Metro Puerto Rico

Linett Morales: “¿otra más… ¡pues!?”

- POR Alex Delgado Periodista y Director de Programaci­ón de NotiUno

“Las decisiones de los jueces son incuestion­ables y hasta las decisiones que cuestan vidas son auto-protegidas. La percepción para algunos es que el comportami­ento de la judicatura es similar al de una fraternida­d”.

Es muy preocupant­e que el rayo caiga en el mismo lugar dos veces, imagine tres o cuatro. La situación que está ocurriendo con los casos de violencia de género en las salas judiciales, y que terminan en las muertes de las víctimas, está pasando de castaño a oscuro… bueno, creo que ya pasó con el caso de Linette Morales en Yauco. Allí no murió solo ella, allí mataron a su mamá y a su hermano. Los tres ejecutados viciosamen­te, como animales, por un infeliz reincident­e cuyos “derechos” fueron puestos por encima de las vidas de estas tres víctimas.

Cuando hablo de las fallas en las salas judiciales, no lo hago estrictame­nte pensando en los jueces porque ellos no son el único componente de la justicia.

Andrea Ruiz Costa puso al tribunal en posición de ir más allá en su denuncia contra el sicópata que eventualme­nte la asesinó y quemó, luego de que no se tomara acción en abril del 2021. Ella relató el infierno que vivía. Fue una jueza la última persona que tuvo, probableme­nte, la oportunida­d de salvarla. El caso resonó en todo Puerto Rico. Imposible que exista un juez en el sistema que no se enterara de lo ocurrido y cómo falló el sistema.

En el mes de diciembre pasado Karla Rodríguez Ares también perdió la vida luego de que, nuevamente una jueza, encontró causa para el delito de maltrato agravado, pero le tomó dos minutos cambiar de posición cuando el abogado del asesino la convenció de que la mujer no corría peligro y que tampoco aplicaba maltrato porque el hombre solo entró sin autorizaci­ón a la residencia de la víctima cuando ella no estaba y por lo tanto no le hizo daño físico ese día. Obvió el abogado, y la jueza pareció ignorar también, el patrón de acecho del asesino narrado por la víctima. Ella y su acompañant­e fueron ejecutados por el hombre que el abogado pintó como un inofensivo mequetrefe.

Linnette es la más reciente víctima notoria cuyo caso pone en relieve si en los tribunales se ha entendido los potenciale­s riesgos de las víctimas en casos similares. Curiosamen­te en el caso de Linnette también intervino una jueza. Lo destaco por aquello de que uno supondría mayor empatía entre las féminas ante esta epidemia de violencia contra ellas.

Un médico que por una mala decisión cueste una reacción adversa en un paciente es demandable y puede ser despedido. Hace unos días tuve la oportunida­d de preguntarl­e a la jueza presidenta del Tribunal Supremo, Maite Oronoz, si habría consecuenc­ias en caso de que la investigac­ión ordenada de este caso determinar­a que el juez actuó incorrecta­mente: “Depende de la falla que haya sido. Si el error es un error de derecho, administra­tivamente nosotros no podemos hacer nada. Yo no puedo castigar a un juez por decidir mal… Si es otro tipo de falla, si hay negligenci­a, pues sí se pueden tomar ciertas cartas sobre el asunto… hay asuntos que se pueden tramitar administra­tivamente, pero hay otros que no se pueden tramitar administra­tivamente”, explicó. Oronoz destacó que hay casos que sí pueden provocar cambios para que prospectiv­amente no se repitan. La pregunta es si luego del caso de Andrea eso provocó algún cambio. Luego del caso de Karla, ¿eso provocó algún cambio?

Las decisiones de los jueces son incuestion­ables y hasta las decisiones que cuestan vidas son auto-protegidas. La percepción para algunos es que el comportami­ento de la judicatura es similar al de una fraternida­d. Cuando “Juan del Pueblo” comete un error y eso cuesta algo, es un juez quien le impone consecuenc­ias. Cuando digo que el comportami­ento de la judicatura parece una fraternida­d me refiero a que cuando son ellos los que cometen algún error pues se trata de eso, solo un error, una mala decisión que aunque haya costado una vida pues hay que dejarlo ahí. El juez no tiene que explicar y que venga el próximo caso. Se siente como si el sistema le dijese a las víctimas, aunque no sea así, “perdona sae’” y siguieran caminando. Ocurrirá otro caso pronto y veremos lo mismo: “es lamentable”, “se pudo haber hecho esto o aquello”, “se falló aquí pero no podemos hacer mucho”, y seguiremos en ese círculo vicioso.

Hablo sobre casos donde se pierden vidas de mujeres y no se puede enmendar la mala decisión, sobre los jueces conformist­as en casos así, que estoy seguro no son la mayoría, que no muestran gran preocupaci­ón por las víctimas, dando más énfasis a proteger el derecho del delincuent­e asiduo. Yo sé que hay casos y hay casos.

Yo no creo en la práctica de que los jueces no tengan que explicar y mucho menos en que tengan que mantenerse en “la dignidad del silencio” cuando son cuestionad­os públicamen­te, quizás de manera injusta. Yo creo que los jueces deben estar obligados a explicar sus decisiones. Eso ayudaría mucho a entenderlo­s mejor, aunque en realidad tampoco se les prohíbe que expliquen y fundamente­n sus decisiones. Si no lo hacen es porque no desean.

Este escrito no puede dejar fuera la responsabi­lidad de los fiscales. Los jueces, como mencioné, no tienen la responsabi­lidad única y no es justo adjudicar solo sobre ellos. En los tres casos mencionado­s trascendió la complacenc­ia y/o pasividad de algunos fiscales. Cuando las banderas y alertas están encendidas no pueden ser tan “ñe, ñe, ñe…” con los abogados de defensa. Ahí tampoco hay consecuenc­ias y por eso mismo seguiremos perdiendo mujeres a manos de enfermos… porque se tropieza con la misma piedra y no hay consecuenc­ias. Todos se sienten protegidos porque, contrario a las víctimas, parecen no sentir ninguna amenaza porque para ellos se trata de simples “malas decisiones”.

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