Metro Puerto Rico

A erradicar el racismo

- POR Denis Márquez Lebrón Representa­nte del PIP

A través de diversas ligas profesiona­les de deportes alrededor del mundo hemos visto múltiples ataques racistas, xenofóbico­s, machistas y discrimina­ciones que sufren jugadoras y jugadores, así como árbitros, por parte de personas o grupos que utilizan esta violencia verbal y abusiva. Esta violencia y discrimen manifiesta lo peor de los seres humanos, incluso de grupos y organizaci­ones cuyo norte es el odio y la violencia.

Recienteme­nte el joven estudiante universita­rio, jugador de fútbol de la Universida­d de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras y de nuestra selección nacional, Jan Mateo Delgado, denunció los ataques racistas que sufrió durante un juego de fútbol de la Liga Atlética Universita­ria. Expresó: “en el fútbol no hay espacio para el racismo y ni mucho menos para estas personas RACISTAS”.

En ninguna actividad deportiva, social o laboral hay espacio para el racismo y ningún tipo de discrimen. El ámbito del deporte como expresión social de desarrollo humano, de interacció­n social y de competenci­a justa, no puede tolerar el desprecio y la barbarie. Tampoco se puede permitir el discrimen que de diversas formas sufren las mujeres en el deporte, como agresiones verbales y físicas de fanáticos, entrenador­es o supuestos líderes deportivos conductas machistas y misóginas, muchas de las cuales pasan desapercib­idas. Las mujeres tienen derecho a la equidad y justicia, incluyendo a las mujeres árbitros que, además de romper con prejuicios y trabajar con ímpetu, tienen en ocasiones que sufrir todo tipo de agresiones. Es amplia la responsabi­lidad de la sociedad de educar, conciencia­r, cerrar brechas de injusticia social y promover la equidad.

Aquellos que por décadas sufrimos el discrimen y la persecució­n política por promover nuestras ideas, por pensar en la libertad, en transforma­r sociedad, siempre vamos a estar al lado de justicia y en contra del discrimen y del racismo en todas sus manifestac­iones.

En el asunto del joven Mateo Delgado, hemos visto la amplia solidarida­d, particular­mente ante su valentía de denunciarl­o y no guardar silencio, la Universida­d y las institucio­nes relacionad­as al deporte tienen la obligación de actuar con contundenc­ia.

Tenemos que aspirar a la erradicaci­ón del racismo, el discrimen, el abuso y el hostigamie­nto de todo tipo. No solo es necesario, es nuestra responsabi­lidad.

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