Bloqueadores de pubertad, tratamientos hormonales y la disforia de género
La presentación por parte de la Representante de Proyecto Dignidad en la Cámara, Lisie Burgos Muñiz, del Proyecto de la Cámara 1889 ha reanudado la discusión pública en Puerto Rico sobre los tratamientos a menores de edad con disforia de género y sus consecuencias.
La realidad es que a través de Europa y los Estados Unidos los sistemas de salud están adoptando medidas para frenar, revertir y/o reevaluar las políticas públicas implementadas para proveer acceso a tratamientos médicos a menores de edad que experimentan disforia de género. Investigaciones realizadas por diversas instituciones de salud en Inglaterra, Finlandia, Suecia, Francia y Noruega señalan la naturaleza experimental de estos procedimientos,
especialmente sus efectos a largo plazo, sin demostrar mejoras en el bienestar psicológico de los menores que se someten a ellas de manera tal que los beneficios obtenidos superen los riesgos.
Algunas de estas instituciones de gran renombre han comenzado a respaldar la psicoterapia como el tratamiento preferido para los menores con disforia de género, reconsiderando por completo las intervenciones médicas mediante tratamientos de bloqueadores de pubertad y hormonas del sexo opuesto. Esto es así pues cada vez es más evidente que el uso de bloqueadores de pubertad y hormonas del sexo opuesto para producir una transición en menores de edad no es seguro, ni reversible. Estudios sistemáticos han concluido que no hay evidencia suficiente como para determinar que las intervenciones hormonales para la disforia de género en menores sean seguras.
Por otra parte, aun cuando el detener el tratamiento con bloqueadores permite que se reanude el proceso de la pubertad, esto no garantiza que se elimina cualquier impacto que la interrupción del desarrollo natural del crecimiento del menor sea totalmente reversible. Hasta el momento no hay evidencia que indique que el desarrollo del menor continuará como si la intervención médica nunca hubiera ocurrido.