Debate republicano
Si el objetivo de un debate primarista es resaltar los contrastes entre los candidatos, la primera confrontación republicana dio en el blanco, con sorprendentes desacuerdos sobre la política exterior en cuanto a Ucrania, una división sobre con qué fuerza impulsar una prohibición del aborto a nivel nacional y puntos de vista contrastantes sobre el cambio climático.
¿Pero fue ese realmente el propósito de la noche?
Previo al debate, el expresidente Donald Trump tenía una gran ventaja sobre todos los demás contendientes por la nominación, y su otro más fuerte rival, Ron DeSantis, seguía perdiendo terreno
rápidamente. En teoría, las ocho personas presentes en el escenario compartían el objetivo común de convertirse en la alternativa a Trump. En cambio, intentaron en su mayoría fingir que su ausencia del debate equivalía a una ausencia de Trump de la campaña. Durante casi toda la primera hora del debate de dos horas, lo ignoraron en gran medida.
Pero, por supuesto, Trump no está ausente de la campaña; de hecho, la está dominando por un amplio margen. Su control sobre el partido quedó claramente demostrado cuando los presentadores de Fox News y moderadores del debate, obligaron a los candidatos presentes a centrarse en él
al pedirles que levantaran la mano si apoyarían a Trump en una contienda contra el presidente Biden, aún si Trump fuese hayado culpable en alguno de los casos pendientes en su contra. Todos, excepto los exgobernadores Chris Christie de Nueva Jersey y Asa Hutchinson de Arkansas, levantaron la mano para indicar que así lo harían.
La decisión de la mayoría de los candidatos de evitar confrontar a Trump significó que la noche terminó en gran medida como comenzó, con el expresidente todavía como gran favorito.