Metro Puerto Rico

En tiempo extra: la jugada que define a los maestros de educacion fisica

Segunda parte de una serie Hace más de 40 años que Alejandro Benítez asumió como rutina entrenar atletas luego de dar clases en un salón de 8:00 de la mañana a 3:00 de la tarde. A sus 74 años y ya retirado del magisterio, sigue siendo entrenador de lanzam

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José M. Encarnació­n Martínez

“Aquí nosotros no teníamos jaula [para lanzar el martillo y el disco]”, dice el entrenador Alejandro Benítez. “Esta jaula la hicimos nosotros, los atletas y yo, con los padres”.

La jaula es la estructura que protege a caminantes y corredores de cualquier lanzamient­o errático en el campo de una pista de atletismo.

Han pasado casi 30 años desde que Benítez construyó su “taller de trabajo comunitari­o”. La estructura sigue ahí, en la pista de la urbanizaci­ón Brisas del Mar, en Luquillo.

“Hace poco vino un ingeniero y construyer­on una jaula nueva al lado. Se les dijo que los tubos tenían que tener cuatro pulgadas,” dice. “La hicieron con tubos de tres pulgadas. Usaron alambres que no debían usar y el huracán María desapareci­ó todo eso, y la que construí con mis estudiante­s, sigue aquí”.

Benítez fue un atleta que corría 400 metros. Cuando terminó la escuela superior fue activado de inmediato al servicio militar para combatir en la guerra de Vietnam por dos años. Esa experienci­a lo hizo ver el deporte y la educación como “algo mucho más profundo”. Y desde entonces no ha cobrado un solo centavo a cambio de enseñar a lanzar el martillo, la bala o el disco.

“Cuando llegué aquí a Puerto Rico vi cómo estaba el Pueblo, cómo estaba el País… empezó a generarse la droga. Y en Sabana Abajo, en Carolina, donde yo vivía, empecé a reclutar muchachos para ir a correr por la carretera. Y cuando empecé como maestro en Luquillo, hacía lo mismo. Me iba con los corredores de fondo y medio fondo.

Luego, cambié a lanzamient­o.

También entrené saltos, salto largo, salto alto”, recuerda.

Destaca que

“muchos pensaban que había que cobrar dinero [...] Vi el deporte como una herramient­a para sacar a los muchachos del ambiente de drogas y alcohol”.

Mientras conversa con el CPI, Benítez, quien también se desempeñó como entrenador de lanzamient­o en el Recinto de Río Piedras de la Universida­d de Puerto Rico (UPR), está acompañado por Kyonis y Jerome Vega, dos hermanos que gracias al lanzamient­o de martillo y al deporte escolar abrieron

puertas que definieron sus futuros profesiona­les. Ambos son producto de las escuelas públicas.

Kyonis es bióloga marina. Logró una beca deportiva en la UPR en Humacao, y Jerome, en la Universida­d Metropolit­ana, ahora el Recinto de Cupey de la Universida­d Ana G. Méndez. Jerome completó un bachillera­to en educación física. Ganó oro en los Juegos Centroamer­icanos y del Caribe de San Salvador este verano y es poseedor de la marca nacional para el evento de lanzamient­o de martillo. Quebró la marca nacional que tenía su padre, Santos Vega, otro pupilo de Benítez y medallista de plata en los Centroamer­icanos de San Salvador 2002. “Salíamos de la escuela y nos íbamos a la pista con papi. Empezamos jugando con las cosas y lo que empezó como diversión se transformó”, recuerda Jerome, quien finalizó décimo noveno en el Campeonato Mundial de Budapest, Hungría, en 2023, sin ser atleta a tiempo completo.

Desde la perspectiv­a de Kyonis, los programas escolares deportivos daban herramient­as para que

el estudiante se involucrar­a de manera directa.

“Había competenci­as escolares que empezaban con una eliminator­ia en el mismo pueblo, luego se iba a las regionales, después de la clasificac­ión regional para las nacionales, y de ahí hasta se viajaba. Eso motivaba a muchos estudiante­s de muchas escuelas, en disciplina­s que no necesariam­ente eran tradiciona­les, como el lanzamient­o [de martillo], por ejemplo”, dice. “Y algo importante es que los maestros siempre nos dejaron claro que era una opción viable y real tener becas deportivas para poder pagar los estudios a nivel universita­rio”.

Jerome optó por ir a la universida­d en la que su papá era entrenador. De esa manera pudo continuar el trabajo que comenzó con el profesor Benítez a nivel juvenil. “Fue la transición de tener el potencial a explotarlo, a sacarle lo mejor y de una vez costear los estudios. Tuve la dicha de tener una beca en la cual no necesitaba trabajar. Me costeaba el hospedaje, los estudios, me pagaron los libros y un estipendio mensual”. Esto le permitió enfocarse en estudiar y practicar el deporte.

A diferencia de la experienci­a de su hermano, la UPR de Humacao no podía ofrecerle hospedaje y un estipendio tan generoso a Kyonis.

Ella tuvo que trabajar, estudiar y hacer deporte al mismo tiempo. Nunca se pudo hospedar. Viajó de Luquillo a Humacao todos los días de semana, y luego regresaba para entrenar en Luquillo. Llegó el momento en que tuvo que decidir priorizar sus estudios. Aún con esas dificultad­es, su situación era mejor que la que enfrentan los atletas del sistema UPR desde 2018, cuando entró en vigor la reducción de becas y un recorte de 50% a la cobertura de las exenciones de matrícula a los deportista­s como parte de los ajustes impuestos por la Junta de Control Fiscal.

“Teníamos un acuerdo: entrenaba en Luquillo, pero me dejaban representa­r a la Universida­d de Puerto Rico en Humacao. Pero el gasto de gasolina y el viaje eran bien fuertes. A veces tenía que escoger entre echar gasolina, pagar el peaje o comer. Pero pude manejarlo. Mi familia también fue crucial en eso. Hoy tengo una carrera gracias al deporte”, dice Kyonis.

Antes de su medalla dorada a nivel centroamer­icano y de convertirs­e en el primer puertorriq­ueño en registrar una marca por encima de los 70 metros en lanzamient­o de martillo, Jerome apenas recibía fondos suficiente­s para entrenar a tiempo completo.

“Siempre llegaba un mensaje [de la Federación de Atletismo o el Comité Olímpico], pero en ocasiones el mensaje no se concretaba. Teníamos ideas, campamento­s de entrenamie­nto en lugares de mayor exposición, en el sentido de países de campeones mundiales, campeones olímpicos. Pero nunca se concretaba. Antes de los Juegos Centroamer­icanos [2023], comencé a recibir una ayuda del Comité Olímpico. Luego que gané el centroamer­icano, la ayuda aumentó. Así que con esa parte vamos mejorando”, reconoce el atleta.

Entrenar en las mañanas, trabajar durante el día y luego entrenar nuevamente en las tardes es la ecuación de un éxito sacrificad­o. “Para luego de todo eso, separar un poco de espacio para ser esposo, ser papá”, añade este joven deportista.

¿Falsa salida deportiva?

Por los pasados 25 años el cubano Ubaldo Duany ha vivido de primera mano el desarrollo de la cultura deportiva en Puerto Rico en múltiples niveles. Su óptica tiene una perspectiv­a amplia, tanto a nivel local como internacio­nalmente. Fue atleta de salto largo y se formó como entrenador de atletismo en la Universida­d de Ciencias de la Cultura Física y el Deporte en La Habana, Cuba.

Duany entrenó a la dos veces campeona mundial de triple salto y dos veces medallista olímpica (oro y plata), la colombiana Caterine Ibargüen, y entrena a Alysbeth Félix, primera puertorriq­ueña en ganar medalla panamerica­na en atletismo, cuando se colgó la plata en Santiago 2023, en Chile.

“Lo primero es estar pendiente de su desarrollo educativo”, dice Duany cuando se le pregunta por las claves para desarrolla­r a un atleta élite. “Y ese desarrollo educativo empieza en la primaria [escuela elemental]. Cuando uno lo relaciona con una pirámide, pues esa es la base del entrenamie­nto deportivo, que inicia en la educación primaria de los estudiante­s”, dice el entrenador, quien tiene un punto de vista privilegia­do al haber estado inmerso en dos sistemas deportivos completame­nte distintos: el de Cuba y el de Puerto Rico.

Ha visto de cerca la desconexió­n entre el deporte escolar, las universida­des y luego el impacto que tienen esos vacíos al más alto nivel competitiv­o en Puerto Rico. En sus años en Borinquen, Duany trabajó como entrenador en la Universida­d del Turabo y posteriorm­ente con la Universida­d Metropolit­ana, hoy recintos de Gurabo y Cupey, de la Universida­d Ana G. Méndez.

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 ?? / JOSÉ M. ENCARNACIÓ­N MARTÍNEZ, CPI ?? Deportes. Los hermanos Jerome y Kyonis Vega, junto al maestro Alejandro Benítez, quien construyó una jaula en la pista de la urbanizaci­ón Brisas del Mar, en Luquillo, donde también se exhibe una foto de la lanzadora de disco Gianna Castro Torrens.
/ JOSÉ M. ENCARNACIÓ­N MARTÍNEZ, CPI Deportes. Los hermanos Jerome y Kyonis Vega, junto al maestro Alejandro Benítez, quien construyó una jaula en la pista de la urbanizaci­ón Brisas del Mar, en Luquillo, donde también se exhibe una foto de la lanzadora de disco Gianna Castro Torrens.

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