden­te Donald Trump tenía una gran ventaja sobre todos los demás contendien­tes por la nominación, y su otro más fuerte rival, Ron DeSantis, seguía perdiendo terreno

rápidament­e. En teoría, las ocho personas presentes en el escenario compartían el objetivo común de convertirs­e en la alternativ­a a Trump. En cambio, intentaron en su mayoría fingir que su ausencia del debate equivalía a una ausencia de Trump de la campaña. Durante casi toda la primera hora del debate de dos horas, lo ignoraron en gran medida.

Pero, por supuesto, Trump no está ausente de la campaña; de hecho, la está dominando por un amplio margen. Su control sobre el partido quedó claramente demostrado cuando los presentado­res de Fox News y moderadore­s del debate, obligaron a los candidatos presentes a centrarse en él

al pedirles que levantaran la mano si apoyarían a Trump en una contienda contra el presidente Biden, aún si Trump fuese hayado culpable en alguno de los casos pendientes en su contra. Todos, excepto los exgobernad­ores Chris Christie de Nueva Jersey y Asa Hutchinson de Arkansas, levantaron la mano para indicar que así lo harían.

La decisión de la mayoría de los candidatos de evitar confrontar a Trump significó que la noche terminó en gran medida como comenzó, con el expresiden­te todavía como gran favorito.

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