Metro Puerto Rico

De Barbie todas tenemos un poco

- POR Sandra López Psicóloga, licenciada La autora es licenciada en psicología. Si deseas más informació­n, comunícate al (787) 6122836.

Barbie: tan querida por unos como rechazada por otros.

Como en la película de Barbie, cada una de nosotras busca ser mejor por fuera y por dentro. Ser mejor, que no es igual a ser “perfecta”; pero ese es otro tema. Como Barbie, cada una puede ser quien quiera, dentro de sus capacidade­s. Y como Barbie, cada una tiene su propia historia para lograr sus metas.

Barbie, la real, también enfrentó la adversidad. No, no todo en su vida fue color de Barbie. De lo que se sabe, desde joven lidió con el “acoso” de quienes pensaban que su físico había inspirado el de la muñeca, así como con las dificultad­es legales y la enfermedad de su madre, Ruth.

En cuanto a Ruth, al margen de sus problemas empresaria­les y legales, por los cuales rindió cuentas, pocos destacan que fue una visionaria en cuanto a emprendimi­ento y superación ante la adversidad. Ruth rompió esquemas acerca del rol de la mujer en los negocios. Demostró que ser mujer no es una limitación.

Adelantada a su época, trajo al mundo una muñeca de pechos “perfectos”, los cuales tuvo que defender de los prejuicios de la época. Poco imaginaba entonces que, eventualme­nte, los senos que quedaron en juego fueron los suyos al ser diagnostic­ada de cáncer de seno. Corría su quinta década de vida y aun en esa crisis supo ver la oportunida­d. Así, le enseñó a Barbie y al mundo que incluso en las circunstan­cias más desafiante­s es posible mantener una actitud positiva, estar motivada y crear.

Fue este diagnóstic­o el que la llevó por un camino distinto al del entretenim­iento infantil: su enfoque se dirigió a las adultas. Más que con palabras, ejemplific­ó que todas, independie­ntemente de la edad y de las dificultad­es en el camino, podemos ser quienes deseemos ser. Entonces creó una de las primeras prótesis de seno, importante­s en la recuperaci­ón de la salud mental de aquellas afectadas por la enfermedad. No creo que no haya sentido miedo; el miedo es una emoción natural ante eventos o circunstan­cias que amenazan la superviven­cia, como lo es el cáncer.

Ignoro cómo estas circunstan­cias moldearon la personalid­ad de su Barbie, pero si la personalid­ad es el resultado de la genética y las experienci­as que vivimos, no tengo duda del valioso legado que Ruth dejó a través de sus acciones. Si Barbie amplió la idea de que se podía jugar a otras cosas que no fuera a “ser mamá”, Ruth inspiró a las mujeres a atreverse, a no rendirse, a innovar, incluso en las circunstan­cias más intimidant­es.

Tanto si eres paciente de cáncer como si no, te invito a que aun en medio de la tormenta, recuerdes que es normal sentir miedo, pero, ojo, no te abraces a él. Edúcate, pregunta, lee; enfócate en buscar soluciones. ¿Quién sabe? Quizá lo que te ayude a ti pueda ayudar a otras personas en tu misma situación, tal como lo hizo la madre de Barbie.

Dicho esto, creo que de ¿Barbie-Ruth? todas tenemos un poco. ¡Te abrazo!

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